Cuando el prestigioso diario inglés The Times dedicó su portada a Juan Carlos de Borbón bajo el titular "el Rey caído" supe que el prestigio internacional que aún conservaba se había acabado. Un Rey desprestigiado dentro y fuera de España que con su mal comportamiento había comprometido seriamente la institución monárquica colocando a su hijo Felipe VI en una situación muy delicada.
La cacería de elefantes en Botsuana con su amante Corinna Larsen, que se hacía pasar por princesa, aunque en realidad era una buscavidas, marcó el punto final de quien había sido un gran monarca: "Lo siento mucho. Me he equivocado. No volverá a ocurrir". Con tales palabras el rey Juan Carlos saliendo del hospital de San José de Madrid tras recibir el alta, el monarca cavó su propia tumba. Toda la dignidad y la pompa real se fueron a hacer puñetas y con su actuación dio pie a que saliesen a la luz todas las tropelías que había cometido durante su mandato.
Como narra Fernando Jáuregui en su excelente libro La Ruptura, con el final del "juancarlismo" el espíritu del 78 saltó por los aires hecho pedazos. Han sido los 38 años de mayor prosperidad y libertad de la Historia de España. Juan Carlos fue un gran Rey y un gran golfo.
La cacería de elefantes marcó el punto final del que hasta entonces había sido un gran monarca
Hay quien aún defiende que lo importante es su faceta pública y que la parte privada entra en el ámbito del personal. No es cierto. Ahora que se cumple el sexto aniversario de su abdicación está meridianamente claro que la monarquía se basa en su ejemplaridad, tanto en el terreno público como en el privado. Un Rey que no es ejemplar no puede ser Rey. Por eso su hijo Felipe VI es ejemplar y por eso está siendo un buen Rey. Y eso sirve tanto para España como para Reino Unido, donde la familia real ha dejado mucho que desear.
El Rey emérito fue un gran rey y un gran golfo
Para Jáuregui, "existe una revolución en marcha que está quebrando el sistema democrático en el que vivimos, aquel que nos dimos en el 78 y del que nació nuestra Constitución. La caída del "juancarlismo", los profundos cambios en la forma de hacer política, la dolorosa pandemia que nos golpea rompe con el pasado". En su opinión, el Gobierno que se ve forzado a hacer Pedro Sánchez con Pablo Iglesias "es una coalición indeseable que supone una ruptura con el espíritu del 78".
Con la muerte del 'espíritu del 78' resurgen las dos Españas que Felipe VI debe atemperar
Con la llamada nueva política aparecen en escena partidos como Podemos, Vox, Ciudadanos que no dan la talla para tomar el relevo a los partidos tradicionales como el PSOE, PP o PCE. Los nuevos dirigentes que aparecen en la escena como Pablo Iglesias, Pedro Sánchez, Albert Rivera o Santiago Abascal actúan como auténticos caudillos en sus organizaciones laminando a los viejos líderes. Todos ellos ejercen bajo el patrón del nacional-populismo sin la mínima visión de Estado, provocando una crispación que recuerda los años previos al 36 con un Frente Popular por una parte y una alianza derechista que recuerda a la CEDA de Gil Robles.
Con la muerte del "espíritu del 78" resurgen las dos Españas que el Rey Felipe VI tendrá que atemperar. Como en la película dirigida por Claude Chabrol La ruptura (1970) el libro de Fernando Jáuregui escribe su obra más dolorosa y realista. Un padre que machaca a un hijo y unos hijos que destruyen a unos padres y nos empujan al olvido.