Redactor de elEconomista

"No nos comprometemos de antemano con ninguna trayectoria de tipos de interés en particular". Dos veces ha repetido Christine Lagarde, presidente del Banco Central Europeo (BCE) la misma frase en un discurso de 7 minutos. Esta redundancia deja una evidencia clara: el BCE no sabe qué va a pasar con la inflación. Hay fuerzas que la van a impulsar al alza, como el mayor gasto en defensa y unos déficits públicos altos, mientras que hay otros factores que pueden reducir los precios, como la apreciación del euro o la ralentización de la economía global. De este modo, puede que hoy haya sido la primera reunión de muchas en las que el BCE no vuelva a bajar los tipos... o no. El shock inflacionario es cosa del pasado. Ese shock que afectó a Europa (y el mundo) entre 2021 y 2023, pero nadie niega que otro tipo de shock pueda estar en camino.

El Banco Central Europeo (BCE) se ha tomado una pausa después de haber recortado los tipos de interés en 200 puntos básicos en un año, con siete recortes consecutivos hasta hoy. La incertidumbre económica y geopolítica, junto con una inflación que puede 'saltar' hacia cualquier dirección, el BCE prefiere ser cauteloso y esperar a tener más datos para mover los tipos. De este modo, la tasa de depósito (donde los bancos aparcan su exceso de liquidez) se mantiene en el 2%, el tipo principal de financiación en el 2,15% y la ventanilla de emergencia en el 2,4%, según se desprende del comunicado oficial.

La lógica del análisis fundamental no siempre mueve a la bolsa. En ocasiones los mercados se convierten en un foro de especuladores, que mueven la cotización de una o varias compañías con agresividad, sin que haya un motivo económico detrás. Esto fue lo que ocurrió a principios de 2021, cuando un grupo de inversores que participaban del foro Reddit dispararon la cotización de algunas empresas en graves problemas. Entre sus argumentos estaba la intención de castigar a fondos bajistas que estaban haciendo buen negocio con el hundimiento de empresas como GameStop, AMC Entertainment, o Naked Brand Group. Ahora, la inversión en compañías 'meme' está volviendo a hacer aparición, con una decena de firmas que se están disparando en bolsa sin que haya ningún cambio significativo en su situación fundamental. Para muchos analistas esto es una nueva señal de burbuja en el mercado.

El precio del cacao continúa cotizando en precios desorbitados. Aunque el grano ha corregido un 35% desde máximos, todavía es cinco veces más caro que la media histórica, y ahora, el encarecimiento está empezando a salpicar a una de las chocolateras más importantes y de más prestigio del planeta. La suiza Lindt se hunde hasta un 7,6% en bolsa este martes, después de publicar sus resultados de la primera mitad del año, y confirmar un frenazo en su negocio por los altos precios del chocolate. La compañía, que hasta ahora había conseguido evitar sufrir en bolsa las consecuencias de la crisis del cacao, ha publicado unos resultados peores de lo esperado, hasta el punto de que el frenazo del volumen de negocio de Lindt ha sido más fuerte en esta primera mitad de año de lo que fue en la Gran Crisis Financiera, y también en la del Covid-19. De fondo, Bank of America espera que la tensión por los altos precios se mantenga varios años.

Las grandes economías de Occidente comparten ahora una debilidad, que tiene a muchos inversores en vilo, y que puede ser el detonante de una crisis financiera si la situación no se gestiona con extrema cautela. Algunos de los países más importantes del mundo han acumulado una enorme cantidad de deuda desde la Gran Crisis Financiera y, aunque desde el Covid el nivel de endeudamiento frente al PIB se ha moderado algo, la situación es muy preocupante en países tan importantes como Estados Unidos, Japón o Francia. Para financiar el crecimiento económico tras la crisis, y también para luchar contra el impacto de los confinamientos durante el Covid, algunas de las principales economías mundiales han acumulado un polvorín de deuda en sus sótanos, y hay señales evidentes de complicaciones a la hora de vaciarlo. Por el camino, cualquier chispa puede hacer detonar el polvorín y desatar una crisis de mercado que se puede contagiar a la bolsa.

La nueva herramienta anticrisis que ha puesto sobre la mesa la Comisión Europea se presenta como una nueva alternativa al Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), el fondo de rescate que se utilizó para los rescates a Grecia, Chipre y a la banca española en los años de la crisis de deuda europea. El nuevo fondo de rescate se presenta con varias condiciones para convencer a los escépticos, como la necesidad de unanimidad a la hora de desembolsarlo, pero, a diferencia del MEDE, las exigencias de compromisos fiscales o reformas estructurales quedarían fuera de la mesa. La idea es tener a disposición de la Unión un fondo, similar al que se usó durante la pandemia, para responder con agilidad a graves crisis. Eso sí, será un préstamo, y nunca una ayuda sin contraprestaciones.

La economía rusa está peor de lo que parece, y la banca del país está preocupada. A finales de junio, la agencia Bloomberg publicó cómo hay varios banqueros del país que reconocen una situación más grave de lo que dicen los datos oficiales, con niveles de impago más altos de lo que se reporta, y con los balances de grandes bancos del país en una situación más preocupante de lo que se quiere admitir. Ahora, los banqueros rusos se están reuniendo en secreto para intentar organizar una petición de rescate al banco central en caso de que la situación no mejore. Se hará el año que viene, siempre y cuando el porcentaje de préstamos de mala calidad en el balance de los bancos siga creciendo.

Este martes, Scott Bessent, el secretario del Tesoro estadounidense, admitió que ya ha dado comienzo el proceso formal para elegir al próximo presidente de la Reserva Federal. El actual, Jerome Powell, ha sido el centro de las críticas por parte de Donald Trump, tanto en su primer mandato como presidente de Estados Unidos, como en el segundo, el actual, y el ataque a la independencia de la Fed no para de aumentar. Este jueves The Wall Street Journal publicó que Trump ya tiene preparado un boceto de una carta de despido a Powell, algo que, sin embargo, no parece que vaya a ser necesario: el presidente de la Fed está cerca de terminar con su mandato, y por mucha urgencia que tenga Trump y su equipo para que bajen los tipos, despedir a Powell sería un hito sin precedentes que atacaría la independencia del banco central. De hecho, Trump negó esta posibilidad al poco tiempo de publicarse la noticia. Sea como sea, la búsqueda del próximo presidente de la Fed ya ha comenzado y hay cuatro candidatos, entre los que se encuentra el propio Bessent, que suenan para presidir el banco central en los próximos cuatro años.

Japón tiene que pagar la cuenta por los esfuerzos que ha hecho en las últimas décadas para evitar la deflación y estimular la economía, y el bono del país lo sabe. Desde el año 2013, Japón ha sido el paradigma de los estímulos monetarios y los tipos de interés bajos, con un banco central que ha comprado masivamente deuda del país, fondos cotizados de bolsa (ETFs) y hasta activos inmobiliarios. Ahora, los mercados están haciendo pagar al país las cuentas de los estímulos de los últimos años, con un incremento de la rentabilidad a vencimiento del bono japonés hasta máximos del año 2008: el título a 10 años ha aumentado su rentabilidad en el arranque de la semana hasta el 1,595% en el intradía del lunes, un nuevo máximo no visto desde 2008. Con un Gobierno y una oposición que no logran plantear un recorte profundo del gasto, la tendencia de un aumento de la rentabilidad del bono continúa y amenaza al resto de mercados mundiales. Eso sí, para el CEO de uno de los mayores bancos de Japón, Mizuho Financial, el bono se establecerá en el entorno del 2%, sin graves consecuencias, pero advierte del peligro si el título supera el 3%.

El optimismo que ha surgido tras la tregua de la guerra arancelaria, a pesar de todavía no estar resuelta, está llevando a los gestores de fondos a volver a invertir en activos expuestos al riesgo con rapidez. Tanto, que están empezando a saltar las primeras alarmas por un posible sobrecalentamiento de la bolsa: la posición de liquidez que mantienen los gestores encuestados en sus carteras ha caído a uno de los niveles más bajos de la historia, el 3,9%, y ha disparado la señal de venta para el banco estadounidense. Y es que, el aumento en los últimos 3 meses de los gestores que reconocen estar asumiendo un riesgo más alto de lo normal es el más rápido que se recuerda.