
El nuevo gobierno británico no da su brazo a torcer. Su intención sigue siendo bajar agresivamente los impuestos cueste lo que cueste. La sacudida vista estos días en los mercados no ha sido suficiente para que la primera ministra, Liz Truss, y su gabinete contengan, como mínimo, el verbo. Si la intervención de emergencia del Banco de Inglaterra (BoE) este miércoles así como las críticas desde el FMI llamaban a optar la cautela, Truss ha tirado este jueves hacia adelante asegurando que no es el momento de dar marcha atrás y que su camino es el "correcto". Cobra forma una escalada que amenaza con comprometer cada vez más al BoE hasta acabar siendo 'rehén' del Ejecutivo.
Un símil podría ser el conocido en inglés como chicken game o 'juego del gallina'. Más allá de las variantes del juego, la idea es que dos jugadores se enfrenten hasta que uno de los dos se acobarde. En su práctica habitual, dos automovilistas se dirigen el uno contra el otro a toda velocidad. El que se retire antes temiendo el impacto, pierde. Otra modalidad es que dos conductores se dirigen a toda marcha hacia un precipicio y pierde el juego el que frena antes. En este caso, el gobierno de Truss sigue acelerando y deja al BoE en la tesitura de claudicar o seguir en carrera.
Los recién llegados a Downing Street parecen determinados a cumplir su máxima de que las contundentes bajadas de impuestos son la solución a los males actuales. En sus primeras palabras públicas tras el colapso vivido estos días en los mercados y taponado ayer por el BoE, Truss ha insistido en que unos impuestos más altos son lo que llevaría a Reino Unido a la recesión. "Tengo muy claro que el Gobierno ha hecho lo correcto", ha dicho en una ronda de entrevistas con emisoras locales de la BBC. "Este es el plan correcto". "Nos enfrentamos a tiempos económicos muy, muy difíciles, nos enfrentamos a eso a nivel global. Hemos tenido que tomar medidas urgentes para que nuestra economía crezca y eso significa tomar decisiones controvertidas y difíciles", ha justificado.
Es significativo que Truss no module su lenguaje cuando las palabras de su canciller, Kwasi Kwarteng, el pasado fin de semana avanzando -aunque sin concretar- más recortes fiscales sin un plan claro de financiación desató el lunes el hundimiento de la libra y de los gilts (bonos soberanos) británicos. Una dinámica que ya se empezó a evidenciar cuando el viernes el propio Kwarteng presentaba un presupuesto de emergencia con la mayor rebaja desde los años 70 y los mercados dejaron ver sus dudas. Ya solo con poner un pie en Downing Street, entidades como Deutsche Bank sacaron informes alertando del panorama si Truss iba en serio con sus promesas durante la campaña interna en los conservadores para reemplazar a Boris Johnson.
Los comentaristas políticos británicos han puesto de manifiesto precisamente la menor 'cintura' de Truss respecto a Johnson y cómo cada vez que se le ha preguntado por el impacto negativo de su paquete económico, Truss ha intentado desviar la atención de sus recortes fiscales señalando el tope de las facturas de energía del gobierno para ayudar a la gente este invierno. También ha señalado repetidamente las presiones económicas mundiales causadas por la invasión rusa de Ucrania como causa de las turbulencias del mercado. Cuando se le ha preguntado por los propietarios de viviendas preocupados por el aumento de los costes hipotecarios, ha respondido que el banco central es responsable de las decisiones sobre los tipos de interés.
Los mercados "no están dispuestos a confiar en las afirmaciones de la administración Truss de que logrará la sostenibilidad fiscal a medio plazo basándose únicamente en su palabra", comenta Allan Monks, economista de JP Morgan Chase en Londres. Sería muy peligroso que el BoE siguiese 'arreglando' el problema. Y es que empieza se empieza a sugerir una preocupante tendencia de fondo: un 'tira y afloja' soterrado con el organismo.
La prueba fehaciente es lo ocurrido esta semana. El lunes los mercados empiezan a temblar tras las palabras de Kwarteng y el BoE tiene que salir a la palestra con un tibio comunicado. Esta medida se antoja insuficiente y a eso se le suma que no hay una rectificación o promesa creíble desde el gobierno, lo que arroja más volatilidad al mercado y desemboca en el episodio de este miércoles: el BoE tiene que 'salvar la cara' al Ejecutivo poniéndose a comprar bonos cuando el plan de vuelo ya era el ajuste cuantitativo.
¿Dominancia fiscal?
Con el rapapolvo del FMI al gobierno de Truss bien reciente, el exgobernador del BoE Mark Carney se ha sumado a las críticas este jueves, acusando al gobierno de Truss de "socavar" las instituciones económicas del país, después de que en las primeras semanas de su administración se produjera el despido del principal funcionario del Tesoro, las críticas al banco central por la inflación y la aparente marginación del organismo de control fiscal del gobierno, la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria (OBR).
Son varias las voces autorizadas que muestran su preocupación por esta dinámica, en la que el gobierno acabe arrastrando con sus decisiones a un banco central que incluye en su mandato la independencia. Cabe recordar que, en 1997, con el acceso de los laboristas al poder después de décadas, se aprobó una ley en 1998 que concedía al BoE independencia operativa en política monetaria: el organismo ya no actuaba bajo los designios del Tesoro.
Esa independencia puede verse comprometida ahora y algunos expertos han rescatado el concepto de dominancia fiscal. "Uno de los grandes riesgos que recae sobre la independencia de los bancos centrales es la dominancia fiscal, es decir, el riesgo de que la situación fiscal de las economías presione para que el banco central se desvíe de sus objetivos, lo que pondría en peligro la estabilidad de precios", explican desde el servicio de estudios de CaixaBank Research.
En una nota, los analistas de ING subrayan su alerta por que se empezara a dar en Reino Unido una situación de dominancia fiscal, en la que "la política monetaria es efectivamente dictada por el Tesoro". "Esto es claramente una preocupación y el Tesoro emitió una declaración el lunes diciendo que sigue comprometido con la independencia del BoE. Este punto solo es preocupante en caso de una monetización efectiva de la deuda, de la que las acciones como la compra de bonos decretada este jueves aún está lejos", apuntan.
Sin embargo, en otra nota de su servicio de estudios, su economista Benjamin Schroeder cree que el BoE podría verse obligado a intervenir durante más tiempo y posponer aún más su hoja de ruta de reversión de los estímulos durante la pandemia. "La decisión de intervenir en el mercado de bonos tenía claramente un aspecto de estabilidad financiera, pero también de financiación, dado el controvertido presupuesto de emergencia de Kwarteng: la advertencia del FMI contra los paquetes fiscales grandes y sin objetivos, y el hecho de que destacara la importancia de que las políticas fiscales y monetarias no funcionen de forma cruzada, dado el desafío de la inflación, fueron inusualmente puntuales. Por el momento, ha habido pocos indicios de que el Tesoro haya dado marcha atrás en sus planes", escribe.
abrdn: "El mercado necesita escuchar al gobierno, no al banco central"
Álvaro Antón Luna, estratega de abrdn para España y Portugal, considera que es el gobierno de Truss más que el BoE quien tiene que arreglar la situación. "No creemos que el Banco de Inglaterra deba llevar a cabo subidas de tipos de emergencia entre las reuniones de política monetaria programadas en esta coyuntura. El mercado está preocupado por la sostenibilidad fiscal a largo plazo del soberano del Reino Unido a la luz de la política del gobierno, y, por lo tanto, el nivel de la divisa y el tipo al que el Reino Unido puede pedir prestado debe ajustarse a este nuevo conjunto de circunstancias. Llevar a cabo subidas de tipos de emergencia en esta coyuntura solo serviría para alimentar los temores de quienes ven al Reino Unido como una economía de mercado emergente, y en nuestra opinión solo conduciría a una mayor debilidad de la moneda", valora.
"Dado que el mercado está preocupado por la sostenibilidad fiscal a largo plazo del Reino Unido y la erosión de la credibilidad institucional, necesita escuchar al gobierno, no al banco central. Necesita oír que este gobierno se toma en serio la sostenibilidad fiscal y que publicará las previsiones de la OBR junto a su nuevo conjunto de reglas fiscales", añade el analista de abrdn.
Chris Smith, director de inversiones de Jupiter en Reino Unido, mantiene que lo prioritario es restablecer la confianza en la moneda y esto pasa por "un embarazoso giro de 180 grados en las políticas fiscales del Gobierno o el anuncio de severos recortes de gastos para reducir el déficit presupuestario previsto". Según el experto, pase lo que pase en los próximos días, los tipos de interés tendrán que subir más de lo que se pensaba para compensar la "relajada política fiscal del Gobierno" y cualquier inflación adicional derivada de la bajada de la libra.
"Los hogares ya se enfrentaban a una importante presión inflacionista y a la perspectiva de una recesión. Ahora se enfrentan a la perspectiva de unos costes de endeudamiento aún más elevados y a un golpe material a la riqueza de los hogares, en contra del objetivo del Gobierno de impulsar el crecimiento y contener la crisis del coste de la vida", remata Smith.