
El retraso que sufre la vacunación en España es la consecuencia de la desorganización que domina todo el proceso ya desde noviembre. España acumulaba entonces uno de los mayores retrasos de los países de la OCDE en cuanto a planificación de su logística.
Mientras Estados como el alemán o el nipón avanzaban en la recopilación de datos y el asesoramiento de expertos, España sólo contaba con un genérico anuncio del ministro Illa sobre cuáles serían los grupos prioritarios en la campaña. Como ocurrió en la desescalada de junio y en el inicio de la segunda ola del Covid, Sanidad ha vuelto a inhibirse en la toma de las decisiones más complejas y ha delegado en las autonomías. Una vez más, queda en evidencia el alto coste de la inacción en la que el Ministerio se refugia.