Profesor de la Fundación de Estudios Financieros

Con la llegada de las masivas campañas de vacaciones, en las principales economías del mundo se esperaba con anhelo la reactivación económica. La deseada recuperación parece que se va instalando entre nosotros, más despacio de lo deseable y previsible por las nuevas variantes del virus. Al hilo de esa recuperación, incluso antes de la misma, surge un problema económico de envergadura: el de la evolución de los precios de bienes y servicios. Es éste un problema que golpea a todos los países. La inflación no está localizada en un área geográfica, todo lo contrario: es un problema global.

Los bancos centrales llevan desde hace tiempo, mucho tiempo, siendo las instituciones donde más y más se focaliza la mirada de muchos agentes económicos y financieros. Sin ir más lejos esta mismas semana, ayer para ser exactos, el Banco Central Europeo ha centrado nuevamente la atención. La causa, de acaparar la mirada de muchos, ha estado en declarar que la institución situaba su objetivo de inflación en el 2%. El anuncio de esta decisión supone un cambio en su objetivo en materia del precio de los bienes y servicios. Más concretamente y de acuerdo con la nota de prensa "la nueva estrategia contempla un objetivo de inflación simétrico del 2% a medio plazo". El lenguaje de los bancos centrales es siempre difícil de entender, sin embargo esta vez lo aclara perfectamente al transmitir, dictar podríamos decir, que "este objetivo es simétrico, lo que significa que las desviaciones positivas o negativas son igual de indeseadas".

Durante esta semana que dejamos atrás los bancos centrales han acaparado buena parte de la atención económica y financiera. Desde hace relativamente poco, entre economistas e inversores, el análisis y la preocupación han comenzado a centrarse en la evolución de los precios de los bienes y servicios, es decir el Índice de Precios al Consumo. Hasta hace muy poco la preocupación de los directores de la política monetaria era el bajo nivel de crecimiento de los precios, por debajo del 2%. Ahora los precios se mueven por encima, fuertemente en los Estados Unidos, en menor medida en Canadá; en Europa empezamos a acercarnos a ese nivel del 2%; Reino Unido ya supera ligeramente los dos puntos porcentuales. En China, evidentemente con otros objetivos, los precios han subido un 6,8% de acuerdo al último dato disponible.

La sorpresa económica de la semana, al menos en lo que llevamos de ella, ha sido la publicación por parte de Banco de España de la ratio de deuda pública. Esta ratio sitúa el peso relativo de lo que debemos sobre la suma de los beneficios económicos y los salarios incluidas las cotizaciones sociales, el conocido PIB, en un 125,3 %, de acuerdo con las cifras avanzadas por el Banco de España.

Ahora que parece que vamos volviendo a la normalidad, al menos se vislumbra así, son muchos los que se plantearán el título de esta tribuna. Sin duda, ahora es el momento de seguir lamentando los muertos, o los que han quedado con graves secuelas o aquellos que han estado ingresados o quizá han pasado esta plaga bíblica sin ni siquiera poder enterarse. Es hora también de reivindicar a los empleados públicos desde las limpiadoras de los hospitales, pasando por policías, hasta los médicos que han sido un ejemplo en esta terrible pesadilla.

Esta semana se ha llevado a cabo la fusión entre dos grandes entidades crediticias españolas. CaixaBank y Bankia son ya un único banco. Esta fusión o absorción, como se quiera ver, ha sido el último movimiento del revuelto mapa bancario español, y también europeo. Ahora bien, nada indica que éste sea el último episodio que veremos en un sector que tiene una importancia capital en la economía.

Durante prácticamente un siglo, Occidente ha mirado a los Estados Unidos de América para encontrar referentes: libertad, democracia, justicia, orden. Cada nueva generación viviendo mejor, junto a la posibilidad de avanzar por el esfuerzo y la dedicación eran ideas asociadas al sueño americano.

Nuevamente azota la pesadilla del bicho, la del maldito Covid; es prácticamente una maldición que no somos capaces de quitarnos de encima. Estamos metidos de hoz y coz en la tercera fase o rebrote de la pandemia y la verdad es que nunca nos la quitamos de encima. Desde nuestro penoso Gobierno se han lanzado mensajes que animaban a salir, cuando la situación no estaba nada clara. El Ejecutivo de Sánchez, pasada la primera pandemia y sus constantes mentiras, ante el problema del segundo y tercer rebrote se puso de perfil y transfirió a las comunidades autónomas las responsabilidad, de forma que la respuesta no era unánime. Ese Ejecutivo Frankenstein dejó de mirar, como en la primera ola, lo que estaba ocurriendo en los países de Europa y por supuesto no tomó ninguna decisión. El desaparecido Gobierno lo fio todo a la vacunación, algo que los expertos en pandemias ya avisaban que no sería una solución en el corto plazo, los contagios no pasarán a ser un problema marginal hasta bien entrado el presente ejercicio incluso con las vacunas.

Nuevamente, el sector bancario ocupa los titulares de la prensa económica. En este caso la razón es la fusión o absorción de Liberbank por Unicaja. Es esta una fusión muy conocida y de la que se ha hablado mucho, tanto en el pasado como recientemente. Ambas entidades han estado en contacto desde hace bastante tiempo con la intención de formar una única. Nadie sabe a ciencia cierta las razones que en el pasado llevaron a romper las negociaciones entre ambas entidades, todo indica que el reparto de poder era la causa principal de la ruptura; esta vez, sin embargo, el escollo parece solucionado. Esta vez, el Banco de España puede haber presionado fuerte para que la fusión se llevase a cabo, máxime si, como se comenta, al Banco Central no le gustó la ruptura del pasado.

Lo que parecía un hecho aislado en China como el SARs, se ha transformado en una pandemia como advirtió la OMS. Una pandemia de miedo, transformada en pánico, el nivel de mortalidad es inferior a la de una gripe, el tabaquismo o los muertos en carretera. Sin embargo el miedo es libre y como se dice "solo algo hay más miedoso a un dólar, dos dólares".