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El interés de los inversores españoles por los criptoactivos crece a ritmo acelerado. Según una encuesta realizada por Fidelity entre 1.000 inversores particulares de nuestro país, ya hay prácticamente el mismo porcentaje de éstos que sitúa a este activo al mismo nivel que los inmuebles en cuanto a oportunidad de compra de cara a los próximos doce meses.

Desde que Donald Trump declaró la guerra al resto del mundo con su política arancelaria, la deuda americana ha estado en el punto de mira -también por el miedo a que el recorte de impuestos que defiende la administración Trump amplíe aún más un déficit ya de por sí abultado-. En períodos de alta volatilidad, como el de abril, los inversores no buscaron refugio en esta deuda, como históricamente ha sucedido en momentos de incertidumbre. Se lanzaron a por la alemana. Sin embargo, aunque los inversores han empezado a cuestionarse la fortaleza de Estados Unidos y a diversificar fuera de los activos americanos, lo cierto es que el bono a 10 años se ha comportado mejor que la mayoría de bonos europeos en este primer semestre del año.

Aunque lleno de altibajos, el año está siendo bueno para la renta fija. Los principales índices están en positivo gracias a la subida que se está produciendo en el precio de los bonos. Y los gestores activos lo están sabiendo aprovechar. Hay tres fondos que invierten principalmente en deuda europea y ganan un 3% o más, el triple que el índice que agrupa una cesta representativa de estos bonos, que avanza un 0,9% en el mismo periodo.

El comienzo del segundo semestre va a ser uno de los que concentre más incertidumbre para los inversores: el final de la pausa arancelaria entre Estados Unidos y la Unión Europea, el trámite de los presupuestos en Estados Unidos y un conflicto en Oriente Medio que se ha vuelto impredecible. Pero las firmas de inversión tienen claro cuál debe ser la combinación adecuada para las carteras en esta segunda mitad del año: seguir apostando por la bolsa europea, activos de renta fija de calidad, con grado de inversión, y entre los mercados emergentes estar atentos a la India, uno de los países con mejores proyecciones de crecimiento.

En el escaparate de la banca asoman cada vez más los depósitos a largo plazo. Normalmente el plazo más ofertado suele ser el de un año, pero las ocho bajadas de tipos que lleva el Banco Central Europeo (BCE) desde el verano pasado están obligando al sector a replantear su oferta. En la última reunión, Christine Lagarde deslizó la idea de que el final del ciclo de recortes está cada vez más cerca. Pero aún así, el mercado todavía descuenta un nuevo recorte este año. Si esto pasa, la rentabilidad de los depósitos bajará aún más. Y es ahí donde los depósitos a largo plazo que comercializa ahora el sector cobran sentido. Ofrecen rentabilidades más altas que los depósitos a un año, de hasta el 2,5% en el mejor de los casos, por lo que son una forma de blindarse a los futuros movimientos a la baja del BCE.

La rotación de activos estadounidenses hacia la bolsa europea, que empezó a principios de año, sólo acaba de empezar. "Hay potencial para que la rotación continúe", valoran en Bank of America, ya que antes del primer trimestre de este año las acciones europeas encadenaron 14 trimestres consecutivos de salidas de dinero, por un total de 235.000 millones de dólares (unos 218.000 millones de euros). Y, en cambio, sólo han regresado 30.000 millones este año, el 13% del dinero perdido desde el tercer trimestre de 2021.

El contexto geopolítico es tenso, con el impacto del ataque israelí contra Irán aún sin resolver. Donald Trump se ha dado un plazo de dos semanas para decidir su intervención y, mientras tanto, avanza la cuenta atrás para el final de la pausa arancelaria, que expira el próximo 9 de julio. Incertidumbre es la palabra que mejor define el panorama actual. Y pese a ella, el mercado de bonos ha mantenido un comportamiento estable, "lo que sugiere una creciente resiliencia ante el recurrente ruido macroeconómico y geopolítico", valoran en Robeco.

La cartera de bolsa mundial que elabora elEconomista.es desde 2013, que es el germen del primer fondo de inversión asesorado por un medio de comunicación en España, Tressis Cartera Eco30, en pie desde 2018, se renueva de cara al próximo semestre. La filosofía que persigue esta revisión es la misma de siempre: ofrecer una cartera que, comprada hoy, permita al inversor duplicar su dinero en una década por el efecto del interés compuesto y esto sólo se consigue si la cartera es capaz de ofrecer una rentabilidad de al menos el 7% cada año. Objetivo que ha cumplido hasta ahora. Tressis Cartera Eco30, que es el fondo que recoge estas ideas de inversión, ofrece una rentabilidad anualizada del 8,51% desde su inicio, y del 7,47% en 2025.

No corren tiempos fáciles para el ahorrador. En los últimos 12 meses, el Banco Central Europeo ha bajado en ocho ocasiones los tipos de interés, la última de ellas el pasado 5 de junio, hasta situarlos en el 2%. Esto se traduce en que los bancos reciben cada vez menos por el dinero que aparcan en el BCE, lo que deriva en descensos de la remuneración de los depósitos o las cuentas a la vista. Al contrario que en épocas de tipos altos, las entidades financieras ya no compiten tanto entre sí por captar el ahorro privado. Sin embargo, todavía hay opciones para quienes quieran poner a trabajar su ahorro y embolsarse rentabilidades del 3% en adelante. La irrupción de los neobancos como B100 (el banco digital de Abanca), los alemanes N26 y Trade Republic, así como el británico Revolut, en el panorama nacional no ha hecho sino añadir competencia en los últimos años.

La bolsa europea es la gran favorita de este año. A pesar de la subida que lleva ya, el porcentaje de gestores de fondos que espera más alzas en los próximos doce meses se eleva al 75% (el porcentaje más alto desde febrero), según la última encuesta que Bank of America ha realizado entre estos profesionales. Por sectores, sus favoritos son claramente tres: el de la banca, utilities y aseguradoras. Se trata de sectores con un marcado perfil doméstico, es decir, que generan buena parte de sus ingresos en mercados nacionales, por lo que son una forma de capturar el crecimiento europeo y minimizar el riesgo global en periodos de alta incertidumbre como el actual, marcado por la guerra comercial.