
El 30 de abril de 20024 fue un día marcado en rojo en el calendario de Carlos Torres y Josep Oliu. Ese día, los presidentes de BBVA y Sabadell, respectivamente, habían quedado para hablar sobre los términos de una oferta de compra de la entidad catalana, tres años y medio después de que Torres retirara otra propuesta de adquisición a mucho menor precio. El encuentro no llegó a celebrarse porque la filtración a un medio extranjero obligó a ambas entidades a reconocer la existencia de contactos ante la CNMV. Unos días más tarde, Oliu invitó a Torres a cenar a su casa con ocasión del torneo de golf Conde de Godó, que Sabadell patrocina en Barcelona. El presidente del Sabadell le insistió que no estaban interesados en vender, pero Torres contestó que no podía echarse atrás porque ya lo había aprobado su consejo.
La opa, que pretendía ser amistosa, pasó así a considerarse hostil. Desde entonces, el Sabadell ha demostrado una resistencia inédita y una gran capacidad de maniobra para sorprender y acorralar a su enemigo. Y eso, pese que todas las resoluciones institucionales (el BCE, la CNMV ó la CNMC) fueron favorables a la operación, hasta la pronunciación del Gobierno esta semana.
Primero, duplicó el dividendo para ganarse a sus accionistas; luego anunció la vuelta de su sede a Catalunya para lograr el apoyo de la Generalitat y, por último, puso a la venta TSB, su filial británica, para engordar aún más la retribución al accionista. Su consejero delegado, César González Bueno, desvelará el día 24 un plan estratégico con las nuevas armas ideadas para defenderse.
La acción defensiva del Sabadell es una combinación de medidas económicas y políticas. En una operación estratégica en el que el tercer banco del país lanza una opa hostil para hacerse con el cuarto, los gobiernos español y catalán no pueden permanecer ajenos, como así ha sido. El presidente de la Generalitat, Salvador Illa, logró que Sánchez lo recibiera el viernes anterior a la resolución del consejo de ministros para asegurarse de que las condiciones eran duras.
También la portavoz de Junts en el Congreso, Miriam Nogueras, hizo llegar a Moncloa el mensaje de que la independencia del Sabadell era un asunto clave para mantener el apoyo al Ejecutivo. Junts se mostró insatisfecha con los tres años de autonomía en la gestión, considera que debería ser indefinida. En iguales términos se manifestó la cúpula de ERC que, para más Inri, es el socio que sustenta a Illa en Cataluña.
Torres descuidó el flanco político y enfadó al Gobierno con la amenaza de ir a los tribunales
La política es el flanco débil de Torres y el aspecto que más descuidó en su ofensiva. La oferta se presentó a tres días de las elecciones catalanas, en las que los socialistas obtuvieron su mayor victoria. El consejero delegado de BBVA, Onur Genç y el propio Torres tuvieron que salir a explicar que "nada más lejos de nuestra intención que tener ningún protagonismo en la campaña". La filtración provocó que "se precipitara todo", según explicó el presidente en rueda de prensa.
Torres es un ex socio de la prestigiosa consultora McKinsey, especializada en asesorar sobre fusiones y adquisiciones, aunque en privado ha reconocido que no dieron la importancia suficiente a las elecciones catalanas y el efecto que podrían tener sobre el devenir de la opa. El presidente del BBVA informó previamente al titular de Economía, Carlos Cuerpo, pero desoyó su opinión contraria a la fusión. Cuerpo no tardó en reaccionar de manera contundente. "El Gobierno rechaza la decisión de BBVA de plantear una opa hostil a Sabadell, tanto en la forma como en el fondo. La operación introduce efectos lesivos potenciales en el sistema financiero", señalaron en Economía.
Desde ese momento, los intentos de acercamiento al Gobierno ó a las instituciones catalanas, pese a que ser la tercera entidad financiera mayor en esa comunidad autónoma, han sido infructuosos. Desde Foment del Treball, con Sánchez-Llibre a la cabeza, hasta la presidencia de la Generalitat, pasando por la Cámara de Comercio de Barcelona ó el Cercle de Economía, todas las instituciones le han dado la espalda.
En este ambiente hostil, el banco azul endureció discurso sobre el Gobierno, lo que provocó un enfrentamiento total. Torres pasó de decir que no se planteaba acciones legales a amenazar con sacar toda su artillería jurídica, tanto en Bruselas como en Madrid. Una actitud poco convencional en banca, dado que se trata de una actividad regulada.
Desde los tiempos en que Rafael Termes presidía la asociación de la gran banca española, su obsesión fue mantener relaciones cordiales con los gobiernos. El ex presidente del Santander, Emilio Botín, artífice de su gran crecimiento global, tenía un lema, que repetía por doquier: "Un banco no puede estar enfrentado jamás con su Gobierno". El banquero cántabro llegó así a tejer una relación estrecha con el presidente brasileño, Lula da Silva, de ideología contraria a la suya, o cortejó a José Luis Rodríguez Zapatero, pese a que su desastrosa política casi nos condujo a la intervención del BCE.
En los mentideros financieros se cuestiona si Torres mantendrá este pulso mucho tiempo. El banco azul se ha dado un tiempo para estudiar si retira o mantiene la opa después de conocer el texto completo de la resolución de Economía, que llegó alrededor de las 14 horas del martes pasado. "Lo sensato sería no desafiar más al Gobierno y tratar de recomponer estas relaciones", advierten en el sector.
Las dudas sobre la sinergia tecnológica y un posible alza en el precio de la oferta pesan sobre la opa
Del lado económico, El BBVA guarda un gran mutismo sobre la merma de las sinergias, que es la primera explicación que le reclama el Sabadell. El banco de origen vasco las evaluó en 850 millones en el momento de lanzar la opa, Unos 300 millones se conseguirían gracias al cierre de unas 300 oficinas y una reducción de plantilla no cuantificada, que no podrá llevar a cabo. También habría un recorte significativo en los cien millones de ahorros en financiación, ya que ambos deberán acudir al mercado por separado.
Pero más de la mitad de las sinergias procede de la integración de las plataformas tecnológicas de ambas entidades (450 millones), que tampoco está nada claro. El country manager de BBVA en España, Peio Belausteguigoitia, admitió esta semana, después de que el banco defendiera durante los últimos meses que la mayor parte de las sinergias se podrían seguir ejecutando por el lado tecnológico, que ahora no está claro en los postulados del Gobierno. "Mantener la gestión autónoma es básicamente mantener la gestión autónoma. No creo que vaya mucho más allá", manifestó el directivo sin aclarar el significado de sus palabras. Los analistas más optimistas consideran que la mitad de los ahorros son ahora papel mojado.
Como se ve, desde el punto de vista político y económico, la operación presenta muchos interrogantes, sobre todo por la estrategia política. Aun así, el presidente de BBVA se inclina por seguir adelante por su experiencia en otros procesos. Torres fue la mano derecha de Manuel Pizarro, cuando se produjo el asalto a Endesa por parte de Enel y Acciona. Pizarro y Torres habían descartado antes la fusión con Iberdrola por las desinversiones a las que obligaba el regulador. Ahora se arrepiente porque muchas de ellas se habrían caído con el paso de los años.
BBVA está en una situación de fortaleza financiera, incluso con el límite temporal de tres a cinco años, los ratios de capital de la entidad aguantarían sin problema. Pasado ese plazo, integraría al Sabadell como hizo Santander con Banesto. Además, en su caso, pesa el tema de la reputación, que sería muy cuestionada si abandona por segunda vez el proceso de compra.
En una primera toma de contacto, el consejo del BBVA reunido el miércoles, expresó sus muchas dudas y pidió más información. El presidente tendrá que consultar también a sus accionistas relevantes, como los fondos con participación significativa, como BlackRock, que tiene el foco puesto en la rentabilidad. El BBVA tendría que subir el precio para hacer atractiva el canje de la oferta, que cotiza con una rentabilidad negativa en torno el 5 por ciento.
En el Sabadell están convencidos de que sacarán un buen precio de la venta de TSB, lo que permitirá a González Bueno anunciar una mejora del dividendo en la presentación el próximo 24 de julio. Se espera una oferta por Santander ó Barclays de alrededor de 2.500 millones. El BBVA puede seguir adelante con la opa, pero la decisión final la tomará el accionista del Sabadell, que hasta ahora gana mucho más que el del BBVA.