Los depósitos a tipo fijo llevan años con la rentabilidad por los suelos. El hundimiento de los tipos de interés complica al ahorrador conservador encontrar alternativas para su dinero. El repunte de la inflación, que alcanza una tasa interanual del 5,5%, pone aún más contra las cuerdas a los particulares, cuyo dinero se desgasta y pierde valor cada vez más rápido.

Invertir es el paso siguiente del ahorro, la palanca para que el dinero acumulado no pierda valor y genere un rendimiento a su dueño. El Banco de España desveló que los españoles tenían después del confinamiento casi un billón de euros con una rentabilidad que rozaba el 0%. Esto se explica porque los productos financieros predilectos de los ciudadanos son aquellos con un riesgo más bajo (efectivo, depósitos y cuentas). Todos ellos ofrecen una rentabilidad baja.

Electricidad, carburantes y gas fueron los elementos que más encarecieron la cesta de la compra en octubre, según el dato avanzado del IPC del Instituto Nacional de Estadística. Un mes más y una nueva subida de la tasa interanual, esta vez hasta el 5,5%, su nivel más alto desde 1992. Una nueva escalada que se traduce en pérdida de poder adquisitivo de los españoles, cuyos salarios no crecen al ritmo fulgurante de la inflación.

La víspera del Día de Todos los Santos no solo se celebró Halloween. También fue el Día Mundial del Ahorro, una jornada que pretende concienciar sobre la importancia de este hábito y de sus beneficios en la gestión de nuestras finanzas personales. Interiorizar este concepto desde edades tempranas redunda en una mayor capacidad para destinar ese ahorro a inversiones saludables que costeen los gastos habituales y también los proyectos que exigen esfuerzos y presupuestos mayores.

El bienestar irrumpe como una exhalación en las sociedades postpandemia. Después del confinamiento, la salud física y sobre todo la mental ha ganado peso en las agendas de los gobiernos. También comienza a asomar en las carteras de inversión. Algunas comercializadoras de fondos están dispuestas a ofrecer a los particulares vehículos con los que invertir (literalmente) en su bienestar. Además, el avance tecnológico brinda otras temáticas que se empiezan a instalar en el mundo financiero, como el big data o las empresas disruptoras, mientras que cada vez hay más mascotas en los núcleos familiares.

Las decisiones financieras, lejos de ser una suma o resta de números, están también atravesadas por pensamientos. Una persona que decide poner a trabajar sus ahorros tiene en mente algo más que la marcha de los mercados. Las emociones son un factor que también entra en juego en la actitud y en la respuesta que despliegan los inversores.

El Ibex 35 ocupó el año pasado el farolillo rojo de rentabilidades frente a las principales bolsas europeas. El selectivo español ha levantado el vuelto este 2021 y, aunque su revalorización no es la más elevada entre los índices europeos (10%), supera a pesos pesados como el FTSE 100 británico entre enero y comienzos de octubre. Algunos valores del Ibex, lejos de tocar techo, tienen un largo recorrido para apreciarse, según el consenso de analistas de Bloomberg.

La crisis financiera de 2008 llevó a capas amplias de la población a desconfiar de las entidades. Muchas personas recelan todavía del banco de cabecera y dudan en dejar depositados allí sus ahorros. La técnica de guardar el dinero bajo el colchón se ha visto acentuada en los últimos años por los bajos tipos de interés, que han desincentivado a muchos particulares a canalizar su capital a través de productos de inversión.

Tener una correcta planificación financiera a lo largo de la vida es sencillamente imprescindible si se quiere disfrutar de una jubilación próspera. Y cuanto antes se empiece, mejor. Por eso, la inflación es un punto muy importante a tener en cuenta dentro de la preparación para la jubilación: ese enorme fantasma que se come los ahorros a largo plazo, frustrando objetivos futuros.

Un billón de euros en el banco parados. Este es el ahorro de millones de españoles que consideran que su dinero está a salvo en sus cuentas, pero nada más lejos de la realidad. Ese dinero en los últimos 12 meses ha perdido un 3,3% de su valor. En cifras, 10.000 euros inmovilizados en el banco en cinco años con una inflación del 2% (un 1,3% por debajo del valor actual) pasarían a valer 9.057,31 euros en cinco años, es decir sufrirían una pérdida de más de 940 euros. De situarse en el 3%, el valor del dinero sería de 8.626,09 euros, más de 1.370 euros menos que ahora. ¿Para evitarlo? La única solución pasa por invertir y lograr, al menos, igualar a la inflación, pero las dudas suelen paralizar. Bien sea por miedo o por no saber que producto elegir, la mayoría de ahorradores no terminan de dar el paso.