Periodista económico
Opinión

Cataluña no ha estado presente en la toma de decisiones para la reconstrucción. Así lo ha decidido el presidente Quim Torra, quien ha preferido quedarse al margen de la conferencia de presidentes autonómicos presidida por el Rey en La Rioja. Ha optado por convertirse en el sátrapa que destruyó su tierra.

Pablo Casado fracasó en su intento de hacer caer al Gobierno social-comunista con la gestión de la pandemia y todo hace pensar que va a pasar lo mismo con el intento de derrocarle con la crisis económica. Las ayudas europeas aprobada bajo los auspicios de Alemania y Francia hacen pensar que hay Gobierno para rato. Nos guste o no, será el encargado de gestionar el Plan de Reconstrucción. El argumento de que las condiciones impuestas por Europa no son armonizables con Pablo Iglesias en el Gobierno parece responder más a un deseo que a una realidad. Y, como se ha puesto de manifiesto en la película de Steven Soderbergh, Contagio (2011) la realidad siempre supera a la ficción.

Está aprovechando Pedro Sánchez los escándalos de corrupción que rodean a Juan Carlos I para terminar con la monarquía como le acusa la oposición? Hay opiniones para todos los gustos, pero en las esferas del poder se opina exactamente lo contrario. El presidente del gobierno está haciendo auténticos equilibrios malabares para salvar la institución y evitar que los escándalos del Rey Emérito no terminen salpicando a Felipe VI.

¿Qué pasaría si Pablo Iglesias abandonara el Gobierno? Esto se lo debe preguntar todos los días y a todas horas Pedro Sánchez. Lo cierto es que resta más que lo que aporta. Sin embargo, no se le puede echar sin crear una grave desestabilización tanto política como económica. Le guste o no, lo cierto es que le ha tocado arar con estos bueyes.

Pablo Casado es una buena persona. A diferencia de Pedro Sánchez transmite confianza a sus adversarios. Es un buen parlamentario con ideas. Tiene discurso, es un liberal consecuente y es un buen parlamentario. Pero le sobra Cayetana Álvarez de Toledo como portavoz y le falta carácter. Es un perdedor nato. Como lo fueron Tierno Galván o Ruiz Jiménez, que a todos les caía bien, pero nadie les votaba.

Cuando el prestigioso diario inglés The Times dedicó su portada a Juan Carlos de Borbón bajo el titular “el Rey caído” supe que el prestigio internacional que aún conservaba se había acabado. Un Rey desprestigiado dentro y fuera de España que con su mal comportamiento había comprometido seriamente la institución monárquica colocando a su hijo Felipe VI en una situación muy delicada.

El vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, está convencido que el otoño en España va a ser terrible. Así lo expresó durante el dialogo telemático organizado por la Fundación Pablo VI, que mantuvo con el presidente de la Conferencia Episcopal, el cardenal Juan José Omella. Según dijo, en junio hemos tocado fondo pero la caída ha sido tan fuerte y concentrada en dos meses que el rebote que estamos viendo es engañoso. Nos queda aún mucho por recorrer. Por tanto, se aleja una salida en uve como pensaba al inicio de la pandemia.

El presidente del PP, Pablo Casado, parece haber recogido el guante que hace unos días lanzó el eurodiputado de Ciudadanos, Luis Garicano, de aceptar una prórroga de seis meses para trabajar en el acuerdo sobre la Reconstrucción de España. ¡Medio año sin crispar al personal!

De la misma manera que en la pandemia del coronavirus hay grandes contagiadores, en la política hay grandes crispadores. Sin lugar a dudas son el vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias y la portavoz del PP en el Congreso de los diputados Cayetana Álvarez de Toledo. La lista se completa con más, una pléyade de políticos y politiquillos que se apuntan al carro buscando a los medios de comunicación como caja de resonancia. Santiago Abascal, Pablo Echenique, Irene Montero, Gabriel Rufián, Quim Torra, etc. En fin, todos aquellos que buscan un titular fácil.

¿Existe una conspiración de la Guardia Civil para hacer derrocar al gobierno social-comunista? Esta es la pregunta que recorre los cenáculos madrileños tras el fulminante cese del coronel Diego Pérez de los Cobos como jefe de la Comandancia de Madrid y a la que ha seguido una remodelación de los mandos de todo el cuerpo.