
Los malos augurios de Europa enterrada en un crudo invierno, empezando por Alemania, por el corte de suministro de gas no se han cumplido. El PIB germano terminó 2022 con un crecimiento del 1,9%, por lo que, con casi toda probabilidad, en el último trimestre del año la economía habría evitado una caída y alejado el fantasma de la recesión técnica.
El producto interior bruto (PIB) de Alemania se expandió un 1,9% el año pasado respecto a 2021, según los datos publicados hoy por la Oficina Federal de Estadística (Destatis). La mayor economía de la eurozona se desaceleró en 2022, pues el año anterior el PIB aumentó un 2,6% (tras el batacazo del 3,7% por el covid en 2020). Pese a la desaceleración, la economía habría terminado evitando la entrada en recesión, según los cálculos iniciales. "Esto implica que la economía se ha estacando y no se ha contraído en el cuarto trimestre", apunta Carsten Brzeski, jefe de macro de ING Economics.
"El consumo privado fue increíblemente sólido en el cuarto trimestre, impulsado por un aumento récord en el ingreso disponible el año pasado que ayudó a amortiguar el golpe de la inflación", subraya Andreas Scheuerle, economista de Dekabank. "La industria también ha sido más fuerte de lo esperado, con los fabricantes de automóviles jugando un papel importante", destaca el economista como las claves del último trimestre de 2022.
"En 2022, la situación económica general de Alemania se vio afectada por las consecuencias de la guerra de Ucrania y los elevadísimos aumentos del precio de la energía", indica Ruth Brand, la nueva presidenta de Destatis. "También hubo una grave escasez de materiales y cuellos de botella en las entregas, una subida masiva de los precios, por ejemplo de los alimentos, escasez de mano de obra cualificada y la persistencia, aunque desvanecida, de la pandemia", añade el comunicado del organismo estadístico.
Desde que se desató el conflicto bélico en Ucrania, muchos expertos empezaron a manejar un escenario de profunda recesión para Alemania, enterrada en las consecuencias de la guerra energética de Moscú contra Europa. A partir del verano, mientras todos los países europeos pisaban el acelerador para aumentar las reservas de gas para el invierno, las previsiones se hacían menos dramáticas pero el consenso de economistas giraban sobre una recesión muy acotada en el tiempo, desde octubre de 2022 a marzo de 2023. Más profunda en Alemania, pero también iba a afectar a la zona euro.
El apocalipsis que nunca llegó
Este podría ser el título de un reportaje sobre la economía alemana y europea. Los expertos vaticinaban un invierno infernal para el euro, con protagonismo para la recesión.
La economía alemana, y por extensión, la zona euro ha aguantado mejor de lo previsto en los trimestres clave, a pesar de que la segunda parte del año ha sido un auténtico frenazo para la economía. Los precios de la energía han dado una tregua inesperada, gracias al trabajo bien hecho por parte de los países del Viejo Continente en materia energética y a que las temperaturas han sido más cálidas para lo que suele ser habitual.
Si finalmente no hay caída del PIB en la región se habrá evitado la recesión. Desde el punto de vista técnico, para que haya recesión tiene que bajar el producto interior bruto dos trimestres consecutivos. El Banco Central Europeo (BCE) tiene muy limitado en el tiempo el impacto de la recesión. Los economistas de Lagarde confían en que a partir de primavera la economía de la zona euro empiece a despegar.
Salomon Fielder, economista de Berenberg, recuerda que "la incertidumbre en torno a la estimación es alta, ya que los datos completos aún no están disponibles". "La oficina de estadísticas estima que el PIB se estancó en el cuarto trimestre, muy por encima de nuestra propia estimación de una caída intertrimestral del 0,6%", añade en su comentario.
El comisario europeo de Economía, Paolo Gentiloni, ha asegurado esta semana que la contracción económica prevista en la eurozona a principios de este año podría ser menos profunda de lo que se temía. La previsión de la Comisión Europea mantiene su proyección del 0,3% para 2022, pero diversos factores sugerían que la contracción prevista para el cuarto trimestre de 2022 y el primero de este año no sería tan brusca como se había esperado, comentaba el italiano.
Los economistas de Goldman Sachs se han sumado recientemente a los expertos que destierran la recesión para la zona del euro. Ya no la pronostican tras la resistencia demostrada en 2022, la caída de los precios del gas natural y el fin de las restricciones contra el covid en China. Ahora esperan que el producto interior bruto (PIB) aumente un 0,6% este año.
"La economía alemana tiene grandes retos pendientes"
Los analistas de Bank of America Merrill Lynch esperan un crecimiento del 0,4% para 2023 (40 puntos básicos más que en la anterior previsión) y del 0,9% para 2024 (sin cambios). Con un clima invernal suave, elevados niveles de almacenamiento de gas en los países más vulnerables al suministro y menores precios del gas y de la electricidad al por mayor en toda la región, es probable que ahora se evite la recesión técnica suave del invierno en 2023.
Sin embargo, aunque los peores presagios no se han cumplido, el horizonte a corto plazo está plagado de nubarrones. "La recuperación tras el bloqueo [por el covid] ha terminado y no apoyará la actividad económica en 2023. Es probable que los efectos adversos de la guerra y la crisis energética prevalezcan y sean un lastre para la economía", asegura Brzeski. "No olvidemos que la economía alemana sigue enfrentándose a una serie de retos que probablemente pesarán sobre el crecimiento este año y los siguientes: el suministro energético en el próximo invierno, el cambiante comercio mundial con más riesgos geopolíticos y cambios en las cadenas de suministro, las elevadas necesidades de inversión en digitalización e infraestructuras y la creciente falta de trabajadores cualificados", continúa este analista de ING en un comentario de este viernes. Y concluye: "El mero hecho de que la economía alemana haya evitado lo peor, por desgracia, no significa que hayan desaparecido todos los problemas económicos".
¿Qué significa una economía resistente para el BCE?
"Un rendimiento superior de la economía significa mayor riesgo de subidas de tipos para el BCE", apuntan desde Berenberg. "El hecho de que la economía real aguante mejor de lo esperado aumenta el riesgo de que el BCE vaya más allá de las dos subidas de tipos de 50 puntos básicos cada una que el banco central prácticamente ha anunciado para las reuniones de febrero y marzo, con el objetivo de frenar la expansión y reducir las presiones inflacionistas", subraya Fielder.
A pesar de que las tasas de inflación están cayendo en las principales economías europeas, el BCE encuentra sólidos argumentos para seguir con el endurecimiento monetario. El desempleo de la zona euro sigue en mínimos históricos y el gran impacto esperado de los mercados de gas natural después de la invasión rusa de Ucrania ha sido minimizado.
"Es muy factible que la inflación general haya alcanzado ya su nivel más elevado del ciclo y que está dando claros síntomas de remitir, básicamente por el descenso de los precios energéticos, pero no tenemos muy claro que la subyacente lo haya hecho, al menos en Europa", comenta Juan José Fernández-Figares, jefe de análisis de Link Securities. Este experto apunta que la clave para que los bancos centrales "levanten el pie del acelerador" será la evolución de esta variable y, especialmente, de los precios de los servicios y de la evolución de los salarios.