Periodista económico

Se jactaba el Presidente del Gobierno de los que calificaba como “positivos” datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) del tercer trimestre y con él, el trío de los ángeles de Sánchez -Calviño, Yolanda y Montero- y el resto del Ejecutivo, incluido el ministro José Luis Escrivá, que lo es de la Seguridad Social quien también se ufanaba del crecimiento de 15.000 afiliados más a la Seguridad Social en octubre, cifra muy inferior a los 51.000 trabajadores en que aumentó la afiliación en septiembre, evidenciando una clara tendencia a la ralentización.

¡Ay, Portugal, por qué te quiero tanto! Este estribillo de la popular “Estudiantina Portuguesa” es hoy lema y referente de un gran número de empresarios, inversores y ciudadanos de a pie, españoles y del resto de Europa, atraídos por su política de rebajas fiscales, la sólida recuperación de su economía y las garantías de seguridad jurídica que ofrecen su estabilidad política y la solvencia del gobierno socialdemócrata del primer ministro Antonio Costa.

Asisto, entre atónito y escéptico, al espectáculo surrealista del Gobierno y sus acólitos celebrando como si fuera un triunfo propio la dimisión de la primera ministra británica Liz Truss, y utilizando su caída como material propagandístico en defensa de su política fiscal de subidas de impuestos confiscatoria e indiscriminada.

"Esta vez se lo han currado los dos”. Con estas palabras definía un destacado ex diputado y todavía referente político el segundo cara a cara en el Senado entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo. Y como observador es de justicia reconocer que el debate del pasado martes tuvo más altura dialéctica, más rigor, mayor profundidad en el planteamiento de las claves económicas y menos crispación que su precedente de hace un mes en idéntico escenario.

La fiscalidad no tiene que ser ideológica. Con estas palabras iniciaba el presidente del Instituto de Estudios Económicos (IEE) y vicepresidente de CEOE, Iñigo Fernández de Mesa, su reflexión sobre las últimas medidas fiscales del Gobierno, para explicar después que la finalidad de la política fiscal debe ser mejorar los servicios públicos progresando en la eficiencia del gasto. Algo que parece obvio, para todos menos para el sanchismo gobernante, y que como apostillaba el que fuera secretario de Estado de Economía, exige “eliminar mucha grasa”. Término este que se puede traducir como reducir el mayor gobierno de la historia con ministerios tan inoperantes como innecesarios, dirigidos por ministros incompetentes, y con el mayor número de asesores enchufados de la historia.

"El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos”. Traigo a colación esta frase de Antonio Gramsci, filósofo, teórico marxista, político, sociólogo y periodista italiano, porque tal vez nunca como ahora en el mundo, y especialmente en Europa, hemos vivido una situación de claroscuro tan dramática y prolongada desde la II Guerra Mundial

Sorprende que prácticamente en la única partida que el gobierno recorta el gasto en el proyecto de Presupuestos Generales de Estado para el año próximo sea en la prestación por desempleo. Rebaja que ellos fundamentan en su previsión de que la tasa de desempleo caerá hasta el 12,2%, en contra de las advertencias de los servicios de estudios y los organismos económicos, incluido el Banco de España que la sube hasta el 12,9%, y en contra también de la fuerte desaceleración del mercado de trabajo que apuntan ya los datos del paro registrado.

Representada un año más la farsa de la falta de acuerdo entre los socios de la coalición de gobierno, incluido el relato melodramático de haber trabajado hasta altas horas de la noche Sánchez y sus sirenas de la economía, se daban otro baño de grandilocuencia y autoelogio presentado su proyecto de ley de Presupuestos Generales del Estado que calificaban como los más sociales de la historia, lo que en lenguaje sanchista se traduce como los más electoralistas de la historia.

Sorprendía la semana pasada el Instituto Nacional de Estadística anunciando una rebaja de un punto y medio en la tasa de inflación en España que quedó en el 9% según el dato adelantado de septiembre, frene al 10,5% que alcanzó en agosto. No hay nada como cambiar al máximo responsable de un organismo para que los números empiecen a bailar al son que marca el Gobierno. Como en el caso del PIB del segundo trimestre que subió cuatro décimas sobre la estimación inicial, hasta el 1,5%, tras el nombramiento de Elena Manzanera como presidenta de la institución en sustitución de la dimisión obligada de Juan Manuel Rodríguez Poo.

Es un axioma comúnmente aceptado en la teoría económica que el mejor remedio contra la enfermedad de la inflación es el jarabe de la política monetaria y más en concreto subir los tipos de interés. Y a ello se están aplicando los principales bancos centrales, desde la Reserva Federal de EE UU hasta el Banco Central Europeo (BCE) pasando por el Banco de Inglaterra.