
Los ahorradores conservadores han encontrado la horma de su zapato este año en las letras del Tesoro. La razón es sencilla. Ganan dinero con la certeza de recuperar lo invertido. La principal ventaja de la deuda pública, que la convierte en un instrumento que encaja a la perfección con los perfiles que no quieren exponerse al riesgo, es que si se mantiene hasta su vencimiento no se pierde el capital aportado -salvo en el poco probable caso de que el Estado impague-. A la vez, se conoce de antemano la rentabilidad que se va a conseguir. Con un plus adicional: ese interés que se obtendrá se mueve ahora entre el 3,5% y cerca del 4%, por encima de lo que de media ofrecen los depósitos en España.
Argumentos no faltan para entender lo que está ocurriendo. Los ahorradores particulares se han convertido en los primeros acreedores del Estado español a corto plazo, es decir, los que más compran su deuda en vencimientos tempranos. El 28,7% de las letras del Tesoro estaba en manos de minoristas, más de 20.300 millones con los que superan a los inversores extranjeros, según los últimos datos del Banco de España correspondientes al mes de agosto.
Son muchos los ciudadanos que han hecho cola en oficinas del Banco de España para comprar y otros muchos los que han adquirido títulos a través de la web del Tesoro Público. Y ante una fuerte demanda, cada vez más brókeres están ofreciendo y acercando a sus clientes la posibilidad de comprar deuda, no solo en las subastas sino también una vez se ha emitido y sigue cotizando con rendimientos elevados.
La mayoría de principales brókeres ofrece ya la posibilidad de comprar renta fija tanto en el mercado primario como en el secundario. Haciendo un símil con las acciones, sería como permitir comprar en una salida a bolsa (en este caso una colocación de deuda) o adquirir títulos una vez están las acciones cotizando. En algunos casos puede resultar más barata esta segunda vía, y siempre será posible saber también previamente cuánto se ganará con el dinero aportado.
Mercado primario
La primera opción es acudir a través de un intermediario, el bróker, a las subastas periódicas de deuda pública (el calendario de todo el año se puede ver en la web del Tesoro). La realidad es que ahorrarse ese trabajo de adquirir títulos vía Banco de España o Tesoro Público supone un pequeño coste. El Banco de España tiene fijada una comisión en el 0,15%, con un mínimo de 0,9 euros y un máximo de 200 euros, sobre el importe que se debe transferir. Las entidades cobran comisiones que en sus páginas webs no suelen estar tan accesibles como las tarifas que mantienen para invertir en bolsa.
Al preguntar firma a firma, la conclusión es que como mínimo comprar letras o bonos tiene un coste del 0,20% anual con un bróker. Es lo que cobra Banco Santander, que destaca entre los más baratos. Con esa comisión mínima, invertir 3.000 euros en letras a 12 meses, por ejemplo, tendría un peaje de al menos 6 euros utilizando un intermediario, frente a los 4,5 euros que supondría hacerlo directamente por el Banco de España. En el importe más pequeño posible con el que se puede acceder a una subasta, fijado por el Tesoro en 1.000 euros, el coste adicional de usar un bróker sería de 50 céntimos de euro en adelante.
Algunas firmas cobran una cantidad mínima y en otras hay que sumar otros costes, como el de custodia, con lo que el total puede acercarse al 0,50%. En el ejemplo de 3.000 euros, equivale a pagar hasta 15 euros. Aunque la banca y las empresas de inversión están viendo un gancho en este producto, de ahí que muchas ya no solo no cobran custodia con las letras sino que el coste total puede variar mucho en función de la vinculación de cada cliente y las condiciones que se pacten, según insisten en firmas como BBVA, CaixaBank o Unicaja.
Al igual que si se acude directamente a la subasta, algunos brókeres especifican que permiten realizar peticiones competitivas (las que se solicitan a un precio determinado que se esté dispuesto a pagar, en porcentaje sobre el nominal) y no competitivas (las más habituales, donde se acepta el premio medio ponderado en la subasta).
Mercado secundario
La otra opción para beneficiarse de las rentabilidades que ofrece la renta fija es la de comprar deuda en el mercado secundario, donde cotiza después de ser emitida. Aquí la clave es el precio al que se realizará la operación, al que se está comprando en el mercado, así como el vencimiento. Aunque los brókeres ya ofrecen directamente la TIR (tasa interna de retorno) de cada título para saber qué se gana.
En el cobro de comisiones aquí hay algo más de competencia que en el primario. La oferta más barata, en líneas generales, la tiene Renta 4, al cobrar un 0,10% por la compra sobre el nominal en letras y bonos; solo en estos últimos habría que sumar 0,16% de custodia. Banco Santander también deja el coste en un 0,20% en el mercado secundario, y en este caso se suman otros tres brókeres con el mismo porcentaje: Activotrade, Auriga Bonos y GVC Gaesco. Este último quita sus comisiones adicionales de custodia en las letras, algo también muy generalizado en el secundario en las letras. Aunque lo hace siempre que se compre vía Send, la plataforma propietaria de Bolsas y Mercados Españoles (BME) cuyo funcionamiento es similar a la de la bolsa.
Esa diferenciación de plataformas existe. Y es que algunas entidades prefieren operar ahora en mercados distintos. De hecho, desde Santander explican que van directamente a mercados OTC (over the counter, no organizados) a través de varios creadores de mercado. "Eso nos permite ofrecer más producto y operaciones, al ir a mercados más líquidos", señalan. En estos casos siempre conviene saber la calidad de ejecución de órdenes y exigir toda la información y transparencia necesarias.
Aunque es una minoría, hay quien sí cobra comisión de custodia, como CaixaBank, de un 0,05% anual, o Bankinter, donde explican que con su cuenta online es del 0,05% trimestral y "los diferenciales que aplicamos varían en función del plazo de la emisión". Otro coste adicional es, en ciertos casos, el que paga en el abono de intereses, que solo especifican algunas como Unicaja.
Letras vs bonos y deuda extranjera
El riesgo que se asume en las letras es menor que en los bonos al ser vencimientos más cortos y eso lleva a los inversores particulares a decantarse más por los fondos de inversión cuando prefieren invertir a largo plazo. De hecho, los fondos de renta fija a largo plazo son la categoría de productos donde más entra dinero este año en España, más de 12.120 millones de euros desde enero, según datos de Inverco. Aunque los brókeres también ofrecen la compra directa de bonos del Estado en el secundario. En algunos casos, las comisiones son distintas al tener que pagarse una custodia.
Algunas entidades también ofrecen deuda pública internacional, con unas tarifas que en ocasiones varían frente a la renta fija nacional llegando incluso a duplicarse. Aquí algunas, además, sí cobran comisiones de cobros de cupones y amortizaciones. En cambio, otras como BBVA no hacen distinciones con la deuda española frente a la extranjera, aunque especifican que "depende del tipo de cliente, servicio prestado, liquidez de la emisión...". Activotrade también cobran un mismo 0,2% en emisiones europeas y estadounidenses y en Auriga tampoco hacen ninguna diferencia.
Claves en la tributación
La mayoría de bancos ofrece una información detallada de cara a la Declaración de la Renta, pero ¿qué hay que tener en cuenta en la tributación de letras y bonos? Las letras se emiten en las subastas con un rendimiento implícito, de forma que en el momento de desembolsar el capital se paga un importe menor al que finalmente se recibe al vencimiento. Esa cantidad final incluye ya los intereses, la rentabilidad está en esa diferencia. Y eso se considera un rendimiento de capital mobiliario de cara al IRPF. Ese rendimiento tributará del 19% los primeros 6.000 euros; al 21% entre los 6.000 y 50.000; 23% entre 50.000 y 200.000; 27% entre 200.000 y 300.000 o 28% para mayores cuantías.
En cambio, tras comprar los bonos ya sea en el primario o en el secundario, sí se recibirá un cupón periódico. Ese pago se considera igualmente rendimiento del capital mobiliario, con la diferencia de que en este caso Hacienda sí realiza una retención previa del 19%. Si los bonos se vendieran en el secundario, también se genera un rendimiento del capital mobiliario por el que tributar, pero ahí no habría retención.

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