Hace diez años, en un pequeño despacho del Palacio de la Bolsa de Madrid, un entonces ya veterano en el mercado oficial de renta fija (AIAF) explicaba a este medio cómo en un tiempo récord de diez meses se había gestado un nuevo mercado de deuda accesible para pequeñas empresas. El nombre elegido fue el de MARF (por las siglas de Mercado Alternativo de Renta Fija) y ese padre de la criatura, Gonzalo Gómez Retuerto, tenía mucha confianza en que, aunque tardase un tiempo en echar a andar, acabaría convirtiéndose en una fuente real de financiación para compañías de menor tamaño que no tenían tanta facilidad de acceso a los mercados de capitales. En su primera década de vida, 143 firmas han acudido al MARF de manera directa y se han canalizado más de 70.000 millones de euros en total.

Jefa de Redacción de Bolsa & Inversión de elEconomista