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Por qué el plan económico de Trump está condenado al fracaso

  • Tuvo que dar marcha atrás con los aranceles, porque el dólar se desplomó
Amador G. Ayora

Donald Trump, tenía un plan cuando llegó a la Casa Blanca: Un aumento generalizado de aranceles a todos los países, sobre todo a China y Europa, sus grandes socios comerciales, para financiar los déficit fiscal y comercial y renovar la bajada de impuestos. Cuatro meses después, sus planes hacen agua por todas partes. Tuvo que dar marcha atrás con los aranceles, porque el dólar se desplomó y presionó sobre el coste de la deuda y luego los tumbaron en los tribunales; también tuvo que frenar su plan de recorte del gasto público, que en un primer momento encargó a su amigo Elon Musk, y ahora se enfrenta a más recortes impopulares.

La Cámara de Representantes aprobó a mediados de mayo un plan presupuestario que agrava los desequilibrios fiscales en lugar de corregirlos. Incluso si Trump lograra los recortes adicionales en los programas Medicaid y energía verde, las cuentas no le saldrían.

En marzo, la Oficina de Presupuesto del Congreso publicó un informe sobre la situación fiscal a largo plazo. Si las leyes se mantuvieran en general sin cambios, las reducciones de impuestos de 2017 expirarían a finales de año. En ese escenario, el déficit presupuestario se mantendría aproximadamente en línea con su nivel actual (alrededor del 6% del PIB), y añadiríamos más de 20 billones de dólares a la deuda pública, que pasaría del 100% del PIB a un récord del 118% dentro de una década.

El proyecto de ley que aprobó el Congreso empeora la situación. El Comité para un Presupuesto Federal Responsable, una entidad no partidista, estimó que eleva la deuda en 3,3 billones de dólares, con lo que pasaría del 118% al 125%. Peor aún, si todas las medidas "temporales" de este proyecto de ley se convirtieran posteriormente en permanentes, como suele ocurrir, la deuda alcanzaría el 129% del PIB. En este contexto, no es de extrañar que Moody's rebajara la calificación crediticia de Estados Unidos.

Pero Trump tiene más problemas, que tiran por tierra sus proyecciones. A medida que la población continúe envejeciendo, los costes de la Seguridad Social y del programa Medicare aumentarán inexorablemente en porcentaje del PIB. Estos dos programas deberían duplicarse en la próxima década para atender las necesidades de la población.

Es dudoso que los americanos acepten recortes significativos de estos programas, que son la piedra angular de una jubilación segura y digna. Los cálculos oficiales apuntan que la tasa sobre la Seguridad Social que pagan empleados y empleadores debería incrementarse el 12,5% actual al 15%, es decir más del 20%. Esto significa que Estados Unidos necesitará mejorar sus ingresos, que difícilmente podrá compatibilizar con un recorte de los impuestos. ¿Ven ahora porqué Trump necesita desesperadamente elevar la recaudación por la vía de los aranceles?

Su Administración está en una encrucijada, si sube los aranceles, la inflación y los costes de deuda serán más altos y la confianza en la economía y en el dólar se deteriorará. Y si no los sube, el panorama será parecido con el actual plan presupuestario. La única manera de salir de este círculo vicioso sería renunciando a los recortes fiscales o, incluso, subiendo impuestos para reequilibrar las finanzas y recuperar la confianza en el dólar. Como dijo Eugeni D'Ors: "Los experimentos, con gaseosa".