Correlación no implica causalidad. Vicente Nieves lleva buscando explicaciones a los movimientos de los mercados y de la economía desde la crisis financiera de 2007. Aún no tiene la respuesta.

Bajadas masivas de impuestos sin recortes de gasto en un entorno de tipos de interés al alza y con una recesión a la vuelta de la esquina. Este es el cóctel perfecto para una crisis de deuda, y el nuevo Gobierno del Reino Unido lo ha puesto práctica (por unos días) con desastrosos resultados. Los analistas esperan que esta 'metedura de pata' que ha obligado a dar marcha atrás a Liz Truss con algunas de promesas fiscales sirva de lección a Giorgia Meloni y el nuevo Gobierno de Italia. Si la coalición de derechas decide cumplir con sus promesas electorales, la Eurozona corre el riesgo de sufrir una nueva crisis de deuda. Los inversores han visto que en cuestión de horas pueden poner patas arribas los mercados de una economía grande y forzar la intervención del Banco de Inglaterra. Si Italia prueba suerte, el Banco Central Europeo y la Eurozona (Bruselas) se enfrentarán a una situación compleja.

La economía de China se enfrenta a una de las situaciones más complejas en casi cincuenta años. Frente a ocasiones anteriores, Pekín tendrá que lidiar con esta amenaza sin una de las armas más importantes: la política monetaria. La economía se está desacelerando a marchas forzadas en medio de una crisis inmobiliaria que se complica. Mientras tanto, la desaceleración global se ha convertido en una seria amenaza para el comercio internacional, uno de los pilares de la economía china. Son muchos frentes abiertos y poco margen para combatir. Pekín tendrá que fiarlo todo a una política fiscal que, según los expertos, tampoco cuenta con demasiado margen para salir al rescate de la economía.

Los futuros de petróleo arrancan este lunes con subidas que han llegado a superar el 5% ante una posible reducción de la oferta global orquestada por la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). El cártel del petróleo se reunirá este miércoles y, presumiblemente, anunciará un recorte del bombeo de crudo que podría multiplicar por diez al anunciado en la reunión de septiembre, cuando el grupo recortó la producción en 100.000 barriles diarios. La OPEP quiere taponar la sangría que está sufriendo el petróleo en los últimos meses, provocada, sobre todo, por unas expectativas de menor crecimiento mundial y por la fortaleza del dólar.

La inflación en la zona euro ha alcanzado los dos dígitos por primera vez en la historia, tras situarse en el 10% en el mes de septiembre. Esta tasa tan elevada allana el camino para que los halcones del BCE sigan subiendo los tipos de interés a un ritmo muy acelerado. El dato de agosto situó el IPC común en el 9,1%, de modo que la publicación de septiembre supone un incremento de 0,9 puntos, lo que deja la inflación de la zona euro por encima de la de España por primera vez en meses.

La política monetaria ha sufrido un vuelco en cuestión de meses. Hace poco más de un año, los tipos de interés negativos parecían ser la nueva normalidad. La banca central de varias regiones, incluida la de la Eurozona (BCE), optó por esta vía para intentar estimular el consumo y la inversión. Sin embargo, el impacto en el ahorro y la economía fue cuando menos difuso. Los tipos negativos parecían una suerte de callejón sin salida. Era fácil entrar en él, pero luego nadie podía salir. Ahora, con la ventaja de la retrospectiva, cada vez parece más evidente que los tipos negativos, aunque tentadores en teoría, pudieron tener el impacto contrario al que se esperaba en el ahorro. Eso explicaría por qué una vez dentro de la trampa, la escapatoria era cada vez más compleja.

Se están viviendo momentos de gran tensión en los mercados. La próxima recesión acecha a la economía, la inflación se sigue mostrando implacable y la banca central sigue apretando el acelerador de los tipos. Este convulso entorno está dirigiendo flujos masivos de capitales hacia el dólar, el activo refugio en momentos de miedo. El problema es que esta fortaleza del dólar a su vez agudiza las propias salidas de capitales de las economías vulnerables. Los inversores ven con miedo como el yuan, la libra o el euro se deprecian frente al 'billete verde', lo que agudiza aún más las salidas de capitales. El Banco de Japón abrió la caja de Pandora el pasado jueves. Ayer fue el turno del Banco de Inglaterra con un anuncio inesperado. Hoy toma el revelo el Banco Popular de China.

Los halcones llevan al mando del Banco Central Europeo (BCE) desde que la inflación elevada se confirmó como la nueva 'normalidad' y no como un fenómeno temporal. En las dos últimas reuniones, la decisión final se inclinó hacía el lado de estas 'rapaces' que defienden una política monetaria más restrictiva (tipos altos y menos liquidez), frente a las palomas, que abogan por un ritmo de alzas más pausado y todavía no quieren oír hablar al quantitative tightening o reducción del balance. La reunión de octubre parece que seguirá el mismo patrón. Salvo sorpresa con el dato de IPC, que se publicará este viernes en la Eurozona, la próxima subida de tipos ya parece cobrar forma.

Una de las fichas más importantes del dominó que conforma la economía estadounidense ha comenzado a derribarse. El índice de la vivienda que calcula los precios en 20 ciudades diferentes ha sufrido el primer retroceso mensual desde 2012. Junto a este dato, otros muchos indicadores que aportan una visión más amplia revelan que la vivienda podría sufrir un duro revolcón en EEUU tras años de subidas de precios que se vieron intensificadas con la pandemia del covid. Ahora, las drásticas subidas de tipos, la inflación y la llegada de una nueva recesión están sacudiendo los cimientos del mercado de la vivienda.

La banca ha pasado de vivir una auténtica pesadilla, protagonizada por los tipos de interés negativos, a disfrutar de un sueño que se ha hecho realidad con la entrada en vigor de los tipos de interés positivos. En cuestión de meses, las entidades han pasado de pagar miles de millones al año al BCE a recibir (si nada cambia) miles de millones por tener el dinero aparcado. Esto ha generado un vuelco sobre las expectativas del sector, cuyos precios en bolsa se han disparado, gracias a un fuerte aumentos de los ingresos netos por intereses.

El Banco Central Europeo (BCE) dio inicio el pasado mes de julio a un ciclo monetario restrictivo que, por ahora, incluye subidas de tipos de interés sin parangón en la corta historia del euro (50 y 75 puntos básicos) y el fin de las compras netas de activos. Esta política responde a la necesidad de poner freno a una inflación desbocada que se encuentra en máximos históricos. Esta situación extraordinaria requiere de medidas extraordinarias. Aunque el BCE ha comenzado a endurecer su política monetaria más tarde que la Fed o el BoE, cada día parece más decidido a 'llevarse por delante' todo lo que haga falta con el fin de cumplir su mandado: devolver la inflación al 2%.