
Pablo Casado fracasó en su intento de hacer caer al Gobierno social-comunista con la gestión de la pandemia y todo hace pensar que va a pasar lo mismo con el intento de derrocarle con la crisis económica. Las ayudas europeas aprobada bajo los auspicios de Alemania y Francia hacen pensar que hay Gobierno para rato. Nos guste o no, será el encargado de gestionar el Plan de Reconstrucción. El argumento de que las condiciones impuestas por Europa no son armonizables con Pablo Iglesias en el Gobierno parece responder más a un deseo que a una realidad. Y, como se ha puesto de manifiesto en la película de Steven Soderbergh, Contagio (2011) la realidad siempre supera a la ficción.
Esa idea de que la UE con el plan de "rescate" a España han planteado una enmienda a la totalidad al programa de gobierno pactada entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias no es cierta. La "enmienda a la totalidad" no proviene de Europa sino de la pandemia. Cuando el 14 de marzo España fue confinada a causa del Covid-19, aquel programa quedó reducido a papel mojado. Los objetivos a partir de entonces ya no fueron ni repartir la riqueza, ni procurar el encaje de Cataluña en España, ni hacer un país más inclusivo. La prioridad desde aquel momento ha sido salvar vidas humanas, luchar contra la enfermedad, y evitar que los sectores más débiles cayesen en la pobreza.
Apostar por hacer caer al Ejecutivo, como hace Casado, es una estrategia muy arriesgada
Por tanto, las condiciones impuestas por Bruselas ya estaban totalmente asumidas por el Ejecutivo. Esto no significa en absoluto que se hayan olvidado de sus objetivos iniciales, sino que han pasado a un segundo plano. Podemos sabe de sobra que claudican temporalmente de sus objetivos en el corto y medio plazo o no se recibirán ayudas económicas en la segunda vuelta para atender a las nuevas prioridades sociales que han surgido. Pueden ser radicales, pero no idiotas.
Cuando el 14 de marzo España fue confinada a causa del Covid-19, el programa electoral del Gobierno quedó reducido a papel mojado
La otra cuestión que ha surgido entre las elites económicas es la duda de que este gobierno tenga capacidad para gestionar la Reconstrucción tras los estragos ocasionados por la pandemia. Con las ayudas europeas y el crédito ilimitado dado por el mercado, gracias al apoyo del BCE, el Ejecutivo tiene los instrumentos necesarios para poder hacerlo, pero hay dudas razonables de que tengan el talento necesario para lograrlo. Será un otoño inquietante y crítico agravado por la muy probable segunda oleada de la enfermedad que hará inevitable nuevas medidas de aislamiento.
El argumento de que las condiciones impuestas por Europa no son armonizables con Pablo Iglesias en el Gobierno parece responder más a un deseo que a una realidad.
Los señores que habitan en las altas torres no tienen claro que haya capacidad para gestionar el proceso. Y se van a necesitar en grandes dosis. Es cierto que cuando Pedro Sánchez puso a Salvador Illa al frente de la gestión sanitaria se cometieron muchos y gravísimos errores, pero con el tiempo mejoró y consiguió dominarla casi totalmente, aunque cuenten mal el número de muertos. Pero lo cierto es que lograron poner en marcha una solución, a pesar de que la oposición conservadora le retirase el apoyo para mantener el Estado de Emergencia en medio de la pandemia. Paradójicamente fue la anti-España quien permitió que la lucha contra la enfermedad continuase adelante. Ahora puede suceder lo mismo con la economía.
En Podemos pueden ser radicales pero no idiotas
Si la derecha patriótica no ayudó a superar la crisis sanitaria tampoco ayudará a superar la recesión económica. Así lo ha anunciado Pablo Casado, cuya apuesta sigue siendo hacer caer al Gobierno. Es un lance arriesgado. No apoyar, aunque sea puntualmente, al Ejecutivo por razones patrióticas, de salvación nacional, aunque sea poniendo todas las condiciones que considere necesarias, se le puede volver en contra. En el PP cohabitan una fracción razonable, encabezada por Núñez Feijoo, que considera necesario hacer una tregua y apoyar al Gobierno para sacar adelante al país; y un ala dura, encarnada por su secretario general Teodoro García y por la portavoz parlamentaria Cayetana Álvarez de Toledo, partidaria de dar leña al mono hasta que hable inglés.
Paradójicamente fue la anti-España quien permitió que la lucha contra la enfermedad continuase adelante
Entre ambas tendencias Pablo Casado sobrevive deshojando la margarita con la idea en la cabeza que puede dar a Pedro Sánchez un "jaque mate pastor" como éste hizo con Mariano Rajoy. Me temo que este Gobierno es más correoso de lo que parece.