Cuando el ex alcalde de Madrid Juan Barranco se retiró de la vida política pronunció una frase que, algunos años después, ha cobrado mayor significado incluso del que tenía en su día. “La política española está encanallada”. Las palabras del histórico dirigente socialista datan de cinco años atrás, cuando la nueva clase política que llegó a la política española por aquellos tiempos comenzaba a imponer sus modos de hacer desde los platós de televisión y las redes sociales. No es que el odio visceral al ideológicamente diferente no estuviera ya arraigado entre nosotros en la etapa democrática, sino que se acentuaba más aún después de una larga crisis económica que sacudió la sociedad occidental, y que en España sacó a la superficie algunas cosas que estaban ocultas bajo la epidermis hasta entonces. Esa capa subterránea emergió. Y ahora, cinco años después, copa las posiciones más relevantes de la vida pública siendo fiel a su preferencia por lo cainita y por despellejar al adversario como primer objetivo, mucho antes que cualquier beneficio para los ciudadanos que son administrados.