Economía

El bocado de la inflación se ceba en los jóvenes y perdona a los pensionistas

  • El índice general del IPC ha avanzado más de un 25% desde 2008
  • Los más jóvenes quienes más han sufrido la subida del coste de vida
  • El grupo de 65 años y más cuenta con la renta media más alta desde 2013
Foto: iStock

Que la inflación ha supuesto un hachazo a los bolsillos no es un secreto, otra cosa es descubrir la profundidad de la herida. Si se mide el impacto de la subida de los precios sobre la renta media neta se descubre que el aumento de la misma anotado desde 2008 quedó eclipsado por el encarecimiento de la vida y en todas las franjas de edad se registra una pérdida de poder adquisitivo, menos entre los jubilados.

Tomando como referencia la renta anual neta media por persona y la variación de la inflación media anual que ofrece el Instituto Nacional de Estadística (INE), puede concluirse que, en líneas generales, entre 2008 y 2022, el poder adquisitivo ha mermado un 4,2%, porcentaje que resulta de la diferencia entre un incremento acumulado del 25,4% del IPC y del 21,1% de las rentas. Aunque esta pérdida de poder adquisitivo fluctúa enormemente entre los diferentes grupos de edad.

Los jóvenes entre 16 y 29 años son los que más han sufrido el impacto de la inflación. La comparativa de la evolución de las rentas en esta franja de edad y la del índice general de inflación arroja que la pérdida de poder de compara asciende al 12,5%. Es decir, los 1.339 euros (+13%) que subieron las rentas de los más jóvenes en esos 14 años (de 10.321 a 11.660 euros) no soportaron el alza de los precios. De heco quedaron más de 12 puntos porcentuales por detrás.

Para los grupos de edad de 30 a 44 años y de 45 a 64 años las cuentas también salen a deber. En concreto, el poder adquisitivo de los primeros cayó un 7,7% con respecto a 2008 y el de los segundos, un 10,8%.

El relato es distinto entre las personas de 65 años en adelante. En su caso no hubo impacto negativo de la inflación en sus rentas netas medias, que se revalorizaron un 35% % al pasar de los 10.893 euros de 2008 a 14.762 euros. Según los datos de Estadística, este grupo de edad ostenta la mayor renta media desde el año 2013, lo que implica que la Gran Recesión se cebó en las personas en edad de trabajar y 'perdonó' a aquellas que ya habían superado el umbral del retiro. Con ello, el incremento de su renta media desde 2008 más que duplica el del resto de franjas de edad.

Menos capacidad de ahorro, menos gasto

Esta deja un escenario económico y social complejo. Cada vez más jóvenes -más mujeres que hombres- se ven abocados a alejar la idea de comprarse una casa o tener hijos. Ahorrar se vuelve imposible en un contexto como el actual, que vuelve a absorber un alto porcentaje de los ingresos -casi el 39%- para adquirir una vivienda. De hecho, en este supuesto la inflación ha tirado por tierra la mejoría que se había ganado desde 2008, cuando el esfuerzo para comprar un piso requería más del 54% de los ingresos.

El gasto recibe el efecto directo de lo anterior. Si no se puede ahorrar, el consumo se contiene, y, por tanto, lo hace la economía. Los datos de PIB del primer trimestre de este año arrastraban ese lastre al consumo, que se contextualiza además en un momento de tipos de interés altos que restringen las decisiones de compra de los hogares.

Por contra, los mayores se han convertido en soporte económico de sus familiares más jóvenes. Un argumento que ah sido explotado por el Gobierno para defender la subida de las pensiones, aunque la dependencia de hijos y nietos hace que en la práctica afronten más dificultades financieras hoy que en 2008.

La espiral descendente del empleo

Un factor clave en la mayor pérdida de poder adquisitivo fue el incremento de su tasa de desempleo juvenil tras la crisis financiera y el pinchazo de la burbuja inmobiliaria. Muchas personas que habían abandonado los estudios para empezar a trabajar, se vieron abocados de la noche a la mañana a la cola de paro o a empleos mucho menor pagados. Otros vieron directamente cerrada la puerta de mercado laboral justo cuando empezaban a llamar a ella.

Una situación que se ha ido enquistando según crecían y entraban en los siguiente grupo de edad, el de los 30 a los 44 años, peo también llevó a muchos jóvenes a renunciar a buscar trabajo y prolongar su etapa educativa ante las escasas perspectivas laborales. Una situación que, paradójicamente, habría contribuido a reducir el paro juvenil.

Pero el problema no afecta solo a los trabajadores más jóvenes: también a los mayores de 45 años. Aunque siguen teniendo la renta media más elevada, su pérdida de poder adquisitivo supera el 10%. Un dato llamativo pero que se explica por el elevado número de desempleados en esa franja de edad desde la crisis financiera, durante la que muchas empresas optaron por la fórmula de la 'prejubilación' para prescindir de sus trabajadores de más edad (y con sueldos más elevados). Estos procesos explican también el escaso éxito de las iniciativas para incentivar el retraso de la edad de retiro: en la actualidad solo el 8% de las jubilacione sson demoradas.

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