Opinión

Dinamita contra la estabilidad y el presupuesto

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno de España

Justificaba Pedro Sánchez el adelanto a julio las elecciones generales argumentando que había que asumir responsabilidades. Cierto. Pero cuando se ha tenido una debacle como el que él ha sufrido el 28-M la única asunción de responsabilidades admisible hubiera sido dimitir como en su momento y con menos rechazo hicieron Joaquín Almunia y Alfredo Pérez Rubalcaba.

Pero, además de que la diferencia moral, sentido del deber y del Estado entre estos últimos y Sánchez es abismal, quienes tratan y conocen al todavía presidente del Gobierno refieren sin ambages que la palabra dimitir no cabe en la mente, en la egolatría y la soberbia de un personaje incapaz de entender que la causa principal de esta debacle electoral ha sido, es y sigue siendo su falta de credibilidad y el rechazo social de la mayoría de los españoles a sus políticas, a sus pactos con los enemigos de España y de la democracia, y especialmente a su persona.

Un presidente carente de ideología al que no le importan ni el PSOE ni España porque lo único que le ocupa y le preocupa es él sus objetivos y sus ambiciones personales. Y para ello no ha tenido escrúpulos en adelantar los comicios en una decisión que dinamita la presidencia española de la UE, ante el estupor de los gobiernos del resto de los estados miembros y de la propia Comisión Europea, y supone un atentado contra la estabilidad económica y social del país, pero que le evita tener que presentar unos presupuestos generales del Estado marcados por la imposición de la Comisión Europea de limitar el techo de gasto en un 2,6% para cumplir con las reglas del Pacto de Estabilidad, situando a España en el grupo de países que se enfrentan a un expediente sancionador con el riesgo que esto supone para la imagen exterior y para continuar recibiendo los fondos europeos.

Con Pedro Sánchez estamos en el furgón de cola de la UE y lideramos el desempleo

No es, pues, de extrañar que el mismo día en que Alberto Núñez Feijoo daba imagen de estadista ante los empresarios del Cercle de Economía de Cataluña hablando de rebajas fiscales y la deuda, Sánchez se incendiaba en un mitin en sede parlamentaria, al más puro estilo bananero, alentando el frentismo, la crispación e insultando a todos los españoles que ni le votan ni le creen.

Un discurso de ira y de odio sin propuestas concretas, porque no tiene nada que ofrecer ni proponer, pero en el que no dejó de ufanarse y presumir por las cifras falseadas de la economía y el empleo cuando con él y su acólita Calviño estamos en el furgón de cola de la UE siendo el único estado miembro que todavía no ha recuperado el PIB anterior a la pandemia, lideramos el desempleo con cuatro millones de parados reales duplicando la tasa de paro de la Unión, padecemos el mayor número de quiebras empresariales desde 2018, somos el país de la OCDE con mayor pérdida de poder adquisitivo en los hogares desde 2019, y tenemos una deuda pública el 113% del PIB, el máximo histórico de este indicador que es un impuesto en diferido.

Eso, además de confundir la desaceleración de la inflación con la bajada de los precios que en términos acumulados han subido el 11,2% en los dos últimos años, mientras tenemos al 27% de la población, 13,1 millones de persones en riesgo de pobreza y exclusión, con datos de la Red Europea de lucha contra la pobreza, lo que explica las largas colas en Cáritas y en los bancos de alimentos.

En esta tesitura tan sorprendente o más que la huida hacia adelante del jefe del gobierno, fue ver el comportamiento de la bancada lanar socialista en el Congreso y el Senado aplaudiendo enfervorizados al hombre que les había conducido al desastre electoral. Vergüenza ajena de un partido que en su momento fue bandera de democracia interna, progreso y libertad y que hoy se arrastra por el fango de la cobardía, la sumisión y el servilismo.

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