Opinión

Imprevisión, improvisación y gobierno de salvación

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno. Imagen: EP.

Cuarenta días de cuarentena, y sigue habiendo contagios y muertes por el virus. Más de los que se esperaban un mes y medio después de confinar a los habitantes del país en sus domicilios. Desconozco si en los planes del gobierno sobre los acontecimientos que pueden ir ocurriendo en el futuro inmediato figuraba esta realidad o no, más allá de que cambiando el sistema de contabilizar cifras haya más altas que contagios. Desconozco siquiera si hay planes de previsión del gobierno respecto a lo que pueda pasar en los próximos días o semanas. Pero los hechos que se conocen cada día parecen confirmar lo contrario.

La imprevisión del gobierno respecto a la pandemia está siendo enciclopédica. La bisoñez en la gestión de los asuntos públicos se les conocía, pero cuando un dirigente es inexperto debe apoyarse más aún en los que saben de cada materia, mucho más si es una cuestión tan científica como la transmisión de un virus. Los españoles deben valorar si es real la afirmación de todos los responsables del ejecutivo, empezando por el presidente, de que las decisiones se van tomando tal y como los expertos del comité científico van indicando. De ser así, esta semana le habrían ahorrado a Fernando Simón el mal trago que ha pasado por el desconfinamiento de los niños, decidido exclusivamente por los políticos sin tener en cuenta criterios técnicos. Decidieron que los menores de 14 años salieran a hacer los recados de la mano de sus padres, lo anunciaron a la manera de la ministra portavoz, y ante la carcajada general rectificaron.

El ministro de la eterna sonrisa, Pedro Duque, dice que el gobierno no tenía planes concretos y operativos para afrontar una pandemia, pero menos de un año antes de producirse el primer caso en Wuhan la Estrategia de Seguridad Aeroespacial contemplaba medidas para proteger la salud de los españoles en casos de propagación de agentes patógenos. Eso fue en la primavera de 2019, con Pedro Sánchez a punto de cumplir un año en la presidencia tras acceder a ella con la moción de censura servida en bandeja por todos los enemigos de la nación al frente de la cual le colocaron. No es lo mismo recibir un informe desde la placidez de la política rutinaria, sin situaciones de emergencia, que recibirlo con las llamas quemándote las pantorrillas. Bien es verdad que algunos meses antes, en diciembre de 2017, la Estrategia de Seguridad Nacional había hecho la misma advertencia al gobierno de su antecesor Mariano Rajoy, emponzoñado por aquél entonces en el golpe independentista contra el Estado y con una comunidad autónoma intervenida. Y el aviso se guardó en el mismo cajón de la imprevisión.

En el contexto europeo la improvisación ha sido plantear la emisión de deuda perpetua, sin fecha de devolución, lo que no entra dentro de las reglas del BCE. Alguno de los pensadores de La Moncloa podría haber advertido a Sánchez de ese pequeño detalle. Y de paso advertirle de que pedir lo que uno no da le deja a uno en mal lugar. El gobierno español pide que no se le haga devolver el dinero europeo para la reconstrucción, mientras no perdona ni un euro de los créditos que avala para las pymes y autónomos. Ni siquiera la cuota de autónomos de un solo mes se ha perdonado, o se ha convertido en "deuda perpetua" para los beneficiarios.

El titular de Sanidad Salvador Illa reconoce a los alcaldes del país que no hay un plan para el desconfinamiento. Media Europa preparando las fechas de la relativa vuelta a la actividad disponiendo las maquinarias para que vuelvan a estar listas en pocos días, mientras en España ni siquiera se sabe a qué sectores y negocios afectará la "nueva normalidad" gradual de la que tanto se habla.

En la política de comunicación siguen las improvisaciones, siempre cargadas de intención ventajosa para los intereses de Moncloa. La última ha sido la reaparición del desaparecido ministro de Universidades. Muchas semanas sin verle, y las incógnitas de los alumnos universitarios sobre su futuro inmediato creciendo cada día. Nada mejor que hacerle a su jefe Pablo Iglesias una pregunta sobre el paradero de Manuel Castells para que esa misma tarde el ministro desaparecido convoque a la prensa para no dar respuesta a uno solo de los interrogantes respecto al curso universitario. El gran titular de la comparecencia parece una broma tras dos meses preguntando si habrá exámenes, si acabará el curso, o si se perderá lo ya impartido: Castells pide a los gobiernos regionales que pregunten a los alumnos de las universidades públicas y privadas cómo evaluarles.

La imprevisión se abre paso igualmente en el pacto político que todos deseamos, y que todos salvo los apoyos de la investidura parecen querer hacer realidad. Socialistas y populares lo proponen en las distintas comunidades, nadie quiere quedarse atrás salvo los nacionalistas a los que pactar por el interés general de los españoles les suena raro. La comisión parlamentaria debería sentar las bases de un gran acuerdo entre las dos principales fuerzas políticas que suponga, al término de la emergencia sanitaria, un gobierno de salvación nacional cuando haya que curar la emergencia económica. Pero ese deseo de la mayoría de los españoles moderados choca con tantas cosas...

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