Con las primeras informaciones del ataque israelí sobre suelo iraní los inversores acudieron en tropel a buscar refugio en la deuda estadounidense. La compra de deuda soberana destensó la rentabilidad del bono de Estados Unidos a diez años, hasta situarse en el 4,5%. Sin embargo, a medida que el mercado rebajaba el alcance del ataque y ante la falta de un nuevo anuncio de represalias por parte de Irán, los rendimientos volvieron a llevar a la deuda estadounidense a diez años a la zona del 4,6%.