Buscando poner fin al caos desatado en los mercados las últimas semanas, la primera ministra de Reino Unido, Liz Truss, ha cesado al canciller de su gobierno -ministro de Finanzas- y hasta ahora su hombre de confianza, Kwasi Kwarteng tras seis semanas en el cargo. Los acontecimientos se han precipitado en las últimas 24 horas y la líder conservadora ha tomado esta decisión para acometer sin ataduras un giro de 180 grados en su planteamiento fiscal, con el que ganó las primarias de su partido y accedió a Downing Street. Truss ha utilizado a Kwarteng de fusible para detener el cortocircuito. Resulta irónico que ahora tenga que abocarse a la cautela fiscal que defendía su rival en el Partido Conservador, Rishi Sunak. El encargo de encabezar este violento viraje será el parlamentario y exministro tory Jeremy Hunt, designado nuevo canciller. La primera renuncia de Truss ha sido dejar tal como estaba prevista antes de su llegada la subida del impuesto de sociedades del 19% al 25% (hasta 18.000 millones de libras al año en juego).
"Ahora es importante enfatizar el compromiso de su Gobierno con la disciplina fiscal", ha dicho Kwarteng en una carta a Truss publicada en Twitter. "El plan fiscal a medio plazo es crucial para este fin, y espero poder apoyarla a usted y a mi sucesor para lograrlo desde una posición secundaria". En la misiva, el dirigente confirma que ha sido Truss quien le ha pedido que renunciara al cargo. "Respeto profundamente la decisión que has adoptado hoy. Has antepuesto el interés nacional", le ha despedido Truss, también desde Twitter.
En una breve comparecencia tras el cese de Kwarteng, Truss ha confirmado que recula en la congelación del impuesto de sociedades y ha justificado su giro: "Está claro que parte de nuestro 'mini-presupuesto' fue más lejos y más rápido de lo que los mercados esperaban. Así que la forma en que estamos cumpliendo nuestra misión en este momento tiene que cambiar". Preguntada por si piensa dimitir y por la oposición interna en las filas conservadoras, Truss se ha puesto a la defensiva hablando de su plan para recortar la factura de luz a los hogares.
Desde que Kwarteng presentase en el Parlamento el pasado 23 de septiembre un mini-presupuesto con el mayor recorte de impuestos en el país desde los años 70 sin claras garantías de financiación, la volatilidad se ha instalado en todos los activos británicos.
La insistencia de Truss y Kwarteng con estas rebajas de impuestos de hasta 45.000 millones de libras al año hundieron a la libra a mínimos históricos y llevaron a los rendimientos de los gilts (bonos soberanos) a experimentar violentos repuntes. Pese a las críticas desde organismos tan diversos como el FMI o la propia Reserva Federal de EEUU, el nuevo gobierno británico no cejó en su empeño.
— Kwasi Kwarteng (@KwasiKwarteng) October 14, 2022
Esta obstinación -apenas aplacada con la simbólica decisión de revertir el recorte anunciado en el tramo de IRPF más alto- hizo que el Banco de Inglaterra (BoE) tuviera que echar por tierra sus planeas y emprendiese una compra de bonos de emergencia. La situación era límite, ya que los fondos de pensiones tenían a estos bonos soberanos como colateral.
El fin programado de esas compras para este viernes 14 de octubre ha acelerado los hechos. Los fondos de pensiones esperaban que el BoE estirase más el plazo de compras y desde el Ejecutivo el propio Kwarteng dejaba la pelota en el tejado del banco central: si había volatilidad a partir del lunes, sería culpa del organismo.
El gobernador del BoE, Andrew Bailey, aguantó el pulso y le dio la vuelta al 'juego del gallina', asegurando que las compras acabarían sí o sí el día 14. Esto no dejaba a Downing Street más opción que un humillante 'giro en U' en su propuesta fiscal para que los mercados no se derrumben el lunes al abrir. El propio Kwarteng volvía apresuradamente anoche de Washington a Londres para reunirse con Truss.
Momentos antes de certificarse la marcha de Kwarteng, la libra llegaba a perder un 1,3% hasta los 1,180 dólares, manteniéndose las pérdidas mientras Truss comparecía. Los rendimientos de los bonos han aguantado en calma tras 'cumplir' el BoE con lo anunciado y comprar 10.000 millones de libras en bonos en esta última jornada del programa de emergencia. El bono a 30 años, que escaló por encima del 5,1% con los primeros anuncios de Kwarteng, ha pasado del 4,4% al 4,6%.
"Uno no puede dejar de pensar que el BoE ha jugado bastante bien la mala mano que se le ha dado al forzar potencialmente al gobierno a dar un giro en la política fiscal. Todavía no hay confirmación de tal cambio de política, pero sin duda Twitter estará a punto de estallar hoy con la especulación de un cambio de política o de personal. La independencia de los bancos centrales es algo que se ha ganado a pulso y está claro que el BoE no ha querido sucumbir a las acusaciones de financiación gubernamental", adelantaban esta mañana los analistas de ING.
El gestor de carteras de BlackRock Rupert Harrison ya avisaba a primera hora de lo que podía pasar si no llegaba este giro. "Parece bastante claro que el gobierno está preparando un giro de 180 grados en al menos una parte muy grande, si no la mitad, de los recortes fiscales permanentes en el presupuesto. Y si no conseguimos eso, los mercados reaccionarán muy negativamente", alertaba entrevistado por Bloomberg.
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