
El Gobierno británico ha comenzado a asumir que incluso de lograr el más difícil todavía de un acuerdo con la Unión Europea, el país apenas está preparado para el 1 de enero, cuando la forma de operar con su principal socio comercial cambie radicalmente. De ahí el interés del Número 10 en vender pesimismo ante las conversaciones en Bruselas, puesto que necesita que el sector privado anticipe el peor escenario, para al menos garantizar contingencias mínimas si finalmente el pacto es posible.
Su propio regulador ha advertido de que la logística necesaria no está ni cerca de estar lista y cada día surge una nueva eventualidad que hace prever el caos en los puertos británicos. Si no fuesen suficientes las colas de los últimos días, motivadas por una demanda mayor de lo normal por el coronavirus y los temores a que la actual transición del Brexit concluya el 31 de diciembre sin un marco formal de relación con la UE, el Ejecutivo ya ha confirmado que el espacio que había reservado en el condado de Kent para 7.000 camiones no estará listo para los controles aduaneros previstos en el nuevo año.