
"El cambio climático afecta cada vez más a la economía". Esa es la primera advertencia que tres expertos del Banco Central Europeo (BCE) lanzan en un reciente informe. Las temperaturas más extremas y sus múltiples efectos (en la agricultura, la ganadería, la productividad...) también acaban notándose en los precios. Y, según refleja dicho análisis, España es (y seguirá siendo con toda probabilidad) una de las potencias de Europa más afectadas. O, mejor dicho, la ciudadanía de este país es de las más perjudicadas en el Viejo Continente por el persistente cambio de los patrones climáticos en todo el mundo.
Uno de los datos más repetidos por la Organización de Naciones Unidas (ONU) respecto al cambio climático es que la temperatura media de nuestro planeta es actualmente 1,1 °C (grados centígrados) más alta que a finales del siglo XIX, antes de la revolución industrial. "Las personas somos responsables del calentamiento global de los últimos 200 años" y de sus "irreversibles" daños para la Tierra, asegura la ONU, basándose en estudios llevados a cabo por un grupo ligado a Naciones Unidas, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).
El calentamiento global no solo implica temperaturas más altas alrededor del planeta, como las que se han sufrido especialmente en muchos países en los últimos veranos. También supone escasez de agua e intensas sequías, aumento del nivel del mar, deshielo de los polos Ártico y Antártico y tormentas fatídicas (con inundaciones, vientos más fuertes, etc.). Por tanto, "las personas se ven afectadas por el cambio climático de diversas maneras", insiste la ONU. Y ello conlleva, a su vez, que la economía se vea perjudicada.
"Cada vez hay más pruebas de que las temperaturas más altas tienen un impacto negativo en la producción económica, a través de la reducción de la producción agrícola, la disminución de la productividad laboral, el aumento de la demanda energética, los efectos perjudiciales sobre la salud humana y la interrupción de las cadenas de suministro", afirman en este sentido Friderike Kuik, Matteo Ciccarelli y Catalina Martínez Hernández, economistas del BCE, en un análisis que publicaron este martes.
Los veranos calurosos suben las temperaturas... y la inflación
La investigación sobre cómo el cambio climático afecta a la economía es algo relativamente reciente, también para el BCE, pero cada vez va ganando más peso en la banca central dado que su principal cometido es mantener la estabilidad de los precios. Por ello, es clave para los entes monetarios entender la relación que hay entre los precios (su subida o inflación) y las variaciones de la temperatura.
Así, Ciccarelli, Martínez y Kuik buscan con su estudio aportar un granito de arena. "Nuestras conclusiones tienen implicaciones para la estabilidad de precios y la labor de los bancos centrales: a medida que el cambio climático traiga consigo shocks climáticos más frecuentes e intensos, la volatilidad y la heterogeneidad de la inflación pueden aumentar", aseguran los tres economistas.
Su investigación se ha centrado en las cuatro mayores potencias del grupo de países que tienen el euro como divisa (eurozona): Alemania, Francia, Italia y España. Y la principal conclusión es que "los veranos muy calurosos serán cada vez más frecuentes e intensos, por lo que cabe esperar que la inflación se acentúe en el futuro".
"Cabe esperar que la inflación se acentúe en el futuro"
En este sentido, los expertos del BCE revelan que cuando el shock climático se produce durante la estación veraniega, las altas temperaturas provocan "importantes" subidas de los alimentos no elaborados en los cuatro países.
"Cuando la temperatura media mensual sube 1 °C, la inflación de los alimentos no elaborados aumenta entre 0,1 y 0,2 puntos porcentuales en el primer año" posterior, explican. La economía alemana es la que menos sufre este efecto, mientras que en la española, italiana y francesa es más "persistente".
Pero ¿por qué pasa esto? Según indican los tres autores del estudio, se debe a que las elevadas temperaturas hacen que disminuya la productividad agrícola, la mano de obra y se vea lastrada la cadena de suministro de alimentos frescos.
Además, las cálidas épocas estivales hacen que en Francia y España también haya un incremento de la inflación en los alimentos no elaborados. "Esto puede reflejar un retraso en la transmisión de la subida de los precios de los alimentos básicos a los precios de los alimentos elaborados", dicen Martínez, Kuik y Ciccarelli.
¿Y si el shock climático se produce en otra estación? "La respuesta [en los precios de la comida] a una perturbación que se produce en invierno o primavera es menos significativa y puede, por el contrario, provocar una caída de la inflación", responden.
Más allá de la comida
La subida de los alimentos acaba reflejándose en el índice de precios al consumo (IPC) o tasa de inflación general. Sin embargo, la variación del IPC por la influencia indirecta del clima no es igual en las cuatro potencias del euro: los expertos del BCE resaltan que los cambios son "asimétricos y heterogéneos".
"En verano, la inflación responde sistemáticamente a los shocks térmicos con un aumento en los primeros meses tras la perturbación" y la repercusión "es significativa" cuando las altas temperaturas se dan en Italia y España. "Sin embargo, la inflación general de la zona del euro puede disminuir a la inversa cuando las perturbaciones térmicas se materializan en otras estaciones del año, dependiendo de dónde y cuándo se produzca" el shock climático, señalan.
Asimismo, el efecto del clima en los precios no solo se nota en los alimentos. Los veranos abrasadores también repercuten en la inflación de los servicios, a la cual el Banco Central Europeo presta especial atención desde hace meses para tomar sus decisiones sobre los tipos de interés (los cuales ha subido sin descanso desde julio del año pasado). Eso sí, el golpe en el sector terciario es menor que en los alimentos. "El aumento la inflación de los servicios podría deberse a una variación de los precios de los alimentos (productos básicos), que, a su vez, afecta a los precios de los servicios alimentarios (por ejemplo, restaurantes, cafeterías, cantinas y comida rápida)", aclaran los autores del estudio.
Por si esto fuera poco, el cambio climático también puede hacer "igualmente vulnerables" a los sectores de servicios recreativos y turístico, que en el caso de España son pilares fundamentales para la economía (especialmente el turismo). Pero ¿por qué? "Cuando las temperaturas superan un umbral crítico, se producen efectos negativos sobre la oferta de mano de obra y la productividad", lo que lastra de forma directa a dichos sectores, relatan Kuik, Ciccarelli y Martínez.