Tecnología
¿Qué rostro pondría Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, nacido en el último suspiro del siglo XVI, si le hablásemos de NFT (token no fungible)? Esa respuesta quedará en el interrogante perpetuo. Aunque sí se puede contestar a cómo la tecnología, actualmente, ha calado en los veneros del arte. La irrupción de esta herramienta en la belleza es toda una realidad cuyo techo está aún por avistar. No en vano, las posibilidades digitales ya han iniciado un surco en las emociones brotadas de la experiencia de percibir las obras. Así, según ha conocido de primera mano elEconomista, por ejemplo, se han inmortalizado los latidos del artista mientras actúa. ¿Pero esta 'revolución' es abrazada en el Museo de Prado de Madrid? La argumentación que realizan desde una de las mejores pinacotecas mundiales para este medio supone un enfoque muy enriquecedor en esta disruptiva.