Opinión

El virus agiganta la dualidad laboral en España

Imagen: Dreamstime.

Con la aprobación de las últimas medidas del viernes, el gobierno sigue agigantando la brecha que divide el mercado laboral español y confirmando la catalogación de trabajadores entre los de primera y los de segunda categoría. Los primeros, por cuenta ajena y asalariados, son beneficiarios de los grandes avances de la protección social especialmente en un parón casi total de la actividad productiva.

Los segundos, los parias de la economía española, cuyo sistema de protección social está a años luz del que disfruta el trabajador inscrito en el Régimen General. Y ahora además, sacudidos por la ostensible diferencia de trato en los decretos de medidas excepcionales con motivo del estado de alarma decretado el pasado día 15. Las decisiones a favor de los empleados de las empresas aumentan cada semana, y son necesarias y justas. Pero no van acompañadas de idénticas medidas para sostener a los trabajadores por cuenta propia.

La profundización y acrecentamiento de la auténtica dualidad del mercado laboral llega en el peor momento, cuando los autónomos necesitan más apoyo que nunca al ver reducidos a cero sus ingresos por cuestiones que nada tienen que ver con sus decisiones ni con la situación de la economía. Y no paran de escuchar la frase oficial: "No vamos a dejar a nadie atrás". La consigna se repite una y otra vez en las comparecencias de los miembros del ejecutivo, desde que el presidente la ha convertido en bandera al decretar el estado de alarma situándola a la altura propagandística del "haremos lo que haga falta, donde haga falta y cuando haga falta". Lo que hace falta es dotar de material de protección al personal sanitario, por ejemplo en Madrid y esta misma semana. Consigna vacía. Respecto a no dejar a nadie atrás, los tres millones y pico de autónomos pueden atestiguarlo.

Las prestaciones que se han aprobado para el colectivo de autónomos, además de no estar al alcance de todos los que las necesiten por las condiciones que se han establecido, quedan muy por debajo de las que recibirán los empleados que sean despedidos temporalmente por sus empresas, que además tendrán su puesto asegurado al acabar este confinamiento. En muchos casos, las compañías están anunciando que completarán el subsidio hasta llegar al cien por cien de la remuneración. Habrá dificultades también para ellos, es cierto, porque habrá retrasos en los pagos. Pero la garantía de sus salarios les convierte en privilegiados frente al negro panorama del autónomo que tendrá que acreditar una caída determinada de sus ingresos, por encima de la cual sea mucho o poco dejará de tener derecho a prestación, para percibir un subsidio de desempleo que está por debajo del salario mínimo recién incrementado. La ruina para un colectivo que cada día levanta la persiana y da empleo a cientos de miles de trabajadores, o bien sobrevive facturando lo que puede y cobrando muchos meses después de realizar puntualmente el trabajo para el que se le requiere. No haber suspendido el pago obligatorio de la cuota de la Seguridad Social a este colectivo

mientras dure el cerrojazo será una mancha que éste ejecutivo llevará sobre su cabeza mientras se mantenga en el poder.

Entretanto, los auto desmentidos del gobierno esta semana le dejan en flagrante evidencia ante una opinión pública recluida en su casa y con tiempo suficiente para ver, leer y escuchar algo más que las televisiones de cabecera de la coalición progresista. El ministro de Sanidad reconoció que la semana clave de la expansión del virus fue la última de febrero, cuando se preparaban pancartas y consignas para las irresponsables manifestaciones del día 8 de marzo, y cuando el PSOE y Podemos rivalizaban en la elaboración de la ley de libertad sexual de la que nunca más se supo. Lejos de disculparse por el grave error de no suspender las manifestaciones feministas, el gobierno se justifica en "las autoridades sanitarias" y en la ausencia de datos sobre el riesgo que había en ese momento no sólo en España sino en el resto de países. La internacionalización de la ceguera como eximente.

El propio ministerio de sanidad informaba de la compra del lote de test defectuosos, bailando las cifras de nueve mil a cincuenta mil, solo cinco días después de que el presidente asegurara en una de sus comparecencias de alfombra roja en Moncloa que en pocos días llegarían "test rápidos, fiables, homologados y con todas las garantías sanitarias". Y en medio de la sensación de caos, una sesión parlamentaria en la que Sánchez no consigue el apoyo de sus propios socios para prorrogar el estado de alarma, y ve cómo la oposición se responsabiliza para estar junto a un gobierno sin norte.

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