Opinión

Por qué después de 15 años nuestra renta es inferior a la de la crisis de 2008

La ministra de Hacienda se lleva el IRPF de los hogares españoles. PV
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La economía española va como un cohete, con tasas de crecimientos muy superiores a la media de la UE. Así en el periodo que va de 2022 a 2024, el crecimiento español fue del 6,2%, del 2,7% y de un 3,2 % frente al 4,7%, el 1,5% y el 2,4% europeo. Sin embargo, la percepción ciudadana sobre su situación económica es negativa. Para el 80% de los hogares, la situación oscila entre regular y mala. A ello contribuyen factores como la fuerte subida de la vivienda, que la ha convertido en un bien inaccesible para la mayoría de los ciudadanos, sobre todo en las grandes ciudades; o la precariedad en el empleo, pese a que la vicepresidenta Díaz presume de haber disparado el número de trabajos permanentes, gracias a la trampa estadística de los fijos discontinuos.

Los ciudadanos tienen un sexto sentido, su percepción es muy real. Un sorprendente estudio publicado recientemente por Funcas del profesor Desiderio Romero-Jordán muestra que la renta real disponible de los españoles no ha crecido en la última década y media, desde la crisis financiera de 2008. Peor aún, al ritmo actual, se tardará varios años en conseguir la convergencia con 2008. Y eso explicaría las dificultades de acceso a la vivienda o del empeoramiento de la calidad de vida, de manera que la idea de que nuestros hijos vivirán peor que sus padres, interiorizada entre los jóvenes, es real.

El estudio define renta real como el dinero que nos queda después de restar a los ingresos brutos que obtenemos el pago del IRPF y de las cotizaciones sociales. De este modo, si tomamos el año 2008 como base cien, coincidiendo con el pico máximo del boom inmobiliario, la renta neta estaría a finales de 2024 en 95,7 puntos. Por el contrario, si aplicamos la misma base a lo que pagamos por IRPF en estos momentos se situaría en el 114,4. Aquí tenemos una primera conclusión, la subida del Impuesto de la Renta es una de las causas de que nuestra renta disponible haya bajado después de 15 años.

La cuota de IRPF actual es claramente superior a la de 2008 debido a la ausencia de indexación de la tarifa desde la pandemia, acompañado de un incremento exuberante de la inflación. Así, los españoles perdimos el 18,2% de poder adquisitivo entre 2019 y 2024 debido a la no deflactación de la tarifa del IRPF.

Además, existen pocas posibilidades de que Hacienda vaya a renunciar estos ingresos extra, que en los últimos años alcanzaron 16.800 millones, la mitad de la recaudación. El envejecimiento de la población o el recién anunciado incremento del gasto en defensa en 10.400 millones incrementará las necesidades del erario publico.

Veámoslo desde otro punto de vista: los contribuyentes españoles estamos abonando el tipo medio de IRPF más alto desde que hay registros, 1995. O, dicho de otro modo, el porcentaje de la renta que retiene Hacienda está en máximos históricos.

La presión fiscal por IRPF ha mostrado un crecimiento escalonado: se mantuvo en el rango 6-7 % hasta 2019, aumentó hasta el nivel 7-8% entre 2020 y 2022 y, desde 2023, se encuentra por encima del 8%. De hecho, su pico más alto de la serie histórica se alcanzó el año pasado con el 8,1%.

En los últimos treinta años, el tipo medio del impuesto evolucionó en forma de dientes de sierra. Sin embargo, a partir del 2019 el tipo medio del IRPF pasa del 12,7% al 14,4% a cierre del 2024 y en este 2025 continúa su tendencia ascendente. El tipo medio sobre los salarios fue del 17,1% a cierre del 2024, el de las pensiones fue del 10% y el de las rentas del capital del 19%.

Los contribuyentes abonamos el tipo medio del IRPF más alto desde que hay registros oficiales

Desde la pandemia, la recaudación fiscal sube a un ritmo anual de 23.800 millones, una cifra solo comparable con los últimos años del boom inmobiliario. El 40 % de ese aumento en 2024 corresponde al IRPF, seguido del 29,1 % del IVA, el 17,7 % del impuesto de Sociedades y el 6,6 % de los impuestos especiales. Así, los ingresos fiscales pasaron de 94.546 millones en 2021 a 129.408 en 2024. Es decir, en tan solo cuatro años crecen la friolera del 36,9%.

Hay varios factores que explican el boom recaudatorio en el periodo pospandemia. En primer lugar, destaca el fuerte impulso del número de ocupados, que entre 2019 y 2024 creció en 1,8 millones, al pasar de 19,8 a 21,7 millones. En paralelo, la tasa de desempleo se redujo al 11,3%, un nivel similar al de 2008.

La subida del IRPF del 18,2% supera la mejora salarial del 15,9% desde la pandemia

La mejora del empleo fue acompañado de una potente subida de los salarios, que debería haber servido para incrementar la renta de los españoles si no es por culpa de Hacienda. Según los datos disponibles de los convenios colectivos, los salarios aumentaron la friolera del 15,9% entre 2019 y 2024. Por debajo del 18,2% acumulado por la inflación en ese periodo.

Esta mejora de las rentas brutas de los hogares implica que el IRPF se ha consolidado como el mayor impuesto para las arcas públicas. Hasta abril de este año, ya ha supuesto el 45,8% de los ingresos tributarios, por encima del 43,9% de la recaudación que aportó en todo el 2024.

Si a los cuatro impuestos tradicionales (IRPF, IVA, Sociedades y Especiales) sumamos las cotizaciones sociales, la presión fiscal se elevó el 30,9%, por encima de los últimos años del boom inmobiliario, que alcanzó un pico del 30,5% en 2007.

Aunque Hacienda somos todos, no todos pagamos igual. La radiografía que ofrece la Agencia Tributaria en su memoria de 2022 muestra que las rentas más altas aportan mucho más que el resto. El 6,8% de los contribuyentes más ricos soportan el 52,7% de la cuota. Lo que muestra que, pese a la progresividad del Impuesto, las clases altas son las más castigadas frente a los tramos medio bajos o bajos, que son la gran mayoría. De hecho, el Gobierno presume de haber aprobado la mayor rebaja del IRPF de la historia para las rentas bajas, con un impacto de 5.000 millones en este colectivo, lo que contrasta con la espectacular subida del resto.

En resumen, la voracidad fiscal de la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, para seguir cuadrando las cuentas, pese a la falta de Presupuestos en lo que llevamos de legislatura, se come el crecimiento de los salarios y de la renta provocada por el alza de la inflación y la mejora de la economía.

PD.-El asunto que sacudió esta semana la clase económica, además de la política, es el informe de la UCO sobre el ya ex secretario de organización del PSOE, Santos Cerdán. El presidente del Gobierno convocó una rueda de prensa para dar explicaciones, que empeoró aún más las cosas. Aseguró que desconocía las presuntas corruptelas de su número dos en el partido y que hasta unas horas antes el PSOE había negado categóricamente. ¿Por qué no levantó el teléfono para pedirle explicaciones antes del desmentido? ó ¿Por qué lleva varias semanas sin comparecer en los medios para responder a todas las sospechas?

También miró para otro lado con su anterior secretario de organización del PSOE, José Luis Ábalos, hasta que no ha podido negar las evidencias. Aunque no lo renovó como ministro, luego lo mantuvo de diputado. Tampoco se enteró de las maniobras para colocar a su hermano en la Diputación de Badajoz, ni de los visitas de su esposa, Begoña Gómez, a varios dirigentes del Ibex para pedir apoyo para su fundación, pese a que las hizo en coche oficial y con escoltas públicas.

Un presidente tan condescendiente con su entorno y con tan mal ojo para elegir a los dirigentes de su partido debería pagar por sus equivocaciones, tanto si no se enteró como si miente. Sánchez aseguró el jueves que él asumía "todas las responsabilidades", pero a renglón siguiente anunció un cambio en la ejecutiva del PSOE y una auditoría, que todos sabemos que no sirve para nada, en vez de convocar elecciones o presentar su dimisión por el cúmulo de errores.

Los cobros presuntos de comisiones arrancan desde el comienzo de la legislatura y arrojan una larga sombra sobre su gestión, pese a que la economía permanece hasta ahora inmune a la degradación de la clase política.

Lo sorprendente es que sus socios de Gobierno, tanto Puigdemont (Junts) como Aitor Esteban (PNV) en lugar de llevarse las manos a la cabeza y apoyar una moción de censura como hicieron con Rajoy cierren filas en torno un presidente tan tocado.

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