
La decisión de Reino Unido de reimponer la obligación de guardar cuarentena al regreso de Canarias ha puesto en jaque los planes vacacionales de hasta 45.000 británicos y ha agudizado todavía más la crisis del golpeado sector turístico, que depende vitalmente del archipiélago español para la temporada de invierno.
El ministro de Transporte había detonado la bomba el jueves, para una orden que entró en vigor a las cuatro de la mañana de este sábado. El cambio se basó, dijo, en el aumento de contagios por coronavirus, pero los touroperadores y representantes del sector han demandado explicaciones más concretas, especialmente porque para algunos, las reservas a Canarias pueden suponer hasta el 50 por ciento del total.
La noticia ha supuesto un golpe para la industria local, que había visto cómo el complicado año provocado por la pandemia mejoraba relativamente en octubre, con la inclusión de las islas en los corredores de viaje establecidos por Reino Unido. Mientras el resto del territorio español continuaba en la lista negra que forzaba a auto-aislarse al regreso, volver de Canarias se consideraba seguro.
Por si fuera poco, el viernes el Ministerio de Exteriores británico no había decidido todavía si recomendaba no viajar a las islas, una resolución de la que dependían numerosas compañías que este fin de semana tenían previsto operar a Canarias y, sobre todo, que tendría severas consecuencias para las previsiones para Navidad.
Además, aunque el Gobierno de Reino Unido informó de que reduciría la cuarentena de los catorce días actuales a diez y a partir de la próxima semana se prevé que anuncie un recorte a cinco, si se da negativo, la PCR tendrá que ser costeada por los viajeros. Teniendo en cuenta que el precio de media son 120 libras (unos 130 euros), el importe de las vacaciones se dispararía, sobre todo, en el caso de familias.