
No es nada raro que en los mercados ocurra aquello que nadie espera. De hecho, las grandes subidas y bajadas son consecuencia de la sorpresa. Lo que espera todo el mundo ya está descontado en los precios. Por eso es interesante plantear escenarios alternativos. No se trata de darlos por buenos, sino de mantener la mente abierta. Quien está preparado para que ocurra lo que nadie piensa que vaya a ocurrir está en mejores condiciones de adaptarse rápidamente al nuevo, e inesperado, entorno. Y en los mercados, la rapidez importa.
El escenario actual, el que espera el 90 %, por no decir el 100 %, de los analistas podría resumirse en que los aranceles de Trump se van a llevar por delante la economía global, que va a entrar en recesión o va a ver muy reducido su crecimiento (especialmente EEUU) Además, todo el mundo piensa que los aranceles van a generar inflación. Resumiendo, escenario de estanflación (estancamiento más inflación) en EEUU y bajo crecimiento en el resto del mundo. Pero un analista, al que vamos a llamar "el loco de la colina" por su soledad frente al resto, contempla un escenario muy distinto. En su escenario, los aranceles planteados son una propuesta de máximos, pensados para una negociación, en la que cualquier propuesta menor que haga EEUU parezca un "chollo" y se acepte sin rechistar. Y que ese sea el objetivo, la oferta endulzada, no la patada en la mesa.
En opinión del loco de la colina, tras las negociaciones Trump obtendrá lo que de verdad quiere, que es pasar del escaso 2% actual a, por ejemplo, un 4%. Y el loco lo piensa porque cree que Trump, además de aranceles, quiere conseguir otras cosas, como eliminar barreras a los productos norteamericanos o que Europa se pague su defensa, por poner un par de ejemplos. A cambio de esas otras cosas, Trump será más "generoso" con los aranceles. Y pasar del 2% al 4% ya es un montón de dinero para ayudar a contener el déficit fiscal, que es otro de los objetivos de la administración norteamericana.
El loco de la colina piensa que, si finalmente los aranceles aumentaran de forma razonable, no llevarían a la economía norteamericana a una recesión. Y, en su locura, argumenta que entre 1950 y 1970 los aranceles estuvieron en el entorno del 6 % y fue el periodo de máximo crecimiento. Concretamente un 6,5% de media anual (3,8% si descontamos la inflación). Obviamente ahora el crecimiento potencial es mucho menor en el entorno del 2-3% nominal, pero estaríamos hablando de aranceles del 4%, no del 6%. Además "el loco de la colina" piensa que la desregulación que incluye el programa económico de Trump, unida a las ventajas que puede suponer a partir de ahora fabricar en Estados Unidos, generarán su parte de crecimiento. Para finalizar, nuestro verso suelto señala que la debilidad del dólar facilita las exportaciones norteamericanas, lo cual también es positivo para el crecimiento.
En lo que casi nadie está de acuerdo con nuestro loco de la colina es en que la inflación no se va a disparar. Pero él sigue en su escenario pensado para llevar la contraria: si al final los aranceles no son tan elevados como espera la mayoría de analistas, el impacto podría absorberse relativamente rápido. Además, el consumidor espabila y compra en otros sitios u otras marcas. Y, sobre todo, nuestro loco imaginario opina que la desregulación de Trump generará una gran competencia. Y la competencia es desinflacionista.
Además, si se piensa que los aranceles serán elevados, eso ayudaría a disminuir el déficit fiscal norteamericano. En opinión de nuestro loco particular, eso puede ser positivo a largo plazo, considerando el riesgo de crisis de deuda que supone un déficit como la actual. Es evidente que muchas de las cosas que piensa "el loco de la colina" es difícil se trasladen a la realidad. Por ejemplo, de nada sirven los aranceles para reducir el déficit fiscal si a su vez generan una recesión y por lo tanto una reducción de la recaudación. Lo comido por lo servido y la economía en recesión. Pero, partiendo de que en los mercados lo inesperado muchas veces ocurre, no está de más mirar, aunque sea de reojo, al escenario del loco, no vaya a ser que acierte en algo. De hecho, muy probablemente en alguna de sus divagaciones acertará. Nuestro papel como asesores financieros es detectar cual puede ser. Porque, precisamente por inesperada, será la que genere mayor rentabilidad.