Redactor de economía y mercados. Doctor en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Un día se preguntó cómo cotizaba un bono y ya no hubo vuelta atrás.
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Las políticas implementadas durante la crisis del covid han sido como una suerte de experimento que ha servido para demostrar que en esta vida nada es gratis. Parafraseando a Mark Twain, los rumores sobre la muerte de la inflación habían sido exagerados. La puesta en marcha de políticas fiscales ultra-expansivas, financiadas por unos bancos centrales que hundieron los tipos de interés y se lanzaron a comprar toda la deuda que los gobiernos emitían para disparar su gasto público muestra ahora su coste. La inflación ha vuelto a la vida y lo ha hecho con la mayor fuerza en 50 años.

La gran 'marcha atrás' de la primera ministra del Reino Unido, Liz Truss, se ha materializado. Este lunes, su nuevo canciller de la Hacienda, Jeremy Hunt, ha anunciado que el Ejecutivo va a deshacer casi por completo el ambicioso plan de rebajas fiscales avanzado el pasado 23 de septiembre por su predecesor en el cargo, Kwasi Kwarteng, a quien Truss sacrificó el mismo viernes para dar credibilidad a su giro fiscal de 180 grados y calmar así a los mercados.

Buscando poner fin al caos desatado en los mercados las últimas semanas, la primera ministra de Reino Unido, Liz Truss, ha cesado al canciller de su gobierno -ministro de Finanzas- y hasta ahora su hombre de confianza, Kwasi Kwarteng tras seis semanas en el cargo. Los acontecimientos se han precipitado en las últimas 24 horas y la líder conservadora ha tomado esta decisión para acometer sin ataduras un giro de 180 grados en su planteamiento fiscal, con el que ganó las primarias de su partido y accedió a Downing Street. Truss ha utilizado a Kwarteng de fusible para detener el cortocircuito. Resulta irónico que ahora tenga que abocarse a la cautela fiscal que defendía su rival en el Partido Conservador, Rishi Sunak. El encargo de encabezar este violento viraje será el parlamentario y exministro tory Jeremy Hunt, designado nuevo canciller. La primera renuncia de Truss ha sido dejar tal como estaba prevista antes de su llegada la subida del impuesto de sociedades del 19% al 25% (hasta 18.000 millones de libras al año en juego).

La inflación no tiene visos de dar un respiro a la primera economía del planeta. Con cada lectura de IPC de EEUU se repite la pauta: se busca cualquier mínimo atisbo de relajación que el dato final acaba por aplastar. En el informe relativo a septiembre, el IPC general escaló un 8,2% interanual y el subyacente -excluyendo energía y alimentos sin procesar- un 6,6%, el máximo desde agosto de 1982. El mes anterior ambas métricas fueron del 8,3% y del 6,3% respectivamente. Los datos quedan por encima de lo esperado por el mercado, que barruntaba en ambos indicadores una décima menos de lo registrado.

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Aunque es el mercado laboral de EEUU el que concita las miradas de los mercados, el de Reino Unido sigue desafiando los manuales teóricos. Las cifras de desempleo hasta agosto dejan conclusiones demoledoras, como que no abandonaba tanta gente el mercado laboral en un período de tres meses desde hace más de medio siglo. El 'vórtice' generado durante la pandemia no da tregua.

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Si la economía se pudiera resumir en las frases incluidas en las galletas chinas de la suerte, una de las citas de 2022 podría ser: "La fortaleza del dólar te hará llorar". La política emprendida a finales de 2021 por la Reserva Federal de EEUU (las subidas de tipos llegaron después, pero el tono ya estaba marcado) buscando un endurecimiento que aplacase una pegajosa y persistente inflación tras los desajustes económicos de la pandemia junto a la incertidumbre global ha tenido una primera consecuencia lógica: el dólar se ha fortalecido con claridad frente a la mayor parte de divisas (el índice dólar gana casi un 18% este año). Al aumentar el precio del dinero en EEUU, subía el de la moneda más importante del mundo, acarreando consecuencias (no muy buenas) para los demás. Esto ha hecho que empiecen a alzarse voces pidiendo una acción coordinada para quitarle proteína al 'billete verde' algo que ya ha ocurrido en el pasado, concretamente en los años 80.

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Esto ya se ha convertido en un pulso y el mercado laboral se lo está aguantando mejor que bien a la Reserva Federal. En el informe sobre el empleo publicado este viernes por la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS), se recoge que en septiembre se crearon 263.000 nuevas nóminas no agrícolas y que el paro descendió al 3,5%. Aunque el dato de nóminas se ajusta a lo esperado por el mercado, desciende respecto a agosto y es el más bajo en 18 meses, la cifra del mes pasado se mantiene en 315.000 y la de julio se revisa de las 526.000 a las 537.000, lo que denota fortaleza. Asimismo, la tasa de desempleo vuelve a bajar al mínimo prepandémico desde el 3,7% de agosto.

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Ante la más mínima incertidumbre económica, siempre vuelven las mismas cuatro cifras: 2008. Es el año maldito en el que la gran crisis financiera se convirtió en la gran lengua de fuego que abrasó al mundo. La delicada situación actual, con desajustes derivados de la pandemia y de una guerra en Ucrania que ya supera los seis meses, hace que los analistas recuperen esa fecha para avisar de lo que puede pasar. Esta vez han sido los estrategas de Bank of America (BofA) los que han puesto la chincheta en el corcho: si los bancos centrales fallan, estaremos ante otro 'momento Bear Stearns'.

El volantazo del Banco Central Europeo (BCE) tras comprobar que la inflación no era temporal está empezando a tener consecuencias que se pueden apreciar poco a poco en la economía real. La subida de tipos de interés y la comunicación del banco central se están transmitiendo primero al euríbor y después al tipo compuesto de las nuevas hipotecas, que ya han alcanzado niveles que no se veían en los últimos siete años en la zona euro. Este dato publicado por el BCE se suma las últimas advertencias de pesos pesados de la institución y de los técnicos del banco central sobre el cambio de tendencia que se está produciendo en el mercado inmobiliario y que, a la postre, puede terminar afectando a los precios de la vivienda.

Bajadas masivas de impuestos sin recortes de gasto en un entorno de tipos de interés al alza y con una recesión a la vuelta de la esquina. Este es el cóctel perfecto para una crisis de deuda, y el nuevo Gobierno del Reino Unido lo ha puesto práctica (por unos días) con desastrosos resultados. Los analistas esperan que esta 'metedura de pata' que ha obligado a dar marcha atrás a Liz Truss con algunas de promesas fiscales sirva de lección a Giorgia Meloni y el nuevo Gobierno de Italia. Si la coalición de derechas decide cumplir con sus promesas electorales, la Eurozona corre el riesgo de sufrir una nueva crisis de deuda. Los inversores han visto que en cuestión de horas pueden poner patas arribas los mercados de una economía grande y forzar la intervención del Banco de Inglaterra. Si Italia prueba suerte, el Banco Central Europeo y la Eurozona (Bruselas) se enfrentarán a una situación compleja.