Las vacaciones de verano ya están a la vuelta de la esquina. Muchos ciudadanos ya solo pueden pensar en el momento de poner un pie la playa y comer una paella en el chiringuito. Disfrutar, descansar y desconectar del trabajo son los objetivos más deseados por todos esta temporada, especialmente tras otro año marcado por la pandemia. Sin embargo, nunca conviene desconectar del todo, especialmente de las finanzas. No vaya a ser que nos llevemos un susto en el bolsillo.

Con la última reforma de las pensiones todavía en caliente, muchos son los factores que indican que ésta no será, ni mucho menos, la última del sistema público. Es más, el incremento de la esperanza de vida y el descenso de natalidad, junto a las menores cifras de cotización y mayores cifras de desempleo, hacen pensar que más pronto que tarde el sistema se volverá a reformar. "En España estamos disfrutando de un sistema público de pensiones de los más generosos del mundo, por lo que, unido a todos estos factores, la tendencia es a empeorar", muestra Pere Font, asesor financiero de Axa Executive, al que se puede encontrar en la plataforma de asesores de Finect.

Llega el verano y con ello las ganas -y la necesidad- de desconexión, no solo en el terreno laboral, también en el de las inversiones. Pero ¿es posible alcanzar esa ansiada paz? Es sabido que los menores niveles de actividad y los volúmenes más bajos de negociación de esta época del año suelen conllevar una mayor volatilidad. Una volatilidad que este año puede verse incrementada tras meses en los que las bolsas han estado embalsamadas, unido a las posibles decisiones que realicen durante la temporada estival los bancos centrales.

La pandemia por Covid-19 embarcó al mundo en la recesión económica más intensa de las últimas décadas. Esta situación ha provocado que los gobiernos aumenten su deuda pública en pro de elevar sus paquetes de ayudas económicas y sociales. A la par, los bancos centrales han puesto en marcha su máquina de emitir billetes, reduciendo aun más los tipos de interés. Ahora, más de un año después, los fantasmas de la inflación han vuelto a escena, lo que de cumplirse disminuiría automáticamente el valor del dinero.

Llega junio y con ello, además del verano, el cobro de la mayoría de comisiones bancarias. La pandemia y el coste que supone el exceso de liquidez como consecuencia de la evolución de los tipos de interés han aumentado su cuantía y, también, las exigencias para intentar sortearlas. Esta situación no solo está ocurriendo en España, pues en Dinamarca los clientes que tienen menos vinculación con el Danske Bank deben pagar una penalización sea cual sea la cantidad de dinero que tengan ahorrado.

Llega junio y con ello, además del verano, el cobro de la mayoría de comisiones bancarias. La pandemia y el coste que supone el exceso de liquidez como consecuencia de la evolución de los tipos de interés han aumentado su cuantía y, también, las exigencias para intentar sortearlas. Esta situación no solo está ocurriendo en España, pues en Dinamarca los clientes que tienen menos vinculación con el Danske Bank deben pagar una penalización sea cual sea la cantidad de dinero que tengan ahorrado.

Los buenos datos económicos han disparado las alarmas de la inflación: el IPC, las cifras mensuales de desempleo en Estados Unidos, el repunte de los precios del petróleo o los mayores plazos de entrega de los bienes intermedios son muestra de ello. Eso, sin olvidar que tras años de exportar deflación (costes de producción y salarios contenidos), China está empezando a sufrir un incremento notable de los costes de producción.

No hay duda. El ahorro más conservador lleva inmerso en un bache del que parece no poder escapar. Si antes de la pandemia los tipos de interés ya marcaban mínimos, con la crisis económica desatada por el Covid-19 aun están más bajos. No hay más que mirar el Euribor -índice de referencia que indica el tipo de interés promedio de la mayor parte de los bancos europeos-. Si en febrero de 2020 se situaba en el -0,28%, hoy marca el -0,478%. Además, por el momento, y gracias a los ambiciosos programas de estímulo puestos en marcha para empujar a las economías, parece que se quedara cerca de estos niveles mucho más tiempo. Las previsiones mandan, siempre y cuando la temida inflación no aparezca en escena.