
La reunión de este jueves del Banco Central Europeo (BCE), que en principio debería girar en torno al principio del fin del ciclo de recortes de tipos, podría quedar en segundo plano por un asunto más humano y mediático: el incierto futuro de Christine Lagarde. En lugar de centrarse exclusivamente en el precio del dinero o en la senda de la política monetaria tras el recorte casi seguro que se producirá este jueves, buena parte de la atención podría desviarse hacia los rumores de que la presidenta del BCE estaría considerando dejar su cargo antes de concluir su mandato en octubre de 2027 para incorporarse al Foro Económico Mundial, también conocido como Foro de Davos por la localidad suiza donde celebra su gran reunión anual, ocupando su principal asiento. Con fina ironía, algunos analistas han sugerido que el debate puede acabar girando más en torno a si Lagarde ya está buscando una casa con vistas a un lago (en clara alusión a Suiza, país de lagos y sede del FEM) que al nivel adecuado de la tasa de depósito en la eurozona. Más allá de este morbo, el BCE anunciará un nuevo recorte (el cuarto en lo que va de año y el séptimo consecutivo) que dejará la tasa de depósito en un número redondo y bonito, un 2%. Las grandes preguntas surgen a partir de esta reunión. Hasta aquí está todo claro, pero a partir de este momento no sé sabe qué sucederá con el precio del dinero... ni con el futuro de Lagarde, salvo que lo aclare de forma tajante en la reunión.
"La rueda de prensa del jueves podría ser más interesante de lo que hemos visto últimamente. No solo porque esperamos algunas preguntas sobre la historia del FEM y las ambiciones personales de Lagarde de vivir en una casa con vistas a un lago, sino también por las pistas sobre lo que podría venir después", introducen los analistas de ING en su previa sobre la reunión de junio. "Lagarde seguramente será interrogada sobre las informaciones que apuntan a que podría dejar el BCE antes de que termine su mandato en octubre de 2027. Cabe recordar su respuesta -"no, no, no, no"- en 2018 cuando le preguntaron si estaba interesada en dejar el FMI para incorporarse al BCE", puntualizan los de Capital Economics.
Sin restarle morbo al asunto -una carrera sucesoria precipitada sería demoledora para el BCE-, contribuye al interés por este asunto la espesa niebla que envuelve a la política monetaria más allá de esta cita. El consenso es prácticamente unánime en que el BCE guarda dos recortes de tipos en el tambor de su pistola, uno para disparar esta semana de 25 puntos básicos y otro antes de que acabe el año, lo que dejaría el tipo depo en un suelo del 1,75%. Un desenlace que ahora mismo comparte el mercado. El uso de estas dos balas parece respaldado por el contexto internacional y los últimos datos económicos. Sin embargo, es imposible siquiera discernir la fecha de esta segunda detonación.
Lo que está claro es lo que sucederá este jueves. "La posibilidad de una mayoría a favor de un recorte de tipos parece la más probable. El BCE recortaría entonces sus tipos de interés en 0,25 puntos", asegura Eric Dor, director de estudios económicos IESEG School of Management. De este modo, el precio del dinero se quedará por un tiempo, previsiblemente en este número redondo. Pero lo importante es lo que viene después.
El grueso de analistas lo tiene claro. El BCE tiene bastante margen para perforar 'un poco más' ese 'bonito' 2% que podría ser considerado una 'zona de seguridad' antes de apretar el gatillo otra vez. Algunos, incluso, como los de AXA, creen que el BCE tendrá que disparar más veces hasta dejar ese suelo en el 1%. Pero los funcionarios del banco central no tienen tanta prisa. Saben que el principal catalizador de todo está siendo la guerra comercial y con Donald Trump a los mandos cualquier cosa es posible. La tesis de que los aranceles de EEUU contra Europa serán deflacionarios para el Viejo Continente se ha hecho fuerte más allá de la oposición de algún halcón dentro del Consejo de Gobierno de EEUU. A fin de cuentas, esas tarifas dañarán una ya débil actividad y coadyuvarán a que China inunde aún más la región con bienes a precio de derribo. No obstante, también es posible que Trump luzca un vistoso pacto comercial con la UE el próximo 9 de julio y el siguiente obstáculo en la carretera sea el fuerte paquete de estímulos aprobado en Alemania por el nuevo gobierno (más crecimiento, más inflación). Teniendo en cuenta que la reunión de julio es el día 24, no tendría sentido que el eurobanco se precipite con su 'último' disparo.
El último dato de alcance conocido ha sido esta misma semana el IPC adelantado de la eurozona en mayo. Y sus guarismos avalan esta hoja de ruta. La cifra principal ha retrocedido hasta el 1,9% interanual, menor de lo esperado y por debajo del siempre presente objetivo del 2% del banco central. La cifra subyacente (sin energía, alimentos, alcohol y tabaco), más pegajosa y más vigilada en los últimos tiempos, se anotó en mayo un 2,3% interanual, la cifra más baja desde enero de 2022. Dentro de la misma, destacó la sonora desaceleración de los servicios (del 4% al 3,2%). Esta moderación, tras meses y meses en el doble del objetivo, trae mucho alivio para unos funcionarios que han tenido pesadillas con las presiones salariales y, por ende, inflacionarias del sector.
"El crecimiento anual de los salarios negociados en la eurozona se redujo drásticamente en el primer trimestre de 2025, hasta tan solo el 2,4%, tras el 4,1% del cuarto trimestre de 2024 y el 5,4% del tercer trimestre. Esto podría convencer al BCE de que las fuerzas desinflacionarias se están fortaleciendo y de que esta moderación en los aumentos salariales pronto permitirá que el crecimiento anual de los precios, excluyendo la energía, y en particular los servicios, disminuya. El crecimiento anual de los costes laborales por unidad de producción en la eurozona está disminuyendo gradualmente y se situó en el 3,7% en el cuarto trimestre de 2024", sostiene Dor.
El camino por delante puede ser aún más deflacionista y eso se reflejará en las previsiones trimestrales que acompañarán la decisión del banco central. "El fortalecimiento del tipo de cambio del euro y la caída de los precios del petróleo como resultado de la errática política económica estadounidense han incrementado las presiones desinflacionarias en la eurozona. Y si bien se ha observado cierta contracorriente en las últimas semanas, el tipo de cambio efectivo nominal del euro sigue siendo aproximadamente un 3% superior y los precios del petróleo un 10% inferiores a los de la reunión de marzo del BCE y la última ronda de previsiones del BCE. Estos dos acontecimientos por sí solos deberían reducir aproximadamente 0,3 puntos porcentuales las previsiones de inflación del BCE. Cabe recordar que, en marzo, el banco central esperaba que la inflación general se situara en el 2,3% en 2025, el 1,9% en 2026 y el 2% en 2027", precisa desde ING Carsten Brzeski. Si esto se le suma que no se esperan muchos cambios para las débiles expectativas de crecimiento, el aforismo sale sola. "El riesgo de que la inflación se sitúe por debajo de lo esperado compensa con creces la resistencia económica", rubrica Brzeski.
Para Adrià Morron, economista de CaixaBank Research, la bajada de este jueves deja los tipos en una región neutral (ni estimula ni perjudica la economía, el 2% se sitúa en la banda del 1,75%-2,25% dibujada por los expertos del BCE) y da flexibilidad al supervisor para reajustar su política según se resuelva la discrepancia entre las dos visiones económicas que existen en el seno del Consejo de Gobierno: los aranceles son deflacionarios, los aranceles son inflacionarios.
Isabel Schnabel, batuta intelectual entre los halcones en el ciclo de subidas, ha argumentado que una guerra comercial podría ser inflacionaria. La alemana ha destacado tres factores que podrían impulsar los precios al alza: las represalias de la UE, los elevados aranceles entre EEUU y China, que elevarían los costes de producción en ambos países; y la sustitución de productos chinos por productos europeos por parte de los importadores estadounidenses, lo que impulsaría la demanda en Europa.
Al otro lado del ring, otros funcionarios como el portugués Mário Centeno (enardecida paloma que defiende perforar el tipo neutral) y el belga Pierre Wunsch (habitualmente más hawkish), parecen estar a favor de nuevos recortes. Sin embargo, como prueba de la división existente, hay incluso palomas que han puesto en duda la necesidad de una mayor flexibilización de la política monetaria. El gobernador del banco central griego, Yannis Stournaras, habitualmente dovish, ha afirmado que el BCE "recortará los tipos de interés una vez más en junio y luego preveo una pausa", telegrafiando la cercanía del fin de las bajadas. De ahí la necesidad de abrir este pequeño compás de espera. El economista jefe del BCE, Philip Lane, 'cabeza pensante' del eurobanco, trazó hace poco una raya en el suelo señalando al 1,5% como la frontera entre el tipo neutral y el estímulo de la economía. Esto facilita el aterrizaje en el 1,75% e incluso da el comodín de una bajada extra 'por si acaso'.
La mejor prueba de este querer ganar tiempo es que no se esperan grandes pistas por parte de Lagarde (sobre política monetaria, claro) en la conferencia de prensa. "Esperamos que la presidenta deje la puerta abierta para una mayor flexibilización, aunque probablemente se mantendrá imprecisa sobre el cronograma de las futuras medidas al enfatizar la dependencia de los datos por parte del Consejo de Gobierno de los datos", señala desde UniCredit Research Marco Valli. "Esperamos cierto reconocimiento de que existe la posibilidad de reducir los tipos por debajo del 2%, pero es improbable que se dé una señal muy explícita. La incertidumbre sobre los aranceles dará al Consejo de Gobierno suficiente margen para no comprometerse previamente a más; el camino a seguir será accidentado", remacha Rubén Segura-Cayuela desde Bank of America (BofA).