Economía

Choque entre el eje franco-alemán por la contrapropuesta de negociación de aranceles de Trump

  • Berlín y París chocan sobre si la prioridad es alcanzar un acuerdo rápido o alargar el proceso para llegar a uno más equilibrado
  • Macron se posiciona por un pacto similar al de Reino Unido con un gravamen del 10%
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, el primer ministro polaco, Donald Tusk y el presidente del Consejo de la UE, Antonio Costa
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Inevitablemente, las relaciones comerciales con Estados Unidos han protagonizado las conversaciones de los líderes de la UE, en una Cumbre un tanto descafeinada. La Comisión Europea ha tanteado a los Gobiernos para entender cuáles son sus líneas rojas a la hora de dialogar con Washington, con la vista puesta en el próximo 9 de julio, cuando termina la tregua arancelaria. Sobre la mesa una nueva propuesta de negociación delineada por el Ejecutivo estadounidense para aliviar las tensiones arancelarias. Y, de fondo, la disyuntiva, escenificada en la división franco-alemana, entre continuar un negociando hasta lograr un acuerdo equilibrado o conseguir un acuerdo malo pero rápido.

Los ritmos para la negociación con Estados Unidos han generado divergencia en entre los socios de la UE y el eje franco-alemán. El nuevo ejecutivo germano de Friedrich Merz exhibía cierta urgencia. Pedía que se llegara a un acuerdo en cuestión de días, antes de que se cumpla ese plazo de la tregua del 9 de julio, y acusaba a la burocrática Bruselas de emprender unas negociaciones "demasiado complicadas". Francia difería con una inclinación por un fin más ecuánime, aunque el camino sea más lento.

Emulando las condiciones del acuerdo comercial sellado entre EEUU y Reino Unido, el presidente galo, Emmanuel Macron, se posicionó por que el gravamen final entre ambas partes se sitúe en el 10%. "Lo mejor sería tener el mínimo nivel arancelario posible, cero por ciento sería lo mejor", dijo en rueda de prensa, "pero si es del 10%, me inclino por el 10%". Además, agregó que se aplicaría "una compensación sobre los bienes vendidos por EEUU. La tasa se traducirá en el mismo gravamen sobre los bienes estadounidenses".

Preguntado por cuál de las opciones se inclinaría, el presidente del Consejo Europeo, Antonio Costa, evitó tomar posición sobre lo que debe o no debe hacer la Comisión Europea, que tiene la competencia para negociar en nombre de los Estados miembro. Sí ha señalado, no obstante, que "un acuerdo es siempre mejor que un conflicto. Y cero aranceles es siempre mejor que tener aranceles", afirmó el portugués. La incertidumbre, consideró, "es lo peor para nuestra economía" y "debemos dar certidumbre tan pronto como sea posible".

Washington remitió este jueves la última contrapropuesta de negociación a Bruselas, con quien negocia para llegar a un acuerdo sobre la imposición de aranceles a las importaciones de productos a uno y otro lado del Atlántico, un intento por evitar que se lleguen a aplicar antes del final de la pausa del 9 de julio. Los líderes han abordado con el Ejecutivo comunitario las opciones, evidenciado una clara contraposición de posturas, especialmente entre el motor de decisiones de la UE.

"La estamos evaluando", ha dicho la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen preguntada por la propuesta negociadora. "Estamos listos para un acuerdo. Al mismo tiempo estamos preparados para una situación en la que no haya un acuerdo satisfactorio. Por eso trabajamos en la lista (de aranceles) de reequilibrio. Todas las opciones están sobre la mesa".

"El problema es que los negociadores en EEUU son fuertes, nosotros somos débiles negociando", afirmaba el líder autoritario húngaro, Vítkor Orbán a su llegada al encuentro. La idea de que no hay ganadores de una guerra comercial resuena en los pasillos de Bruselas y la exponía el primer ministro estonio, Kristen Michal: "el libre comercio lleva a la seguridad y riqueza de los países. Normalmente, los aranceles trabajan en el sentido opuesto".

La amenaza arancelaria estadounidense se escenificaba, de nuevo, el día anterior en La Haya. En una retórica desafiante, el jefe del Ejecutivo estadounidense, Donald Trump, advertía a España con duplicar los aranceles a sus importaciones. Lo hacía en un tono de dominancia ante la ambigüedad que mostraba Moncloa respecto al gasto en defensa.

La incertidumbre respecto a lo que está por venir llega al más alto nivel de líderes. "Es difícil decir lo que hará Trump contra España", aseguró la primera ministra letona, Evika Silina, preguntada por la amenaza del republicano. En todo caso, Sánchez negó en rueda de prensa posterior al encuentro que sus homólogos europeos hubieran preguntado por estas tensiones. La política comercial es competencia de la Comisión Europea. EEUU podría aplicar aranceles directamente contra España, pero no está claro si la respuesta deberá ser reconducida entre el conjunto del bloque.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, suscribió la declaración de la OTAN para llegar al 5% del PIB en defensa aunque, posteriormente, afirmaba ante la prensa que España elevaría el gasto hasta el 2,1% del PIB, sosteniendo su argumento en la calidad interpretativa del lenguaje de la propia declaración de la Alianza Atlántica y la correspondencia intercambiada, los días previos al encuentro, con el secretario general de la OTAN, Mark Rutte.

Pero la escalada comercial entre Estados Unidos y, básicamente ,el resto del mundo tiene sus raíces en el cambio de inquilino en la Casa Blanca. Trump cumplía lo prometido en campaña: iniciaba una deriva para elevar los gravámenes a las importaciones a Estados Unidos, en un intento por obtener recursos con los que respaldar un cambio en la fiscalidad del país.

En pocos meses, Washington ha elevado un 10% el arancel a todas las importaciones procedentes del bloque. En el caso de los coches, la tasa se eleva al 25% y el primer anuncio se consumó al comercio de acero y aluminio, con un arancel del 50%.

Bruselas ha tardado en reaccionar. Pero lo hizo en marzo con una respuesta en forma de aranceles por valor de 26.000 millones de euros a importaciones estadounidenses como productos cárnicos, maíz, calzado plásticos, electrodomésticos, madera o pescado.

Se produjo la pausa de 90 días entre Bruselas y Washington, aunque la Comisión Europea cocinó, entre medias, otra nueva tanda de aranceles por valor de casi 100.000 millones de euros a productos estadounidenses, que afectaría a aviones y repercutiría sobre Boeing, así como partes de vehículos, productos agroalimentarios o productos pesqueros.

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