
El consejo de administración del BBVA dio el pasado lunes el plácet a su presidente, Carlos Torres, a seguir adelante con la opa después un intenso debate interno. La operación fue aprobada por la unanimidad del consejo, como le gusta remarcar a la entidad. Pero antes de la votación generó muchos interrogantes entre sus miembros. "Las cifras aún no están claras", señalan fuentes cercanas al órgano de administración.
Torres no está dispuesto a tirar la toalla tan fácilmente. Está convencido de que aunque desaparecieran por completo los 850 millones de sinergias detalladas en el folleto, la opa sigue siendo rentable para el BBVA.
Entre otros asuntos, porque nadie sabe cuánto durará el Gobierno de Pedro Sánchez. Si no se produce un adelanto, las próximas elecciones generales serían en el 2027, antes de que expire el veto de tres años anunciado por Cuerpo, y después nadie se acordará de las condiciones oficiales.
A su favor cuenta, además, con que el Gobierno ha comunicado internamente que el BBVA podrá fusionar su plataforma tecnológica con el Sabadell. Una de las principales incógnitas pendientes de conocer. El BBVA había estimado en 450 millones los ahorros de costes por esta integración.
Cuando el consejo del BBVA se pronunció, aún no se conocía la venta del TSB, la filial británica del Sabadell al Santander, por más casi 3.100 millones. Torres había señalado en Onda Cero que su impacto era neutral, porque el valor del activo seguía en el balance, ya fuera en forma de banco físico o de liquidez. Probablemente, no contaba con que la Junta del Sabadell daría su visto bueno al reparto de un dividendo de 2.500 millones, equivalente al 80 por ciento del valor de la venta, para atraer a su pequeño accionista. Y menos que lo haría en pleno periodo de aceptación de la opa.
La decisión será irreversible, como señaló Oliu en rueda de prensa el miércoles. Una vez aprobada por la Junta del Sabadell el 6 de agosto, la enajenación no podrá ser revocada por los nuevos dueños, en el caso de que triunfe la opa del BBVA. El presidente del Sabadell también remarcó que para cobrar el dividendo habrá que seguir siendo accionista de la entidad catalana, ya que el traspaso de la filial británica no se producirá hasta finales de año y el reparto del dividendo tendrá lugar ya en 2026.
Si usted es accionista del Sabadell se enfrentará a la disyuntiva de mantener las acciones o de venderlas. En el primer caso, recibirá un dividendo complementario en dinero contante y sonante de 50 céntimos, equivalente a casi el 20 por ciento sobre la cotización del pasado martes, el día que se cerró la transacción.
Si, por el contrario, decide vender, también tendrá acceso a un dividendo líquido de 70 céntimos, pero por cada 5,3456 acciones, al canje actual. A falta de conocer la evolución de los títulos hasta el momento en que se abra el proceso de venta, el accionista del Sabadell perdería casi el diez por ciento del valor de su inversión si acude a la opa, ya que la prima negativa entre la cotización de los dos bancos pasó del 6 al 9,6, a lo que habría que añadir el superdividendo.
Es decir, BBVA debería mejorar en unos 4.000 millones su oferta para evitar las pérdidas del accionista del Sabadell. Unos 2.500 millones para igualar el dividendo de 50 céntimos por título y otros 1.500 millones para compensar la diferencia en el canje propuesto. En realidad, debería ser incluso superior, porque el TSB se traspasará con un precio superior en unos 500 millones al valor en libros de la entidad.
En estas circunstancias, el BBVA está abocado a mejorar la oferta, ya sea mediante un canje más favorable para los titulares del Sabadell ó poniendo más dinero sobre la mesa si quiere garantizarse el éxito. Torres tendrá que esforzarse en explicar bien las ventajas de comprar el Sabadell a su consejo después de la venta de su filial británica.
En el banco catalán hay cierta decepción, sin embargo, con las condiciones puestas por el Gobierno. Oliu había advertido que la única manera de parar la opa era mediante su prohibición total. No tiene mucho sentido poner unos condicionantes sólo para unos años, ya que pasado ese plazo se incumplirían los mandatos sobre cierre de oficinas o reducción del crédito a las pymes. Pero el ministro de Economía insistió en "la proporcionalidad" de la decisión y no le hizo caso.
La resolución de Economía retrasa el problema de tres y cinco año, pero lo deja sin resolver, según coinciden los analistas. Después de varios meses de protestas y de pataleos por la intervención gubernamental, ahora resulta que no serán las condiciones oficiales las determinantes, si no el dividendo extra por acción el que influirá en el pequeño accionista, que ostenta alrededor del 50 por ciento del capital del Sabadell.
Las mayores dudas están en el inversor institucional. Sobre todo los fondos de inversión como BlackRock, que tiene el 6,8 por ciento del capital. El reparto del 80 por ciento del importe de TSB en forma de dividendos deja al Sabadell sin una importante palanca de crecimiento futuro en España, su principal y único mercado.
En este contexto, el futuro de la entidad pasaría por su adquisición por algún banco extranjero, con el que haya buen entendimiento, o por retomar su fusión con un banco mediano como Unicaja. Una operación que quedó pendiente en el pasado.
El seguro ganador de la partida va a ser el Santander. El banco cántabro, que comenzó con mucha prudencia analizando las sinergias del TSB, porque consideraba que el británico NatWest era el favorito, se fue animando tras la retirada de este último.
Los ahorros de costes, sobre todo por la fusión de las plataformas tecnológicas, suman unos beneficios de 500 millones en sólo tres años. Además, ganará dos puntos de cuota, que le coloca como el tercer banco británico en cuentas corrientes y el cuarto en el resto. Una posición que mejora su rentabilidad y aleja los fantasmas de una posible venta, que rondaban desde hace tiempo.
Todos estos datos le llevaron a dar un estirón en la puja final, en la que partía con una ligera ventaja el Barclays. Nadie puede decir ahora que Oliu malvendió el TSB, como se sugirió estos días, porque su precio es superior al valor en libros que se pagan por los bancos europeos, en estos momentos.
Hubo otro elemento decisivo, que convenció a Ana Botín para apostar fuerte por TSB, el afianzamiento en el mundo anglosajón. Santander es desde hace tiempo el mayor banco europeo con presencia en Estados Unidos. El saludo de Trump a Ana Botín en la cumbre de Davos dio la vuelta al mundo.
Su consolidación también como una de las cuatro grandes entidades británicas ofrece una solidez a su cotización gracias a la seguridad jurídica que ofrecen estos mercados. Su situación contrasta con la del BBVA, del que dos tercios de sus beneficios proceden de los mercados emergentes de México y de Turquía, carentes de seguridad jurídica.
El Santander se afianza así como el primer banco español, como lo refleja su cotización bursátil en los últimos meses, que se ha despegado de la del resto y continúa siendo la entidad con mejor perspectiva de crecimiento. Como se suele decir: a río revuelto, ganancia de pescadores.
PD.- En el mundo financiero, las miradas están puestas en el congreso del PP de este fin de semana y en la fiesta que Abu Dabi ofrece el martes próximo en el hotel Four Seasons de Madrid, el más lujoso de la capital, con la presencia del Sultán Al Jaber para celebrar el décimo aniversario de Saeta. Al encuentro están invitados los ejecutivos de sus socios en España, Iberdrola, Endesa ó Moeve, pero no los socios de Naturgy ni, por supuesto, su presidente ejecutivo, Francisco Reynés. Los fondos CVC y GIP no tienen prisa para vender tras el éxito de la autoopa sobre el diez por ciento del capital para dar liquidez a los títulos de la eléctrica. Las expectativas de reapertura de negociaciones con Taqa, uno de los brazos inversores de Abu Dabi, se quedan en agua de borrajas.
En el PP, su presidente, Alberto Núñez Feijoo, ha revolucionado la estructura interna al sustituir a Cuca Gamarra por Miguel Tellado en la secretaría general y al recuperar a Alberto Nadal, ex secretario de Estado de Industria, como portavoz económico, cargo que ya desempeñó con Pablo Casado.
A las diferencias entre Pablo Vázquez, presidente de la Fundación Reformismo 21, con Juan Bravo, que se queda en el área de Hacienda, se sumará en el futuro la voz de Nadal. Además, Feijóo cuenta con la sesoría personal de su ex vicepresidente en Galicia, Paco Conde. La cuestión es quién marcará a partir de ahora la pauta de la política económica en el PP.