
Dos semanas después de someter al Gobierno británico a una humillación histórica, la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, ha vuelto a sacudir a Londres. Tras reunirse con el ministro de Hacienda de Reino Unido, Kwasi Kwarteng, Georgieva le ha pedido públicamente que "no extienda el dolor" causado por los presupuestos y que "recalibre" las grandes bajadas de impuestos que han espantado a los mercados.
La jefa del FMI ha dejado claro que la institución cree que "la política fiscal" del Ejecutivo británico "no debe ir en contra de la política monetaria", algo que ha denunciado el Banco de Inglaterra (BoE) en los últimos días, y ha dicho que "si hay señales claras de que deben recalibrarse las medidas, es correcto que los gobiernos lo hagan".
El mensaje llega en una jornada en la que se acumulan los rumores de que la primera ministra, Liz Truss, está planteándose cancelar las históricas bajadas de impuestos anunciadas el mes pasado para evitar un desastre en los mercados cuando el BoE retire mañana su programa de compra de bonos. Varios medios ya indican que el Tesoro británico estudia recuperar la subida del impuesto de Sociedades que canceló el presupuesto, y que están revisando la bajada del impuesto sobre los dividendos. La decisión se tomaría cuando Kwarteng volviera de su reunión con el FMI en Washington.
Sin embargo, el ministro habló para dejar claro que no tiene -al menos a esta hora- planes de dar marcha atrás de forma urgente, y refrendó su calendario: "Anunciaremos nuestra perspectiva para reducir la deuda a medio plazo el 31 de octubre", aseguró ante los periodistas. Preguntado sobre la posibilidad de que retire sus rebajas fiscales, Kwarteng insistió en que "en lo que estoy centrado es en aprobar el presupuesto y conseguir los objetivos de crecimiento", y dijo que la propia Georgieva "dice que tengo razón en centrarme en lograr crecimiento". Por si acaso, también pronosticó que él seguiría siendo ministro en un mes, y que Truss seguiría en Downing Street, pese a los rumores de que alguno de los dos, o ambos, acabarán sacrificados para acallar la furia de los mercados más pronto que tarde. "Estoy convencido de que seguiré en el cargo", zanjó.
Pero en Londres, la visión es que la firmeza de Kwarteng no se corresponde con la realidad. Tres ex altos cargos de Hacienda han salido esta mañana a apoyar el posible giro de 180 grados. El exministro George Osborne (2010-2016) dijo que "dado el dolor que la turbulencia financiera está causando a la economía real, no está claro por qué le interesaría a nadie esperar 18 días más antes de la inevitable marcha atrás con el presupuesto". El exsecretario de Estado laborista Ed Balls (2006-2007) respondió que, por una vez, estaba de acuerdo con él. Y el exministro Norman Lamont (1990-1993), que vivió en primera persona la crisis del "Miércoles Negro", dijo que Kwarteng solo podría sobrevivir "si da marcha atrás".
Los mercados toman algo de aire
Por el momento, los mercados están dando por hecho que habrá un replanteamiento de las bajadas de impuestos y los bonos están cayendo con fuerza. El 'gilt' a 10 años ha caído 18 puntos básicos en la sesión de hoy, y el de 30 años ha llegado a caer 48 pb desde sus máximos de ayer. El problema, como apunta el periodista James Forsyth, es que si Kwarteng no hace realidad el giro que prevén los mercados, el golpe puede ser aún mayor.
Así, todas las miradas están puestas sobre lo que haga el Gobierno en las próximas 24 horas, mientras el plan de compra de bonos del BoE toca a su fin. Por si acaso, los diputados conservadores ya están releyendo las normas del partido, para saber si pueden echar a Truss tras apenas un mes en el poder y 'girar la ruleta del líder' una vez más, a ver si esta vez no cae en la casilla de 'bancarrota'. El exjefe de disciplina del grupo parlamentario Julian Smith ha tuiteado, de forma críptica, la definición de la palabra "confianza", algo que Truss no parece tener en mucha reserva. Otro diputado lo resumió así al ex jefe de informativos de la BBC Andrew Marr: "Las opciones son echarla y comernos un sándwich de mierda, o dejarla y comernos una ración doble". El ánimo en Westminster no es mucho mejor que el de los mercados.