
Reino Unido está viviendo una vorágine de acontecimientos. Desde que falleciera Isabel II, parece que reina cierto caos. Hace mucho tiempo que no ocurrían tantas cosas en tan poco tiempo: disrupciones en el mercado de divisas y en el de bonos, una intervención del Banco de Inglaterra (BoE) y un tirón de orejas del Fondo Monetario Internacional (FMI). Todo ello, en apenas seis días, algo "inusual" para una economía del G-7, analiza en Financial Times el economista Mohamed El-Erian.
"Si se permite que este desorden continúe, los efectos adversos en la economía británica y su mercado, ya preocupantes, estarán solo en su punto inicial", advierte el reputado economista, también presidente del Queen's College o Cambridge.
Antes de llegar a las turbulencias actuales, la economía lleva tiempo lidiando con varios frentes. Por ejemplo, la transición del periodo pandémico al postcoronavirus, los problemas en las cadenas de suministro, la inflación, la invasión de Ucrania o la crisis energética. En Reino Unido, a esta situación, se ha sumado una transición en el Gobierno motivada por una dimisión y no por un cambio de legislatura.
La entrada de la nueva premier, Liz Truss, ha agitado un poco más las cosas, según El-Erian, que explica que el plan de reducción fiscal es "demasiado ambicioso e infundado" y solo genera más incertidumbre, en vez de promover medidas que se dirijan a incentivar el crecimiento y frenar la inflación. Precisamente, los menores impuestos pueden agravar el alza de los precios. Y ese miedo se ha trasladado al mercado.
La libra se desplomó frente al dólar, llegando a cotizar en los 1,02 dólares y tocando su mínimo histórico, al acercarse a la paridad. En cuanto a los rendimientos de la deuda soberana, han alcanzado cotas no vistas en décadas. El retorno del 30 años británico sobrepasaba el 5,1%, una cota récord desde 1998. Para la referencia a 20 años, el yield sobrepasaba el 5%, y en el bono a diez años, subía por encima del 4,5%. Estos dos en máximos de más de una década. La intervención del BoE ha logrado frenar ese ascenso, incluso, conteniendo las ventas e impulsando las compras.
Estas disrupciones han golpeado a los hogares, ya que varias entidades han cambiado sus planes de hipotecas e, incluso, algunos bancos retiraron las ofertas para los nuevos clientes debido al caos financiero.
El-Erian apunta que el banco central británico tiene mucho más difícil ahora ajustar la política monetaria, ya que a la vez que sube los tipos de interés, va a comprar deuda de forma temporal -lo que complica su equilibrio-. Sin embargo, dentro del pesimismo, considera que hay margen para actuar. El economista es partidario de que haya un encarecimiento del coste del dinero antes de la reunión del 3 de noviembre marcada en el calendario del BoE y también aboga por que el Gobierno retrase la rebaja fiscal al año que viene o al siguiente. Ambos tienen que actuar: el banco central y el Ejecutivo.
"Se está haciendo daño real a la economía británica. De lo que se prolongue esta situación va a depender la profundidad en los daños estructurales y en la capacidad del país de crecer de forma elevada, sostenible e inclusiva", concluye el asesor de Allianz en el medio británico.