Reino Unido y la Unión Europea han descubierto que el Brexit no había quedado saldado el 31 de diciembre, con el fin de la transición de su divorcio, sino que el desafío verdaderamente complicado comienza ahora. Obligados a aprender empíricamente cómo interactuar como ex socios, están condenados a entenderse, pero la desconfianza mutua y el creciente resentimiento han provocado temblores en los pilares más delicados de este arranque de año: la lucha contra el coronavirus y la estabilidad en Irlanda del Norte.