Jefa de Redacción de Bolsa & Inversión de elEconomista

Publicitar de cualquier forma una criptodivisa en España no es posible desde febrero de 2022. Han pasado 21 meses desde que entró en vigor una nueva Circular, sometida a consulta pública, para regular la publicidad de los criptoactivos. Y el supervisor de los mercados españoles, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), acaba de anunciar el primer expediente sancionador a una empresa por no seguir la norma. Se trata de Miolo Desarrollos, una firma gallega que tiene por objeto el desarrollo de proyectos en nuevas tecnologías y venta de hardware y software, según recoge Informa.

Copasa, MásMóvil, Sugal o Grenergy. Son empresas muy distintas que tienen en común haber marcado algún hito en la historia del mercado alternativo de renta fija (MARF) en sus diez primeros años de vida, y reflejan también que no hace falta ser una firma cotizada para encontrar financiación en los mercados de capitales. De hecho, el 68% de las compañías que se han acercado al MARF en la última década no estaban presentes en bolsa; el 6% cotizaba en BME Growth y el 26% en el mercado principal. El universo de nuevas empresas que pueden encontrar aquí financiación es enorme teniendo en cuenta el volumen de pymes que hay en España, y difícil de contabilizar, pero desde BME creen que es "sostenible" a futuro el crecimiento de 10-15 firmas nuevas al año visto desde 2013.

El gas. La luz. La seguridad. O las telecomunicaciones. La pandemia y los dos conflictos geopolíticos actuales que amenazan de algún modo a Europa han encumbrado a estos sectores como estratégicos para algunos estados. Una de las maniobras de los Gobiernos ha sido entrar o aumentar la participación en empresas privadas para evitar que llegue capital extranjero con poder de mando, que incluso las compren a través de ofertas públicas (opas) o que puedan quebrar. Esta respuesta supone una marcha atrás en el proceso de privatizaciones que algunos países habían llevado a cabo en las últimas décadas, entre los que España estaba más adelantado.

Los ahorradores conservadores han encontrado la horma de su zapato este año en las letras del Tesoro. La razón es sencilla. Ganan dinero con la certeza de recuperar lo invertido. La principal ventaja de la deuda pública, que la convierte en un instrumento que encaja a la perfección con los perfiles que no quieren exponerse al riesgo, es que si se mantiene hasta su vencimiento no se pierde el capital aportado -salvo en el poco probable caso de que el Estado impague-. A la vez, se conoce de antemano la rentabilidad que se va a conseguir. Con un plus adicional: ese interés que se obtendrá se mueve ahora entre el 3,5% y cerca del 4%, por encima de lo que de media ofrecen los depósitos en España.

Los grandes inversores llevan varios años siendo más exigentes y mirando con lupa las retribuciones que pagan a sus consejeros las cotizadas en las que tienen una participación. Las propuestas que llevan las compañías a las juntas de accionistas llevan un tiempo recibiendo votos en contra que han llevado a algunas a mejorar su transparencia y a abordar ciertos planes de acción. Esto ha contribuido a que este año se haya visto un mayor respaldo hacia las retribuciones en las grandes cotizadas.

La era de los tipos de interés al 0% ya es historia y los años de grandes emisiones de deuda corporativa, de momento, también. La vertical subida de tipos no ha cerrado los mercados para que las compañías sigan encontrando financiación, pero muchas tenían ya los deberes hechos y no se está produciendo una excesiva actividad. No obstante, a falta de 10 semanas para acabar el año, en 2023 se ha superado en un 14% el volumen de deuda corporativa en euros emitida por las firmas españolas en todo 2022 -sin incluir a los entidades financieras-.

La renta fija está dando una pequeña tregua. Tras cinco semanas consecutivas en las que las rentabilidades que exigen los inversores iban en aumento tanto en Estados Unidos como en Europa, las principales referencias a 10 años cierran esta semana tratando de alejarse de los máximos que marcaron en la anterior.

Aparcar el dinero que no se necesita en una cuenta corriente dejó de tener menos sentido si cabe hace meses. Incluso para los ahorradores más conservadores, con más aversión al riesgo, se ha abierto todo un abanico de posibilidades en las que encontrar cierta rentabilidad, superando en algunos casos a la inflación. Aunque son muchas las opciones, hay un activo de inversión que prácticamente no ha tenido rival en los últimos meses: las Letras del Tesoro. El dinero que se ha dirigido a la deuda a corto plazo supera en un 40% al que ha entrado en los fondos considerados más conservadores.

La próxima semana comienza la temporada de presentación de resultados trimestrales en España y las compañías apuran los últimos días para emitir deuda. En ese periodo, conocido como black out, se limitan muchas operaciones, incluidas las colocaciones de bonos. Banco Santander aprovecha la escasa ventana que queda para lanzar este miércoles una emisión con dos vencimientos distintos.

La mitad del capital de la bolsa española está en manos de inversores internacionales. Controlaban el 50,3% de las cotizadas a cierre de 2022, frente al 48,8% que mantenían el año previo. Es la segunda vez que la cifra bate el 50% y supone un récord de las tres décadas en las que hay registros, según el Informe sobre la propiedad de las acciones españolas cotizadas publicado por BME este martes. No fue hasta 2009 cuando alcanzaron el 40% y poco a poco han ido ganando peso frente a otros inversores como las familias.