
En menos de una semana hemos pasado de juzgar las condiciones para la adquisición de Sabadell por BBVA a buscarle un novio en el panorama nacional, antes de conocer siquiera cuál será la decisión final del Gobierno. Si pondrá condiciones insalvables o vetará la fusión ó si por, el contrario, la facilitará.
El Gobierno ha trasladado al Sabadell, a través de los medios de comunicación, la conveniencia de dotarse de un núcleo duro, lo que ha agitado a los bancos medianos españoles en busca de caballeros blancos inexistentes, hasta ahora. La operación blindaría al banco frente a asaltos indeseados y, sobre todo, facilitaría la imposición de mayores exigencias a la OPA del BBVA por parte del Ejecutivo, aunque este lo niega oficialmente.
El Sabadell fue fundado en 1881 por más de un centenar de empresarios textiles de esta localidad para financiar las compras, principalmente, de carbón procedente de Gran Bretaña y Asturias, y de la lana, que importaban de Argentina. Ambas eran materias primas imprescindibles para la industria textil catalana. No se convirtió en un banco comercial hasta la primera década del siglo XX.
En su consejo de administración se sentaron los máximos representantes de conocidísimas estirpes empresariales con una participación accionarial relevante. Entre los más destacados estaban Joaquim Folch-Rusiñol, que presidió Pinturas Titán hasta su venta en 2020; Héctor Colonques, presidente y dueño de Porcelanosa; Sol Daurella, presidenta de Coca-Cola Europacific, o los difuntos José Manuel Lara Bosch ( propietario de Planeta) e Isaak Andic Ermay (dueño de Mango). Pero fueron abandonando su accionariado progresivamente ante la pérdida de valor en bolsa, por lo que carece de un núcleo duro de accionistas.
En junio pasado se creó la Asociación de Accionistas Minoritarios del Banco Sabadell, presidida por Jordi Casas, actual director del gabinete de presidencia de Sánchez Llibre al frente de Foment del Treball. Su familia también está vinculada al gremio de fabricantes y uno de sus primos, Francesc Casas Selvas, fue consejero del banco entre 1998 y 2013. Como vicepresidente figura Juan Corominas, relacionado también con el gremio textil, es hijo del presidente del mismo nombre del Sabadell entre 1976 y 1999, al que sucedió Joseph Oliu. Su participación actual es poco significativa.
Por eso, una de las preocupaciones de Oliu en estos últimos años es la búsqueda de un accionista estable. Después de que a finales de 2020 fracasaran las negociaciones con el actual presidente del BBVA, Carlos Torres, para la fusión, Oliu intentó un acercamiento a varias entidades de tamaño mediano. Una de las tentadas fue Kutxabank. Las conversaciones no trascendieron a la prensa porque no llegaron a plantearse formalmente, al toparse con la oposición frontal de la Fundación Kutxa, una de las tres que controla la entidad financiera vasca. La fundación guipuzcoana, en manos de Bildu, apeló al nacionalismo vasco para rehusar cualquier unión con otro banco.
A finales de 2014, el presidente de Kutxabank, Mario Fernández, ya tuvo que dejar la entidad por su choque con PNV y Bildu, tras salir a la luz las negociaciones mantenidas en secreto con Liberbank para crear un banco con fuerte presencia en la cornisa Cantábrica, que ambas formaciones políticas rehusaban.
Oliu no habla desde hace meses con los presidentes de Unicaja y Abanca, ni el Gobierno lo pidió
Oliu lo intentó también con el venezolano Juan Carlos Escotet. El presidente y propietario de Abanca rechazó de plano la oferta, tanto por precio, como por la estructura organizativa de la nueva entidad. En este caso, no se planteó una fusión, sino la toma de una participación significativa, que convirtiera a Abanca en el socio de referencia.
Las negociaciones que más tiempo duraron fueron con Unicaja. Las discrepancias en el seno de la caja andaluza a raíz de su salida a bolsa y la sustitución de histórico Braulio Medel por Manuel Azuaga primero y las discrepancias con el ex consejero delegado de Liberbank, Manuel Menéndez, tras la unión de ambas entidades, abrió una crisis de gobernanza, que se resolvió con el cese de éste último en junio de 2023.
Ambas entidades, llegaron a avanza en un un esquema de fusión que planteaba que Oliu se mantendría como presidente de las dos entidades fusionadas y José Sevilla desempeñaría el cargo de primer ejecutivo.
Las elecciones de julio de ese año, que permitieron la renovación del Gobierno de Sánchez contra todo pronóstico, truncaron los planes. Unicaja es una entidad con una fuerte impronta andaluza y el mantenimiento de su sede en Málaga era una condición imprescindible. Además, el presidente andaluz, Juanma Moreno, es malagueño. En aquel momento, Sabadell tenía su sede en Alicante y su traslado a Málaga no hubiera representado un problema insalvable, como en la actualidad, después de que Oliu, en una hábil maniobra, pactara con el president Illa la vuelta a Catalunya.
Algunos expertos señalan que, en última instancia, la entidad resultante de la unión podría mantener dos sedes, como hizo durante años el Banco Popular, que compaginó la de Madrid con la histórica de Sevillana, de 1915.
La realidad, sin embargo, es que Oliu no ha hablado ni con el presidente de Unicaja ni con el de Abanca desde hace meses, en contra de lo que publicó por error el diario Expansión. Entre otras cosas, porque la ley de opas del 2007 impide al consejo de administración, de acuerdo con el deber de pasividad, tomar medidas que afecten de manera negativa a la oferta.
Los dos bancos medianos con más opciones para una integración que dotara al Sabadell de un núcleo accionarial estable frente al BBVA, se desmarcan del plan. Abanca emitió un comunicado en el que asegura que "no tiene interés en esta operación" y que sólo participará en movimientos que preserven su "modelo de gobernanza y de negocio". Unicaja no hizo comentarios oficiales, si bien su presidente, José Sevilla, señala en una entrevista en elEconomista que están centrados en la ejecución de su proyecto, al que ve mucho recorrido. Otros bancos medianos como Bankinter ó Ibercaja tampoco muestran interés por entrar en el Sabadell.
El presidente del Sabadell estaría feliz de protagonizar la primera fusión transfronteriza
En estas circunstancias, Oliu está abocado a buscar su caballero blanco en Europa. Una idea que le ronda la cabeza desde hace tiempo, ya que el Sabadell se convertiría en la primera entidad en abordar una operación transfronteriza, que sería muy aplaudido tanto por en la Unión Europea como en los cuarteles generales del BCE en Fráncfort. Hace unos meses, ya fue el pionero en devolver su sede a Cataluña.
Una de las opciones sería ING. Su consejero delegado, Steven van Rijswijk, en la última reunión de Davos, citó a España como uno de los países interesantes para acometer adquisiciones. Además, el consejero delegado del Sabadell, César González Bueno, proviene de la entidad holandesa. Sin embargo, desde el banco se asegura que no se han producido contactos.
Otro candidato sería Crédito Agricole, que ha mostrado interés por crecer en el mercado español con la reciente adquisición de la fintech Worlwide. Ambas entidades tienen una alianza tras la adquisición de la Sabadell Asset Management por parte de Amundi, perteneciente al grupo francés.
Otro de los nombres que se barajan es el italiano Unicredit, dirigido por el ambicioso Andrea Orcel, que ha mostrado sus ganas de ampliar el perímetro del banco italiano intentando primero una fusión con Commerzbank y luego con el italiano BPM. Una operación similar a la de BBVA con Sabadell, a la que el Gobierno transalpino ha puesto condiciones leoninas. Orcel estuvo a punto de convertirse en el CEO de Santander y es un viejo conocido en el sector bancario español. entre ellos de Oliu.
Por último, estaría BNP Paribas. El grupo francés está muy presente en nuestro país en banca de negocios ó en financiación al consumo, a través de Cetelem, y a finales de 2020 lanzó el banco por internet Nickel, aunque fuentes de la entidad financiera niegan también su interés. Todo apunta a que, de momento, el Sabadell permanecerá compuesto y sin novia hasta conocer las condiciones del Gobierno. Luego ya se verá, pero un pretendiente internacional sería mejor visto que uno nacional, como se ve en la OPA.
PD.-La gran cita esta semana son las elecciones de Cepyme, en las que el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, se juega su prestigio y hasta su futuro en caso de que pierda frente a Gerardo Cuerva. El resultado está muy reñido, lo que apunta a una fractura de la patronal, que tardará en restañarse. El presidente de Cepyme está decidido en dar la batalla por la presidencia de CEOE en las elecciones de 2026 si gana ó pierde por poco. Aún hay tiempo para un pacto.