Bolsa, mercados y cotizaciones

EEUU ficha por los PIGS: el gráfico que lo sitúa peor que España y al mismo nivel que Italia y Grecia

  • Los analistas se fijan en los swaps de incumplimiento crediticio (CDS)
  • Los CDS de EEUU a cinco años se han acercado a los 60 puntos básicos
  • Son los niveles que tienen Italia y Grecia, países con rating BBB+
Imagen: Alamy

EEUU está sufriendo una situación que, probablemente, no aparecía en la libreta de pronósticos de ningún analista. El rápido deterioro de la posición fiscal del país, junto a las erráticas y controvertidas políticas de Donald Trump están provocando una situación casi inaudita. Los inversores empiezan a ver más riesgo en la deuda americana que en la española. Pero no solo eso, los inversores empiezan a comparar la deuda de EEUU con la de países como Grecia o Italia, cuya capacidad de devolver estos pasivos ha sido cuestionada en la historia reciente en varias ocasiones. El plan fiscal de Trump habla de recortes de impuestos, mientras que los de gasto brillan por su ausencia. Se prepara una política fiscal expansiva al tiempo que los mercados ya parten de una posición de tensionamiento elevada, con un dólar a la baja y la salida parcial de los inversores extranjeros de la economía de EEUU.

Habría sido complicado de creer hace tan solo unos meses o unos años que el país cuya deuda es utilizada en mayor medida como activo libre de riesgo (para ejercer de comparador y obtener la prima de riesgo de otros países) se iba a convertir en una deuda con un riesgo similar a la de países que han estado al borde de la quiebra hace relativamente poco (España o Italia) o incluso de economías que han tenido que reestructurar su deuda pública hace poco más de una década, como es el caso de Grecia.

Menos de seis meses de segundo mandato de Trump han dado para poner todo patas arriba y convulsionar los mercados y la economía mucho más que en su primera etapa. Bajo el designio de hacer América grande de nuevo (el famoso lema Make America Great Again), la nueva Administración está consiguiendo casi lo contrario. La guerra comercial lanzada contra las otras potencias mundiales y la constante improvisación e imprevisibilidad en las políticas han hundido la confianza de los consumidores, amenazando con la recesión en el país, y mellado la confianza de los inversores de todo el globo en el tradicional gran refugio financiero y en el mayor mercado de bonos del mundo.

Los agresivos anuncios de Trump, seguidos de sonoras recogidas de cable han provocado un estado continuo de nervios en los mercados y numerosos gráficos de sierra en los terminales de los operadores. Ese estado de nervios se traduce en una falta de confiabilidad que en los últimos días se ha disparado. Cuando parecía que el presidente de EEUU aplacaba su ira comercial alcanzando una tregua con China llena de buenas palabras, los acontecimientos se han vuelto a precipitar (este mismo fin de semana ha habido duras acusaciones del presidente contra Pekín).

La aprobación por parte de la Cámara Representantes de la reforma fiscal auspiciada por Trump lo revolvía todo de nuevo. Más allá del revuelo reciente con el impuesto 'oculto' que la norma contempla para inversores extranjeros, lo que redunda en el problema general, el ambicioso proyecto, denominado por sus defensores como la "gran y bella" ley, pivota sobre el deseo de Trump de prorrogar e incluso aumentar los recortes de impuestos de su primer mandato. El problema es que estos regalos fiscales llegan cuando la tensión es máxima con las finanzas de EEUU, con unos déficits desbocados tras la pandemia y una deuda pública que engorda a pasos agigantados con un pago de intereses cada vez más lacerante.

Los recortes de impuestos son normalmente bien vistos por los mercados (suelen ser gasolina para el consumo, los resultados de las empresas y la economía), salvo que esos recortes provengan de un país que ya genera ciertas dudas sobre su sostenibilidad fiscal. Entonces es cuando esos recortes de impuestos deben ir acompañados de recortes de gasto igual de importantes, algo que no aparece en la agenda fiscal de Trump y que ha contribuido a que el CEO de Tesla, Elon Musk, deje definitivamente la Casa Blanca (su misión era 'quitar la grasa' a la Administración). Los recortes de gasto en EEUU son mucha palabra y poco hecho.

Con todo, la deuda está empezando a dar la voz de alarma, una voz de alarma confirmada de forma indirecta por el propio secretario del Tesoro de EEUU, Scott Bessent, que aseguró este domingo que"el país nunca va a entrar en default". Aunque esto tiene que ver más con el techo de deuda al que se enfrenta EEUU cada dos por tres, lo cierto que es los mercados empiezan a cotizar levemente algunos escenarios aterradores. La fuerte subida del interés de la deuda, las ventas en el dólar en plena turbulencia financiera y lo que algunos consideran ya como una especie de fuga de capitales en EEUU son indicios de esta casi inédita situación.

Un caldo de cultivo que no solo ha llevado a los bonos del Tesoro a largo plazo de EEUU a experimentar estruendosas subidas en su rentabilidad exigida (algunos tramos han superado el 5%), sino que ha hecho otro indicador saltar de manera preocupante: los swaps contra el impago crediticio (CDS por sus siglas en inglés). Estos swaps, que no dejan de ser una especie de póliza de seguros para protegerse del posible impago de un deudor cobraron mucha fama durante la gran crisis como medida de la crítica situación que atravesaban algunos países ante la desconfianza de los inversores.

Aunque no han escalado tanto como en marzo de 2023, cuando la crisis bancaria regional de EEUU desató las alarmas de posible nueva crisis financiera, los CDS de EEUU a cinco años han repuntado con fuerza en las últimas semanas hasta la zona cerca a los 60 puntos básicos en lo que se conoce como CDS spread (el diferencial o la prima que se paga de más por esa desconfianza en el pago). Para hacerse una idea, estos CDS se mantenían por debajo de los 20 pb a comienzos de año. Este rápido repunte los ha igualado a los que tienen ahora mismo dos 'viejos lobos' de la gran crisis financiera: Grecia e Italia. Aunque en aquellos terribles años el spread de Grecia llegó a los 2.500 pb, la convergencia actual es pasmosa para EEUU. Otro antiguo sospechoso de aquella época, España, la S de los PIGS (cerdos en inglés y las siglas con las que despectivamente se referían a Portugal, Italia, Grecia y España los inversores anglosajones), luce ahora mismo unos CDS en 33 puntos básicos.

Para visualizar mejor lo doloroso de esta evolución de EEUU, el economista jefe de Apollo, Torsten Slok, ha elaborado un gráfico en el que se recogen los niveles actuales de los CDS de varios países (a 27 de mayo) y el tramo de rating o calificación crediticia al que se deberían corresponder trazando una progresión lineal desde los de Italia y Grecia (BBB+). Aunque el rating oficial de EEUU, concedido por las célebres agencias de calificación (Moody's, Fitch, Standard & Poor's), es bastante mejor que ese (pese a las dudas y a que Moody's acaba de bajar al país de la máxima calificación, EEUU sigue siendo EEUU), el nivel de sus CDS lo situaría junto a Italia y Grecia en el escalón BBB+. De los 10 escalones que traza el análisis de Apollo, EEUU tendría que ocupar el tercero peor dado el nivel que han alcanzado sus CDS. España, por ejemplo, se situaría (siempre en base a este análisis, no en su rating oficial, en el que entran más variables) en el escalón AA-, cuatro por encima de EEUU.

Aviso para navegantes

Una buena comparación para entender por qué está sucediendo esto son los niveles de déficit público de cada Estado. España o Italia, pese a presentar algunos de los peores rendimientos de la Eurozona presentan un déficit del 3,2 y 3,4% sobre PIB, con una tendencia, en principio a la baja, que fuerza a los países del euro a encontrar un nuevo equilibrio como el de Grecia, por ejemplo, que, tras años de reformas, recortes y sufrimiento, ahora tiene un superávit fiscal de más del 1%. Esto permite reducir la deuda pública a un ritmo acelerado, puesto que no solo se reduce por el aumento del PIB, sino que también se reduce de una forma real (el Estado ingresa más de lo que gasta y se puede amortizar deuda). Mientras tanto, el déficit fiscal de EEUU es de más del 6%.

Por otro lado, la deuda pública total (tanto federal, como estatal y municipal) de EEUU supera ya el 124% del PIB, una cifra extremadamente elevada teniendo en cuenta que el crecimiento nominal del PIB (crecimiento más inflación) ha sido extremadamente elevado, lo que debería haber ayudado a limar parte de este indicador (deuda sobre PIB) como ha ocurrido en Europa. Un buen ejemplo es el de España, donde la inflación ha ayudado a reducir la deuda pública sobre PIB desde el 124% de 2021 hasta el 100% actual (y bajando). Mejor ejemplo es Portugal, donde la deuda llegó a superar el 130% del PIB y ahora se encuentra en el 94%. En Grecia aún se encuentra por encima del 150%, pero teniendo en cuenta de donde viene, hasta esa cifra casi parece hoy más sostenible que la de EEUU.

Aquí entra en la ecuación otra variable. La Eurozona, con una política fiscal menos expansiva y una economía menos recalentada tiene la inflación bajo control (al menos esos dicen las expectativas), lo que permite al BCE actuar bajando tipos y poniendo todas las herramientas a disposición de la zona euro en caso de que fuera necesario. En EEUU, las expectativas de inflación son algo más elevadas, lo que deja a la Fed con las manos relativamente atadas para bajar tipos o utilizar alguna herramienta que alivie a la deuda pública.

Todo lo anterior está generando una situación en la que la deuda de EEUU parece cada vez más insostenible, pese a que el país sigue siendo la mayor economía del mundo, el dólar es aún la divisa de reserva mundial y el país sigue siendo uno de los más competitivos del mundo. La sangre aún no ha llegado al río, pero que los CDS de EEUU se equiparen a los de Grecia o Italia debería ser una suerte de alerta o aviso para navegantes.

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