
España va estar a la cabeza de la recuperación económica en Europa. La OCDE ha sido el último organismo internacional en presentar sus previsiones con una mejora de las expectativas de crecimiento. El PIB de España avanzará un 5,7% en 2021, solo superado por Francia en la zona euro, y un 4,8% en 2022, liderando el rebote.
Al igual que el covid-19 golpeó la economía nacional con más violencia que a cualquier otra en el euro, la recuperación inmediata será también más intensa en España por un 'efecto rebote' (partimos desde mucho más abajo). ¿Qué pasará después? Una vez que España recupere los niveles previos al covid, el espejismo podría desvanecerse, quedando un desierto económico para el largo plazo.
Incluso asumiendo las previsiones de la OCDE como buenas, España no alcanzaría los niveles de PIB previos a la pandemia hasta 2023, por lo que todo el crecimiento hasta entonces, por muy fuerte que sea, solo servirá para situarnos en niveles de 2019. Tras la caída del 11% del PIB, la producción nacional parte de un nivel mucho más bajo (una base inferior), que permitirá a España, con poco, lograr unas tasas de variación del PIB (crecimiento) que superarán a las de países que han sufrido menos durante la pandemia.
Aún así, ni siquiera este vigoroso crecimiento a corto plazo termina de estar garantizado. "Al igual que otras economías de Europa, España parece preparada para recuperarse con fuerza una vez que se reduzcan las medidas de contención social. Pero los riesgos siguen inclinados a la baja a corto plazo. Si España pierde la crucial temporada turística de verano, por un progreso insuficiente en la lucha contra la pandemia, el crecimiento económico podría decepcionar en 2021", aseguran los analistas del banco de inversión alemán Benrenberg.

Los economistas de Capital Economics, en un documento que analiza la economía español, van más allá y señalan que "incluso si sus previsiones de un fuerte crecimiento en los próximos años son correctas, el nivel del PIB habrá tardado en recuperar su pico anterior al virus más que Italia, Alemania y Francia. Además, la pandemia ha puesto de manifiesto las debilidades estructurales que pesarán sobre el crecimiento potencial del PIB a largo plazo".
"Prevemos que el crecimiento se ralentice notablemente a medio plazo. Sospechamos que la economía de España tendrá un desempeño inferior que el conjunto de la zona euro ante el previsible fracaso a la hora de implementar las reformas estructurales necesarias para impulsar el crecimiento", sentencian estos expertos. La inestabilidad política jugará en contra de estas reformas que requieren de un fuerte apoyo político.
Tapones para el crecimiento
Sin cambios notables ni reformas, una vez que se disipe el 'efecto rebote', la economía se enfrentará a serios tapones en su crecimiento potencial: baja productividad, mercado laboral dual, una fuerza laboral decreciente, un sistema de pensiones muy deficitario, una deuda pública considerable, un tejido productivo muy intensivo en empresas de pequeño tamaño, escasa estabilidad política...
Los economistas de Scope Rating (una agencia de rating alemana) concluían en un informe que estudiaba las tendencias de largo plazo de las economías europeas que en España "es probable que el PIB se estanque en las próximas décadas. Las tendencias demográficas adversas contrarrestarán las ganancias esperadas en productividad y del empleo". Aunque la productividad seguirá creciendo (poco), una menor cantidad de personas disponibles para producir lastrarán el crecimiento total del PIB.
Desde BNP Paribas explican en una nota que si no se producen entradas netas de inmigración, "se espera que España experimente una caída del 2,6% de la población para 2030. Aunque no es el único factor en juego (la tasa de actividad ha caído, por ejemplo), la disminución de la población está provocando que la población activa se estanque (España e Italia) o disminuya (en Grecia y Portugal). Con esta perspectiva de una disminución constante de la fuerza laboral, la necesidad de generar un mayor aumento de la productividad para apoyar el crecimiento económico será cada vez más importante".
Sin productividad no hay paraíso
Este aumento de la productividad resulta complicado de alcanzar por varios factores, entre ellos la composición de nuestro tejido productivo. Los últimos datos publicados por Eurostat corroboran la vulnerabilidad del tejido productivo español. El 94,5% de las empresas son micro (menos de diez empleados) y ocupan al 40,8% de los trabajadores, mientras que el 4,8% son pequeñas (entre 10 y 49 empleados) y ocupan al 19,6% de los empleados, el 0,6% son medianas, dando empleo al 13,5% y el 0,1% son grandes (más de 250 empleados) y dan trabajo al 26,1% de los ocupados. Estas empresas grandes suelen ser las que se encuentran más cerca de la frontera tecnológica, son más productivas y remuneran a sus empleados con unos salarios medio más elevados. Tras la crisis, la deuda será una losa enorme sobre estas pequeñas firmas que ya tenían problemas para invertir, mejorar sus procesos y ganar en productividad.
Para lograr un crecimiento más sólido en el largo plazo, quizá hubiera sido una mejor opción inyectar dinero directamente en las empresas, pero España ha optado desproporcionadamente por la opción de los avales (más deuda). Las inyecciones de dinero llegan tarde y son insuficientes.
El elevado nivel de deuda pública ha jugado en contra. Durante esta crisis se ha podido ver cómo España avalaba grandes volúmenes de créditos para empresas, pero se quedaba corta con las ayudas directas. "El gobierno se ha mostrado muy reacio a gastar generosamente para apoyar la economía. Las divisiones políticas no habrán ayudado, ya que ha sido difícil para un gobierno minoritario reunir apoyo para sus propuestas", sostienen desde Capital Economics.
"Es difícil precisar por qué ocurre esto. Una explicación es que las finanzas públicas de España estaban en mal estado antes de la pandemia. Con una carga de deuda pública del 95% del PIB el año pasado y un déficit estructural de casi el 4% del PIB, es justo decir que España no tenía un gran margen fiscal. Pero tampoco Italia", comenta el documento de Capital Economics. El estigma de la pasada crisis de deuda puede haber jugado en contra de España, aseguran estos expertos.
El nivel de deuda pública ya era alto al llegar la crisis (95% del PIB de deuda) y ahora supera el 117% del PIB. España es vulnerable a los cambios en los tipos de interés, puesto que podrían complicar el pago de la deuda y detraer muchos recursos del gobierno. Además, cuando llegue la próxima recesión es muy probable que España tenga que combatirla con unos niveles de deuda todavía muy elevados.
El sempiterno problema del mercado laboral
Bajo este contexto, "las perspectivas a más largo plazo para la economía española distan mucho de ser brillantes", insisten desde Capital Economics. Las debilidades son evidentes y conocidas, pero nadie quiere abordarlas de verdad cuando está en el gobierno. Estos puntos débiles también "incluyen un mercado laboral dual que ha sido durante mucho tiempo una de las mayores debilidades de la economía, pero sus efectos negativos son ahora todavía más claros", aseguran.
Por un lado, el uso excesivo de los contratos temporales eleva la inestabilidad del mercado laboral. En momentos de crisis, las empresas ajustan por cantidades, es decir, despidiendo o no renovando a los trabajadores temporales. Esta situación se ha suavizado durante esta crisis con los Ertes, pero ello no significa que se haya solucionado.
Por otro lado, la temporalidad es una de las causas de la baja productividad. Las empresas no tienen incentivos para invertir en la formación de los trabajadores temporales, porque su permanencia en la empresa (temporal) no compensará el gasto en su formación.
"La población activa, en general, de España está relativamente poco cualificada en comparación con el promedio de la zona euro. Alrededor de un tercio ha dado por concluida su formación a los 16 años. El uso de contratos temporales perpetúa esta situación, ya que hay pocos incentivos para que las empresas mejoren las habilidades de estos trabajadores, muchos de los cuales solo son contratados por menos de un mes", comentan los expertos de Capital Economics.
De hecho, los trabajadores temporales en España rara vez pasan a un puesto fijo. Los datos de Eurostat muestran que en 2019, la posibilidad de pasar de un contrato temporal a uno permanente era inferior al 10%. En Portugal, fue alrededor del 33% y en los Países Bajos superó el 40%. El resultado es que los bajos niveles de 'capital humano' de España significan que el crecimiento de la productividad y, por lo tanto, el ritmo de crecimiento potencial son más pobres.
La esperanza de los fondos europeos
Los fondos que va a recibir España de Europa podrían ser una parte de la solución a estos problemas, sobre todo el de productividad (que debería resolverse a través de reformas estructurales). Sin embargo, otra de las debilidades que amenazan el largo plazo de España también pueden arruinar el buen uso de estos fondos. "A largo plazo, vemos una posibilidad de que España pueda aumentar su tasa de crecimiento potencial si la UE utiliza las subvenciones para empujar a España hacia reformas favorables al crecimiento. Sin embargo, sigue siendo una pregunta abierta si la coalición de centro izquierda-izquierda aceptará e implementará tales reformas", aseguran los economistas de Berenberg.
Bruselas pide a España incrementar la sostenibilidad del sistema de pensiones, lo que reduciría la presión sobre las finanzas públicas españolas a la vez que podría incrementar el crecimiento potencial, si dentro de esa reforma se prolonga la edad de jubilación o se añaden incentivos que pudieran incrementar la fuerza laboral. Otro de los puntos claves es el comentado anteriormente: acabar con la dualidad del mercado laboral. La UE también se pide una mayor cohesión normativa a nivel territorial que facilite la inversión extranjera y también la nacional.
Todo lo anterior apoyaría la productividad y generaría unas expectativas más positivas a largo plazo. Pero "algunas de estas reformas serán impopulares y políticamente sensibles. Incluso pueden generar serias tensiones dentro de la coalición gobernante. La derogación de la reforma laboral de 2012 es una propuesta histórica de de Podemos. Pero, en nuestra opinión, esta es la única forma de que España incremente su crecimiento potencial tras la pandemia. Bajo la actual coalición, España se ha convertido en un rezagado de las reformas", explican los economistas del banco alemán de inversión.
En esta ocasión, no le debería quedar más remedio que seguir adelante con las reformas si quiere acceder a los fondos de la Unión Europea. No obstante, "saber si se llevarán a cabo esas reformas y si España tendrá la capacidad administrativa para utilizar adecuadamente los fondos sigue siendo una pregunta abierta", sentencias los expertos de Berenberg.