
Las decisiones financieras, lejos de ser una suma o resta de números, están también atravesadas por pensamientos. Una persona que decide poner a trabajar sus ahorros tiene en mente algo más que la marcha de los mercados. Las emociones son un factor que también entra en juego en la actitud y en la respuesta que despliegan los inversores.
Como explica Carlos González Ramos, director de relación con inversores de Cobas AM, "conocer y gestionar las emociones e impulsos que todos tenemos puede determinar la rentabilidad que cosechamos como inversores". La gestora advierte que el aspecto subjetivo es una constante cuando trabaja mano a mano con sus clientes particulares.
Tanto es así que racionalidad y emociones van de la mano en el proceso inversor. "La confluencia de razón y emoción genera sensaciones curiosas", explica en un Finect Talks Pedro Bermejo, neurólogo y autor de El cerebro del inversor.
De esta forma, algunos estudios constatan que el impacto sobre el cerebro de una caída de los mercados es 2,5 veces mayor que el impacto de la misma subida, advierte el neurólogo. Esto guarda relación con la idea del riesgo. "Cuando nuestro cerebro interpreta riesgo, se activan unas zonas cerebrales que harán que nos vayamos corriendo", añade Bermejo. "No vamos a pensar si las acciones están altas, bajas o medianas. Predomina la aversión al riesgo".
Desde Cobas AM añaden que se vuelve imprescindible conocer la curva emocional del inversor. "Explica situaciones tan habituales como por qué los inversores, movidos por el miedo o el pesimismo, suelen desinvertir en los peores momentos posibles. De repente nos invade la emoción de querer huir, vender o escapar", subraya González Ramos.
A ello se suma una segunda emoción: el efecto manada. Este sesgo en la forma de actuar es "tan potente como el primero", valora Bermejo. "Es la tendencia a hacer lo que hacen los demás. Si otros huyen de la inversión a largo plazo, el cerebro tiende a copiar esos comportamientos de escape".
Las mismas emociones se manifiestan en la otra cara de la moneda, cuando los mercados se encuentran en un momento alcista. En ese entorno financiero el optimismo, la ilusión e incluso una cierta alegría son las sensaciones más comunes en los inversores. "Es clave conocer que estos suelen ser los momentos más peligrosos. Son emociones que nos alertan de un mercado que puede haber escalado demasiado rápido o que pueden hacernos bajar la guardia", apunta González Ramos.
Los gestores de Abante también perciben impulsos en ambas direcciones del mercado: "Solemos infravalorar las subidas y sobrevalorar las pérdidas. Nos duele mucho más perder dinero de lo que nos alegra ganarlo. Todo ello hace que no nos comportemos de forma racional y queramos vender sin pararnos a pensar si es lo más adecuado".
Un escudo para evitar que las emociones echen por tierra el esfuerzo patrimonial consiste en ajustarse al horizonte temporal de inversión que tengamos marcado, señalan los expertos de Abante. "Si nuestras inversiones son el resultado de un ejercicio de planificación financiera previo en el que hayamos definido primero nuestros objetivos y luego la estrategia de inversión que nos va a ayudar a conseguirlos, podremos estar tranquilos porque sabremos que estamos bien invertidos". También ayudará ser conscientes en todo momento de nuestro perfil de riesgo, el horizonte temporal de nuestra inversión, o las circunstancias y necesidades personales.
Bermejo, entre otras cosas, aboga por tener buena información antes de decidirse por suscribir un activo o fondo o lo contrario, deshacer una posición y vender. El tiempo es un segundo aliado para templar las decisiones: "No pueden ser impulsivas, porque cuanto más lo sean, más riesgo hay de equivocarse. Si conoces un asesor, alguien que entienda del tema, esa persona va a ser mucho más racional que tú con tu dinero", indica. Por último, las herramientas para automatizar premisas básicas del ahorro y de la inversión juegan a nuestro favor: "Son estrategias a largo plazo que van a quitar de en medio todas las emociones y lo vas a reflejar por escrito en un momento en el que esas emociones no te van a influir", concluye.
El comportamiento de los inversores en la pandemia
Las emociones, precisamente, estuvieron a flor de piel durante el último año y medio en los mercados. El Covid-19, entre otras muchas esferas, ha afectado al comportamiento de los inversores, según se desprende del Estudio Global de Inversión de Schroders 2021.
El 44% de los españoles afirma que ahora revisa sus carteras de inversión una o más veces a la semana, de acuerdo con la gestora británica. Además, dos tercios (66%) reconoce que el comportamiento de su cartera afecta a su salud mental.
El inversor español se ha vuelto más conservador: el 47% ha destinado su capital a activos más seguros, como los que se pueden consultar en el escaparate de riesgo bajo de Finect. Un 44% prefirió aprovechar las caídas del mercado para arriesgar más con su patrimonio, concluye el estudio.