Periodista
OPINIÓN

En política, la vigencia de las afirmaciones dura tanto como la verdad que las sustenta. Eso es lo que está pasando con el intento de alcanzar un gran acuerdo entre las diferentes fuerzas políticas para la reconstrucción del país, maltrecho social y económicamente hasta un punto que sólo podremos comprobar cuando la gente pueda salir con normalidad a la calle y expresar cuál es su verdadera situación, si se cobran las prestaciones, si llegan las ayudas a los autónomos, si es una solución acertada prohibir a las empresas que despidan trabajadores.

La V con la que el gobierno cree que se va a recuperar la economía española tras la caída del PIB tiene un brazo cortado, una curva ascendente amputada por la realidad que nubla la vista a las ministras de Sánchez. El hundimiento este año en una sima de casi el 10% (optimista ya de por sí, teniendo en cuenta que en sólo quince días ha retrocedido un cinco) sólo va a tener recuperación el próximo año del 6,8%, con lo que muchas familias, empresas, autónomos, proyectos vitales y profesionales se quedarán en el camino. Tantas como corresponden a tres puntos de producto interior bruto.

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Cuarenta días de cuarentena, y sigue habiendo contagios y muertes por el virus. Más de los que se esperaban un mes y medio después de confinar a los habitantes del país en sus domicilios. Desconozco si en los planes del gobierno sobre los acontecimientos que pueden ir ocurriendo en el futuro inmediato figuraba esta realidad o no, más allá de que cambiando el sistema de contabilizar cifras haya más altas que contagios. Desconozco siquiera si hay planes de previsión del gobierno respecto a lo que pueda pasar en los próximos días o semanas. Pero los hechos que se conocen cada día parecen confirmar lo contrario.

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Las dos recesiones económicas que España sufrió a finales de la década de los 2000 y principios de la siguiente obligaron a un plan de ajuste que le tocó asumir al gobierno presidido por Mariano Rajoy, pero que había sido iniciado por su antecesor. Desde que en la primavera de 2010 Rodríguez Zapatero fue despertado súbitamente de su siesta por Obama y la UE, los españoles sufrieron en carne propia la dureza de unas medidas que recortaban temporalmente su plácido estado de bienestar pero que a la larga lograron salvar la economía española.

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Un pacto para salir juntos de la crisis. Mutualizar es la palabra favorita del presidente del gobierno: quiere repartir cargas en Europa para que el resto de países paguen su imprevisión y el desastre de su gestión, y quiere compartir con el resto de partidos políticos en España las responsabilidades y el coste de una situación de quiebra social y económica que va a tardar muchos meses en remontar.

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Desde el jueves a las nueve de la mañana, los españoles hemos comprendido al fin en qué consiste lo de la hibernación de la economía del país, el eslogan oficial construido para enmascarar las palabras que definen con exactitud la decisión del gobierno: cerrojazo a las empresas, paralización casi total, ausencia de compras, ventas y servicios. La publicación de los datos del INEM en marzo, unida a la explicación que han intentado dar los ministros de Trabajo y de Seguridad Social, nos ha dejado un diagnóstico exacto de lo que quiere decir el gobierno cuando habla de hibernar la economía y de que parezca que todos los días de la semana son domingos, con un ralentí accionado pero sin una desconexión total salvo en las actividades esenciales para la comunidad.

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Con la aprobación de las últimas medidas del viernes, el gobierno sigue agigantando la brecha que divide el mercado laboral español y confirmando la catalogación de trabajadores entre los de primera y los de segunda categoría. Los primeros, por cuenta ajena y asalariados, son beneficiarios de los grandes avances de la protección social especialmente en un parón casi total de la actividad productiva.

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Los mensajes psicológicos sobre el carácter pasajero de la gravísima crisis sanitaria que atraviesa el mundo no terminan de prender en la población, confinada en los domicilios y sin saber el tiempo que va a durar la reclusión. Especialmente, los mensajes relacionados con una rápida recuperación de la economía tras el bache monumental que se ha producido con el estado de alarma.

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La semana negra del COVID-19 en el mundo nos deja una fotografía insólita y desconocida, sólo comparable a los tiempos de guerra. Los manuales de historia escolar incluirán a no tardar mucho lo ocurrido en este marzo de 2020, que según los más optimistas cambiará todas las cosas sólo mientras dure el contagio, y según el resto nos va a dejar durante años temblando.

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Cinco asuntos de gran importancia en la actualidad política han conseguido visualizar los roces que se anunciaban para más adelante entre los dos partidos que conforman la coalición de gobierno progresista, ahormado tras el súbito pacto del insomnio. En solo dos meses los navajazos son ya tan profundos que las crónicas más documentadas y bien informadas hablan de posturas irreconciliables para lo que resta de legislatura, sea poco o mucho.