
La euforia inicial del mercado por la cercanía de una vacuna efectiva tras los distintos anuncios (primero de la farmacéutica Pfizer, después de Moderna y finalmente de AstraZeneca) pasa de puntillas sobre las cuentas de resultados del sector financiero español. La banca cotizada no logrará equiparar su beneficio a los niveles precrisis, al menos, hasta dentro de tres años.
El consenso del mercado corta de forma radical los aspavientos por el anuncio de un antídoto para el coronavirus y prevé que la banca española cerrará el año con unas pérdidas de 6.026 millones de euros. La diferencia es prácticamente nula frente a las estimaciones que Factset mantenía para el sector tan solo el viernes previo a conocerse el anuncio de la vacuna. Entonces, la previsión era que las entidades cotizadas domésticas cerrarán el ejercicio con unos números rojos de 6.366 millones de euros.
La situación tampoco da un viraje radical a medio plazo, de cara a 2022, tiempo en el que según el mensaje del Ejecutivo español, ya estará inmunizada la población, teniendo en cuenta que las primeras dosis llegarán entre finales de este año e inicios de 2021 y la campaña de vacunación masiva, hoy por hoy, se espera que comience en primavera.
La previsión para cierre de 2022 es que el sector financiero español cierre con un beneficio de 11.673 millones de euros, una cifra que empeora sutilmente la previsión que tenía el mercado previa al anuncio del antídoto, estimando entonces unas ganancias para el sector a cierre de 2022 de 11.762 millones de euros.
Así, en base a las proyecciones del consenso del mercado, de cara a los dos próximos años, las entidades aún no habrán alcanzado los resultados que obtuvieron a cierre del ejercicio pasado, periodo precrisis. Entonces, la banca cotizada (Santander, BBVA, CaixaBank, Bankia, Sabadell, Bankinter, Unicaja y Liberbank) ganó 13.200 millones de euros. Según las previsiones de los analistas, el sector no equiparará dichos beneficios hasta 2023.
Sin embargo, cabe destacar otro aspecto positivo que podría conllevar la situación para las entidades: una inflación tras la pandemia. La previsión del BCE es que haya una inflación del 1% para 2021 y del 1,3% para 2022 y, por tanto, cercana al 2% a medio plazo. El mandato de estabilidad de precios del supervisor pasa porque la inflación no alcance esta cota, lo que supondría un sobrecalentamiento de la economía, y para evitarlo, podría incrementar los tipos de interés, con el consecuente aumento de ingresos para la banca.
Necesidad de provisiones
Sin embargo, los mensajes actuales aún son negativos para el sector. El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, advirtió a inicios de esta semana que, a pesar de la vacuna, la economía no mejorará y mantiene la previsión de que España no se recuperará hasta 2023. Además, De Cos aseguró que el organismo modificará a la baja la caída del PIB para este cuarto trimestre y el primero de 2021 por el efecto que tendrá en la economía las mayores restricciones a la movilidad que se están produciendo durante estos meses. Lo que significa que, cuanto más larga sea la crisis más tardarán las familias y las empresas en recobrar el pulso para afrontar sus deudas e incrementar el consumo, lo que también se traduciría en una mayor demanda de crédito y transaccionalidad de operaciones que finalmente repercuten en los ingresos del sector. Además, hay un otro impacto clave para la banca en cuanto a la duración de la crisis que condiciona sus resultados: las provisiones. Cuanto más se retrase la recuperación, crece el riesgo de que el volumen de impagos de hogares y empresas se multiplique, obligando a las entidades a incrementar las dotaciones.
Las entidades provisionaron hasta cierre del tercer trimestre del año 8.120 millones de euros solo para parapetarse de los riesgos de la pandemia. Una cifra que, junto con los ajustes de los fondos de comercio de las filiales extranjeras del Santander y BBVA, llevaron al conjunto del sector cotizado a asumir unas pérdidas hasta septiembre de 7.600 millones de euros.
El global de las provisiones del sector en septiembre, incluyendo las dotaciones habituales junto con las realizadas por la crisis, ascendió a 19.363 millones de euros, casi un 70% más que un año antes. No obstante, la banca se ha ganado una regañina del Banco de España por las dotaciones realizadas en el aislado del tercer trimestre. La subgobernadora del organismo, Margarita Delgado, reprochó el miércoles que la banca había reducido el volumen de dotaciones para cubrir los riesgos de la pandemia entre julio y septiembre, frente al trimestre anterior, algo que tachó de "imprudente".
A su juicio, es importante que la banca analice las situaciones de modo individual diferenciando entre los efectos transitorios y permanentes de la pandemia y que realice provisiones. "Es inevitable que la tasa de activos dudosos crezca", dijo.
La mora que viene
El anuncio de que lo peor está por llegar no solo procede de las autoridades supervisoras (el BCE lo advierte y la Autoridad Bancaria Europea pidió el miércoles más provisiones al sector para evitar un "efecto acantilado" una vez se retiren las medidas de apoyo a familias y empresas), sino que ya está más que digerido por las propias entidades. Los principales ejecutivos bancarios advirtieron a finales de octubre, durante las respectivas presentaciones de resultados, que se espera que en 2021 comience a repuntar el incremento de la mora. De momento, los impagos se han mantenido anestesiados por las medidas de apoyo puestas en marcha, con dos grandes protagonistas: los avales del ICO y las moratorias.
El primer estímulo ha permitido dotar de liquidez a las empresas para afrontar sus pagos y, por otro lado, también ha incrementado la cartera crediticia del sector de modo que diluye el efecto de la mora que ha entrado estos meses. Las moratorias, por su parte, han evitado impagos en los préstamos en estos primeros meses de pandemia permitiendo a familias y empresas suspender temporalmente el periodo de pago de hipotecas y créditos al consumo. Por tanto, se espera un mayor volumen de impagos a medida que expiren los aplazamientos: a finales de año para el caso de los créditos al consumo y a mediados de 2021, en hipotecas.
De esto modo, a pesar de que el anuncio de la vacuna pueda suponer un alivio para la crisis, al menos marca un horizonte para el fin de la pandemia, los efectos en materia de destrucción de empleo y empresas ya no tienen vuelta atrás y se dejarán notar en la capacidad de hogares y compañías a la hora de afrontar sus deudas y, por ende, impactarán de lleno en los resultados de las entidades en los próximos meses en materia de provisiones para cubrir del riesgo y de menores ingresos.
La situación ha llevado a una reestructuración del sector en nuestro país, ante la apabullante caída de la rentabilidad de la banca en cuestión de meses, por los menores beneficios obtenidos. A la fusión aprobada por CaixaBank y Bankia, previsiblemente se sumarán las de BBVA y Sabadell y Unicaja y Liberbank, lo que mermará el número de entidades cotizadas en el país de ocho a cinco. Cabe destacar, no obstante, que la previsión del consenso del mercado sobre los resultados del sector, de momento, no tiene en cuenta esta consolidación.
Adiós a los peores escenarios
Gobierno y Banco de España ya descartan los peores escenarios económicos, gracias a la vacuna. El supervisor estimó una recuperación del PIB para 2021 del 7,3% en el contexto más favorable y del 4,7%, en el más negativo; y una recuperación para 2022 del 3,3% en el mejor escenario y del 1,9% en el peor, en caso de que siguieran los rebrotes. Así, 2022 podría cerrar con un nivel del PIB tan solo dos puntos porcentuales por debajo al de 2019, frente a los seis puntos menos que registraba el peor escenario.