
"Lo que nos interesan son las carteras que tengan que ver con la aplicación de derechos sociales". Así resumía el secretario general de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, sus preferencias para apoyar a Pedro Sánchez en la investidura a la Presidencia del Gobierno. Los derechos sociales siempre han sido el principal caballo de batalla de la formación morada y lo que le ha granjeado más apoyo en la ciudadanía. Y, sin embargo, las declaraciones de Iglesias dan a entender que ha modificado su visión sobre lo que considera 'carteras sociales', invocando en sus peticiones al PSOE las competencias de los ministerios 'medalla' de Hacienda, Trabajo y Transición Ecológica. Las patas clave del Estado del Bienestar, Sanidad y Educación, han desaparecido de su discurso.
La histórica reclamación de la izquierda de la mejora de la educación como mecanismo de igualdad social así como de la universalización de la sanidad pública no parece preocupar ahora a un Iglesias que obtuvo parte de su fuerza precisamente de las distintas 'Mareas' del último lustro: la Marea Blanca (Sanidad), la Marea Verde (Educación) o la Marea Roja (Cultura), entre otras. Iglesias renuncia a priori a la disputa de los ministerios que rigen derechos sociales recogidos explícitamente en esa Constitución del 78 que agitó con denuedo durante toda su campaña electoral.
Esta mañana, en la reunión que he mantenido con @sanchezcastejon, hemos dado el primer paso en la dirección que marcaron las urnas el 28 de abril. Celebro que el PSOE abra la puerta hacia un Gobierno conjunto, progresista y estable que trabaje al servicio de la gente. pic.twitter.com/GfwiDFYDJC
— Pablo Iglesias (@Pablo_Iglesias_) 11 de junio de 2019
El motivo de este nuevo giro en sus predilecciones apunta al rédito político. Las grandes políticas de Sanidad y, muy especialmente, de Educación, suelen provocar la oposición de parte de la ciudadanía, podrían ser complicadas de aprobar en un Parlamento tan fragmentado como el actual y, además, su implantación y sus efectos suelen verse en el largo plazo. En sanidad, el partido 'morado' abogaba en su programa por aumentar del 6 al 7,5% su peso sobre el PIB y "poner freno a la mercantilización de la sanidad", mientras que en educación sugería incrementar el peso en el PIB del 4 al 5,6% y "una nueva ley de educación que deje atrás la LOMCE", algo que fue incapaz de implantar José Ignacio Wert (PP) y de reformar Ángel Gabilondo (PSOE). Todas ellas son propuestas de máximos que ya se han planteado en el pasado y que no han conseguido llegar a buen puerto, entre otras cuestiones por los problemas competenciales, ya que muchas responsabilidades en ambos ámbitos corresponden a las Comunidades Autónomas.
'Medallas' ante la ciudadanía
En cambio, Iglesias opta por los ministerios 'medalla' de cara a la opinión pública. Las carteras de Hacienda, Trabajo y Transición Ecológica proporcionarían a Unidas Podemos una plataforma ideal para vender posibles golpes de efecto e incluso medidas efectistas.
Pese a que Iglesias dice que no quiere "ministerios de Estado", el de Hacienda lo es de facto al ser el que tiene la llave maestra de los Presupuestos. Además, la recaudación fiscal es en este momento crucial y de hecho el mandato de María Jesús Montero ha ido encaminado a las subidas de impuestos y la creación de nuevos tributos. Podemos aceleraría esta tendencia y enarbolaría entre la izquierda la bandera de gravar más a las clases altas y de impulsar el impuesto a las tecnológicas (Tasa Google) y el impuesto de Sociedades con tipo mínimo que ha esbozado el PSOE o incluso de sacar adelante el espantajo del impuesto a la banca. Por el otro lado, se venderían como hitos propios medidas que Iglesias no ha dejado de pregonar: rebajas de impuestos a familias, PYMES y autónomos o reducción de IVA en productos básicos.
Algo similar ocurriría en el Ministerio de Trabajo que actualmente encabeza Magdalena Valerio. Si el Gobierno socialista ha capitalizado la subida del Salario Mínimo Interprofesional que Podemos exigió, los de Iglesias se cobrarían así la venganza. Recogerían los frutos de otra eventual subida del SMI que ya se ha deslizado desde el PSOE, además de otros como hacerse la foto con los agentes sociales, blandir la derogación de la reforma laboral culpando a sus compañeros de Ejecutivo de no querer echarla abajo en el Congreso o llevarse el mérito de impulsar medidas contra la temporalidad o la precariedad laboral. Todo esto además en un contexto en el que la contestación sindical sería menos probable al estar en Moncloa el Gobierno más a la izquierda de la democracia.
Respecto a la cartera de Transición Ecológica, más de lo mismo. Iglesias pondría la cesta bajo algunas de las directrices que ha dejado entrever Teresa Ribera y conseguiría un fenomenal escaparate ante el electorado más de izquierdas o más comprometido con el medio ambiente persiguiendo las emisiones de CO2 o la energía nuclear. Los mensajes en ese sentido o las llamadas a acabar con la pobreza energética o impulsar las renovables desde ese ministerio son muy golosas para el partido 'morado'. De hecho, en su programa electoral contemplaban convertir este departamento en una vicepresidencia.
Un reparto a la valenciana
La esperanza de Unidas Podemos para que este escenario o uno lo más similar posible se lleve a cabo es un desgaje de competencias similar al que PSPV-PSOE, Compromís y los 'morados' han tenido que hacer en Valencia para revalidar el Pacto del Botànic e investir de nuevo a Ximo Puig. No es casualidad que tanto Iglesias como otros cuadros del partido no hayan dejado de apelar, con especial insistencia en las últimas semanas, a un "gobierno a la valenciana".
En el nuevo Consell de Puig Podemos tendrá una vicepresidencia segunda y dos consejerías (Transparencia y Vivienda), además de una comisión delegada para luchar contra el cambio climático. En este reparto ha estado precisamente el momento de mayor fricción en las negociaciones, ya que Compromís ha tenido que ceder parte de esas áreas a los 'morados', siendo parte de la solución el citado desgaje de departamentos.
La situación, en cualquier caso, difiere sustancialmente de lo ocurrido a principios de 2016. Aquel 22 de enero Iglesias compareció con su entonces 'guardia pretoriana' -Íñigo Errejón, Carolina Bescansa o Xavier Domènech estaban ahí- nada más ver al Rey en la ronda de consultas para exigirle a Pedro Sánchez la vicepresidencia primera, la dirección de RTVE, el CNI y los ministerios de de Economía, Educación, Sanidad y Servicios Sociales, Defensa e Interior.
En aquel momento Podemos había cosechado 69 diputados en sus primeras elecciones generales y soñaba con alcanzar el 'sorpasso' al PSOE -que había obtenido 90- coaligándose con IU, algo que no ocurrió unos meses después, cuando el 26 de junio hubo repetición electoral y se quedaron en 71 y los socialistas en 84. Transcurridos casi tres años, los socialistas han pasado a 123 y los de Iglesias a 42.
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