Periodista económico
Opinión

Lo auguraba Narciso Michavila, presidente y fundador de GAD 3, la consultora demoscópica que ha clavado prácticamente los resultados electorales de todos los últimos comicios. "La oleada azul del 28-M puede convertirse en un tsunami azul el 23-J", aunque condicionaba ese predicción a que el Partido Popular no cometiera errores de bulto, subrayando como uno de esos errores más dañinos el enfrentamiento entre el PP y Vox.

¡Quelle erreur cette énorme erreur! Lo escribo así en francés a ver si de esta forma se entera la señora Lagarde, doña Christine, y con ella el resto de la cúpula del Banco Central Europeo (BCE), y empiezan a considerar que se están equivocando en su ortodoxa obstinación de insistir en la receta de continuas subidas de los tipos de interés para reducir las tasas de inflación, sin conseguir el objetivo, o al menos en los niveles deseados, mientras arrastra a las economías europeas a la recesión y condena al empobrecimiento a los ciudadanos del Viejo Continente.

Mas allá del plantón, simbólico que no efectivo, y la amenaza de Margarita Robles de vetar el plan industrial de la OTAN, la decisión de Jens Stoltenberg y la cúpula de la Alianza de excluir a las empresas españolas de la reunión de la Organización Atlántica con representantes de las industrias de Defensa europeas y norteamericanas, es una prueba evidente, una más, de la absoluta irrelevancia a que el gobierno de Pedro Sánchez ha llevado a España en el escenario internacional. Además de una demostración palpable del fracaso de una acción diplomática errática, ambigua y desnortada.

Se ufanaba Pedro Sánchez ante su comité federal de la gestión y logros económicos de su gobierno y apostillaba, entre jactancioso e insolente, que "ellos (por el PP) no tienen a nadie y nosotros tenemos a Nadia". Lo que no explicó es que entiende él por nadie y si con ese pronombre tan indefinido como despectivo en su intención se refería, por ejemplo, a Pablo Hernández de Cos, actual gobernador del Banco de España doctor en Ciencias Económica, licenciado en Derecho, y profesor de Economía de la Universidad Carlos III y del Instituto de Empresa.

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Se veía venir. Tanto fue a la fuente el cántaro de los tipos de interés que acabo derramando las piezas de las economías europeas con el motor alemán a la cabeza. Así, mientras el Banco Central Europeo (BCE) volvía a subir los tipos de interés hasta el 3,75%, el máximo desde noviembre de 2008, Eurostat confirmaba que Europa entraba oficialmente en recesión al registrar un crecimiento negativo del -0,1% por segundo trimestre consecutivo, como consecuencia de la caída del consumo y la inversión. Y lo más grave del asunto es que amenazan con nuevas subidas antes y a lo largo del verano.

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Sin tiempo, apenas, para reponernos, de la sorpresa del adelanto de las elecciones generales, Pedro Sánchez nos ameniza la campaña cambiando el disfraz de feriante de tómbola, que tan mal le fue el 28-M, por el de saltimbanqui del circo electoral y proponiendo nada menos que hasta seis debates, uno por semana y cara a cara con Núñez Feijóo, que es quien de verdad no le deja dormir por las noches y no el difuminado espectro del hoy convidado de piedra Pablo Iglesias.

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Dentro del ingente cúmulo de abusos de poder, anomalías democráticas, mentiras y colonización de las instituciones con las que Sánchez y el sanchismo han infamado la política española, una de las más desvergonzadas es lo que podríamos calificar como la "tezanización" de la economía y la estadística. Entendiendo por "tezanización" la manipulación y la cocina de los indicadores económicos, al más puro estilo de las prácticas del servil José Félix Tezanos con el CIS, falseando la realidad de los sondeos para aderezarlos al gusto del Gobierno y de su presidente. Y eso está ocurriendo especialmente con los datos de la inflación y del empleo.

Opinión

Justificaba Pedro Sánchez el adelanto a julio las elecciones generales argumentando que había que asumir responsabilidades. Cierto. Pero cuando se ha tenido una debacle como el que él ha sufrido el 28-M la única asunción de responsabilidades admisible hubiera sido dimitir como en su momento y con menos rechazo hicieron Joaquín Almunia y Alfredo Pérez Rubalcaba.

28-M

Se empecinó Pedro Sánchez en plantear las elecciones locales y autonómicas como un plebiscito sobre su persona, y el resultado ha sido arrollador e incontestable: los españoles le han dado una estruendosa bofetada en la cara de sus barones y a sus candidatos, porque ellos, como todos, saben que el voto del 28-M ha sido un voto de rechazo a Sánchez y al sanchismo.

Desde la foto desangelada en la puerta de servicio de la Casa Blanca, solo fané y descangayado que diría Carlos Gardel, hasta la inmoralidad de la compra de votos en Melilla y en Mojácar, Sánchez y Moncloa han convertido la campaña electoral del 28-M en un mercadillo, real y virtual, del sufragio con promesas de viviendas, de viajes para jóvenes, de cine para mayores, paridad y sanidad pública. Promesas, que no realidades, con las que intentar tapar, sin conseguirlo, los escándalos de las rebajas de penas y excarcelaciones de los violadores, de la "ley Trans", de la corrupción del Tito Berni, de los indultos a los golpistas catalanes y de los asesinos etarras candidatos en las listas de Bildu, socio preferente del Gobierno.