Correlación no implica causalidad. Vicente Nieves lleva buscando explicaciones a los movimientos de los mercados y de la economía desde la crisis financiera de 2007. Aún no tiene la respuesta.

La economía de EEUU, pese a todas sus carencias, ha sido durante décadas una suerte de paradigma a imitar por muchos países en desarrollo o emergentes que ansiaban alcanzar una prosperidad similar a la de la mayor potencia del mundo. Hoy, los países emergentes están probablemente más cerca de 'parecerse' a EEUU, no solo porque alguno de ellos lo haya hecho bien términos de crecimiento, sino porque el mercado americano está mostrando ciertos comportamientos que recuerdan, precisamente, al de los mercados emergentes. Aunque esto es por ahora algo anecdótico (EEUU sigue siendo un país muy rico y con unos mercados atractivos), sí es sintomático de que algo está sucediendo en la mayor economía del mundo. El dólar y el precio de los bonos están cayendo al unísono, mientras que Wall Street se comporta de forma errática y la economía del país empieza a flaquear. Al mismo tiempo, el término represión financiera empieza a asomar en varios análisis, una estrategia intencionada o no que permitiría al país erosionar el valor real de la deuda (reducir la deuda sin impagar oficialmente). Todo ello, junto a la incertidumbre (y en muchos casos incoherencias) a la que está sometiendo Trump a la economía de EEUU está llevando a que los inversores busquen otros lugares. Esto que ahora afecta a los mercados financieros puede terminar filtrándose a la economía real (a través de una menor inversión) y generar problemas.

La reunión de este jueves del Banco Central Europeo (BCE), que en principio debería girar en torno al principio del fin del ciclo de recortes de tipos, podría quedar en segundo plano por un asunto más humano y mediático: el incierto futuro de Christine Lagarde. En lugar de centrarse exclusivamente en el precio del dinero o en la senda de la política monetaria tras el recorte casi seguro que se producirá este jueves, buena parte de la atención podría desviarse hacia los rumores de que la presidenta del BCE estaría considerando dejar su cargo antes de concluir su mandato en octubre de 2027 para incorporarse al Foro Económico Mundial, también conocido como Foro de Davos por la localidad suiza donde celebra su gran reunión anual, ocupando su principal asiento. Con fina ironía, algunos analistas han sugerido que el debate puede acabar girando más en torno a si Lagarde ya está buscando una casa con vistas a un lago (en clara alusión a Suiza, país de lagos y sede del FEM) que al nivel adecuado de la tasa de depósito en la eurozona. Más allá de este morbo, el BCE anunciará un nuevo recorte (el cuarto en lo que va de año y el séptimo consecutivo) que dejará la tasa de depósito en un número redondo y bonito, un 2%. Las grandes preguntas surgen a partir de esta reunión. Hasta aquí está todo claro, pero a partir de este momento no sé sabe qué sucederá con el precio del dinero... ni con el futuro de Lagarde, salvo que lo aclare de forma tajante en la reunión.

Cuando se habla de petróleo se tiende a pensar directamente en algo muy caro... de ahí viene la expresión o denominación coloquial de 'oro negro'. Su utilidad como fuente de energía para mover el mundo y su relativa escasez lo han convertido en una de las materias primas más codiciadas del planeta. Sin embargo, no todo el crudo tiene el mismo precio ni todo el petróleo es 'caro'. Un buen ejemplo es el del inmenso yacimiento de petróleo iraquí de West Qurna 1, que tiene uno de los costes de extracción más bajos del mundo, con un coste operativo de alrededor de 1-2 dólares por barril, el mismo precio que una botella de agua. Aunque la comparación está lejos de ser perfecta (una botella de agua es un bien final y el crudo un insumo), hay que tener en cuenta que un barril de petróleo tiene casi 160 litros... mientras que una botella de agua grande suele ser de 1,5 o 2 litros. Este bajo coste de producción ha llamado la atención de una firma china (cada vez tienen más inversiones petroleras en Irak) que está decidida a multiplicar la producción de este gran yacimiento. Pero la gran pregunta es ¿por qué es tan barato el petróleo de West Qurna 1?

Algo está pasando en las finanzas de EEUU. En medio de las turbulencias financieras, el dólar se está debilitando mientras que cae el precio de la deuda americana. Esto no sería excesivamente extraño para muchas economías, sí es algo extremadamente llamativo para EEUU: la estrecha relación entre el rendimiento de los bonos del gobierno estadounidense y el dólar se está deteriorando rápidamente a medida que los inversores se alejan (venden o dejan de comprar) de los activos estadounidenses en respuesta a las erráticas políticas del presidente Donald Trump. Algunos expertos empiezan ya a hablar directamente de un cambio de régimen en marcha. El comportamiento de los activos americanos ha dejado de ser el de una economía que domina el mundo.

La OPEP se reunía el sábado en una cita que, unos días antes no tenía prácticamente dudas. Después del miércoles y la voluntad férrea de Kazajistán (y otros incumplidores) de seguir saltándose las indicaciones del cártel y produciendo de más parecían avocar a la alianza a replicar las alzas de producción de 411.000 barriles diarios extra que se dieron en las dos citas anteriores. Sin embargo, empezó a sobrevolar la opción de que presas del enfado contra los 'gorrones' y con ganas de recuperar cuota de mercado, Arabia Saudí y otros países aumentasen todavía más su producción. Diversos medios como Reuters y Bloomberg aseguraban que esto estaba siendo estudiado y que era ya la opción más probable. No obstante, la OPEP no ha abierto tanto la compuerta del crudo y se ha quedado en esos 411.000 barriles. La decepción ha llevado al barril a dispararse.

EEUU está sufriendo una situación que, probablemente, no aparecía en la libreta de pronósticos de ningún analista. El rápido deterioro de la posición fiscal del país, junto a las erráticas y controvertidas políticas de Donald Trump están provocando una situación casi inaudita. Los inversores empiezan a ver más riesgo en la deuda americana que en la española. Pero no solo eso, los inversores empiezan a comparar la deuda de EEUU con la de países como Grecia o Italia, cuya capacidad de devolver estos pasivos ha sido cuestionada en la historia reciente en varias ocasiones. El plan fiscal de Trump habla de recortes de impuestos, mientras que los de gasto brillan por su ausencia. Se prepara una política fiscal expansiva al tiempo que los mercados ya parten de una posición de tensionamiento elevada, con un dólar a la baja y la salida parcial de los inversores extranjeros de la economía de EEUU.

Kazajistán ha retado abiertamente a Arabia Saudí y a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (a la que Kazajistán pertenece en el marco de la OPEP+). Los kazajos no solo no van a recortar la producción de crudo (como pedía la OPEP), sino que la van a incrementar. Pues bien, la respuesta de Riad y el cártel no se ha hecho esperar: si el mercado ya estaba inundado de petróleo, ahora lo va a estar todavía más, hasta que todos los productores que incurren en mayores costes queden completamente ahogados. De la inundación controlada del mercado se podría pasar a una inundación descontrolada. Aún no es oficial, pero ya hay rumores que aseguran Riad estará detrás de este movimiento que podría anunciarse de forma oficial este mismo fin de semana.

La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) se encuentra en una coyuntura extremadamente compleja. Este grupo de países productores amplió su cártel en 2016 con la intención de controlar mejor el mercado. Ese año se dio entrada a Rusia y Kazajistán para formar la OPEP+. Entre todos los países controlaban alrededor del 45-50% de la producción global. Parecía un plan perfecto. Sin embargo, hoy, esta ampliación está dinamitando el cártel y su estrategia. Pocas veces hay algún país que se atreva a desobedecer a Arabia Saudí dentro del cártel y si lo hacen es de forma velada, mostrando sometimiento con las palabras como mínimo. Esta vez es diferente. Kazajistán se ha rebelado y lo está haciendo de cara. Tras destrozar su cuota de producción (producir mucho más de lo acordado) durante varios meses, Riad dio un aviso serio a la exrepública soviética. Kazajistán, en lugar de ceder y prometer que reducirá su producción para acoplarse a las cuotas, ha retado a Riad y ha asegurado hace unas horas que no solo no va a reducir su producción sino que va a aumentarla: la guerra civil del petróleo ha estallado en el seno de la OPEP+.

Cuando todo el mundo mira a China y Estados Unidos, hay una economía que de forma silenciosa (siempre moviéndose entre dos aguas) sigue escalando posiciones y situándose como una gran potencia. La India ya ha superado a Japón en Producto Interior Bruto nominal medido en dólares corrientes, un hito que marca el ascenso imparable de una economía joven, dinámica y con enormes posibilidades de crecimiento. Aunque aún persiste el debate técnico sobre si el sorpasso es definitivo según distintas metodologías, el panorama general es indiscutible: la India está llamada a ocupar un papel central en la economía mundial. Impulsada por una población creciente, urbanización acelerada y una mejora gradual en productividad, no resulta descabellado anticipar que, en poco más de una década, el PIB de India podría equipararse a la suma combinada de dos titanes industriales tradicionales como Japón y Alemania. La cuestión no es si la India las va a superar, sino cuándo.

La economía de España está liderando el crecimiento en Europa. La producción se expande a un ritmo más que notable que ha llevado incluso a que España vuelva al 'top 12' de las economías mundiales en cuanto a tamaño de PIB. Sin embargo, un PIB más grande no es sinónimo de una mayor prosperidad para la mayoría de los ciudadanos. Es más, en ocasiones ni siquiera es sinónimo de mejora para nadie. En el caso de España, el crecimiento de la actividad sí ha resultado en mejorar leves para la población, pero estos avances no parecen haberse distribuido de una forma igualitaria, tal y como revela el último dato publicado por Eurostat de riesgo de pobreza y exclusión infantil. España ha empeorado ligeramente en este indicador en 2024, dejando una estampa reveladora: solo Bulgaria presenta un dato peor (por muy poco), mientras que el riesgo de pobreza infantil en España es hoy mayor que el de Rumanía. Parte de la explicación a este 'fenómeno' podría deberse al aumento de la población extranjera (con mayores tasas de fertilidad) que llega a España para ocupar los puestos en sectores con salarios relativamente bajos.