Redactor de elEconomista

¿Qué hacen los empleados del Pentágono cuando reciben la alerta de que va a estallar una crisis mundial y necesitan quedarse en el trabajo más de lo previsto? Pedir una pizza. O más bien un centenar, teniendo en cuenta las 27.000 personas que trabajan en la sede del Departamento de Defensa de EEUU. Esta es la teoría detrás del "Pizzómetro", un indicador que lleva usándose desde los años 80 para predecir guerras, ataques e invasiones, y que ha vuelto a triunfar este jueves, al señalar que algo estaba ocurriendo poco antes de que Israel lanzara sus ataques contra Irán.

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Nuevo incremento de la tensión geopolítica a nivel mundial. Israel ha decidido lanzar esta madrugada un ataque aéreo contra Irán en una importante escalada en el enfrentamiento por el programa atómico de Teherán que corre el riesgo de desencadenar en una nueva guerra en Oriente Medio.

El riesgo de una confrontación directa entre Israel e Irán no para de crecer. En el marco de las negociaciones nucleares entre Estados Unidos y el país árabe, Israel parece haber tomado la decisión de atacar a Irán. Según publica The New York Times, citando fuentes estadounidenses y europeas conocedoras de la situación, Israel estaría preparando un ataque de escala desconocida. La noticia llega en un momento en el que Donald Trump reconoce que es cada vez más escéptico a cerrar un acuerdo, con un encuentro cerrado este domingo entre los representantes de EEUU e Irán. El petróleo recogió el miércoles las tensiones en este frente, con la mayor subida de precios en un solo día desde octubre, aunque el jueves ha caído y modera parte de la última subida. Sin embargo, desde JP Morgan advierten el peligro de que el crudo se dispare hasta los 130 dólares, en el peor de los escenarios, que supondría el cierre del estrecho de Ormuz, uno de los principales cuellos de botella para el comercio mundial.

El fracking estadounidense sigue sufriendo el aumento de producción de Arabia Saudí y la Organización de Países Exportadores de Petróleo. Los pozos operativos en Estados Unidos no dejan de caer, y ya han tocado un mínimo no visto desde 2021, con 442 pozos abiertos en este momento en el país. El problema para las empresas del sector en Estados Unidos es que sus costes de producción son mucho más altos que los del reino saudí, y ahora están sufriendo un petróleo en precios que nos les deja margen de ganancias. Así, hasta que la dinámica de precios cambie, parece que inevitable que la producción de crudo de esquisto en Estados Unidos continúe deteriorándose.

Uno de los mayores gestores del mundo de renta fija, la gestora estadounidense Pimco, ha llevado a cabo su revisión anual de perspectivas seculares, y confirma a sus clientes el atractivo que ha alcanzado la deuda en el contexto macroeconómico y de mercado actual. La oportunidad ahora es muy atractiva, tanto, que Richard Clarida, asesor económico global de la firma y exvicepresidente de la Fed, y Marc Seidner, director de inversiones de estrategias no tradicionales, no veían una situación similar en décadas. La capacidad de la Fed de bajar tipos, junto a unas rentabilidades de los bonos que son muy atractivas, y el poder de diversificación que tienen en un momento de recalentamiento de los mercados financieros, son los principales argumentos a favor de los bonos.

Desde que Trump lanzase sus aranceles masivos a comienzos de abril contra el mundo, algo ha cambiado en la mentalidad de los inversores. Aunque el republicano haya optado por dar marcha atrás y poner encima de la mesa treguas para negociar acuerdos, los inversores tienen claro que se está produciendo una gran rotación que tiene un gran ganador: la bolsa europea. Aunque también ha afectado a otros mercados como el de renta fija, las acciones europeas se han convertido en un verdadero faro para el dinero que huye de EEUU en una tendencia que ha disparado Donald Trump y que diversos analistas han etiquetado como "Make Europe Great Again" (MEGA).

La famosa ‘Big Beautiful Bill’ que ha presentado el Gobierno de Donald Trump incluye una cláusula que ha dado mucho de qué hablar entre los expertos de los mercados financieros: el artículo 899 de la ley plantea la imposición de una tasa a los inversores que cobren dividendos, o cupones, de activos estadounidenses, si estos inversores provienen de países que la administración considere que llevan a cabo políticas “discriminatorias” contra Estados Unidos. La tasa parece diseñada como medida de presión por parte de la administración, para poder negociar nuevos acuerdos con bloques como la Unión Europea o China. El problema para EEUU es que puede estar apuntando con una ‘pistola de agua’ a su socio comercial europeo: un impuesto, aunque sea indirecto, a la inversión en EEUU, mejorará el atractivo de los activos europeos para los mercados globales. Durante años Europa ha tratado de proteger a su industria financiera contra el gigante estadounidense, y ahora que se preparan emisiones de deuda para financiar la defensa, el movimiento de Trump puede acabar siendo una amenaza con muy poca efectividad contra Bruselas. Ya hay organismos, como el Banco Central Europeo, que avisan de “una ventana de oportunidad” que hay que aprovechar.

Con la reunión del Banco Central Europeo de este jueves y el recorte de tipos de 25 puntos básicos todo parece indicar que ya solo quedan dos caminos posibles: tregua o fin total de las bajadas. Independientemente de la impresión que pueda generar entre los expertos, desde Bloomberg apuntan, citando fuentes internas del banco central, a que en el propio BCE están dando por hecho una pausa, o incluso el fin del camino. Según los mismos, la incertidumbre de los aranceles de Trump hace que pensar en esa ‘tregua’ como el escenario más probable. De este modo se rompería la racha de siete reducciones de tipos consecutivas y 8 desde que empezó el ciclo de recortes.

El Banco Central Europeo (BCE) ha recortado este jueves los tipos de interés por séptima reunión consecutiva y por octava vez en el actual ciclo de bajadas, emprendido el pasado verano. Con este nuevo recorte de 25 puntos básicos, la magnitud habitual, la tasa de depósito desciende hasta el 2% (el tipo de referencia ahora mismo, el que reciben los bancos por aparcar su exceso de liquidez), el tipo aplicable a las operaciones principales de financiación queda en el 2,15% y la facilidad marginal de crédito en el 2,4%. Esta bajada de tipos del BCE estaba ampliamente descontada ante un contexto marcado por la debilidad económica, el sólido descenso de la inflación y una amenaza comercial por parte de EEUU que puede exacerbar una caída de los precios (más deterioro de la actividad y más oferta de baratos productos chinos) ya empujada por los menores costes de la energía (mención especial el acusado descenso del petróleo). Tanto es así que, en la actualización de sus proyecciones trimestrales, el BCE ha corregido hasta 0,3 puntos porcentuales a la baja las relativas a la inflación. Aunque esto se podía interpretar como que hay margen para nuevas bajadas, el mensaje del organismo que ha calado es que el final del ciclo de bajadas está muy cerca. La reunión también ha servido para que la presidente del BCE, Christine Lagarde, aclare su futuro profesional, subrayando que no abandonará su cargo antes de expirar su mandato para presidir el célebre Foro de Davos.