Escribiendo cosas económicas desde 2018, pero ya he pillado unas cuantas crisis. Di mis primeros pasos en Europa Press y luego en El Confidencial. Ahora sigo el rumbo del dinero y los mercados en El Economista.

Tras un verano plagado de vaivenes, una sucesión de buenas cosechas y un enfriamiento de la demanda han empujado al trigo a mínimos de diciembre de 2020. La invasión de Ucrania por parte de Rusia, dos productores clave, ha disparado los precios del trigo, el cereal o la cebada, amenazando con una crisis alimentaria global. Tras un año y medio de volatilidad instalada en estas materias primas, mientras los envíos a través del Mar negro se encontraban bajo fuego enemigo, finalmente parecen haber vuelto al redil y los mercados creen que las caídas no han hecho más que comenzar. El país liderado por Vladimir Putin, que había aprovechado los altos precios para elevar sus exportaciones, se ha visto obligado incluso a frenar sus ventas al exterior ante una congelación de la demanda extranjera.

Exxon ha cerrado la fusión más grande del año y una de las grandes operaciones en la historia del sector, siendo la mayor compra de la empresa en más de dos décadas, tras su fusión con Mobil. Finalmente, el precio acordado para la compra de Pioneer ha sido de 59.500 millones de dólares, 253 dólares por título, lo que supone una prima del 18% según su cotización a 5 de octubre, cuando los rumores de esta operación hicieron dispararse a la empresa texana.

El BCE lleva meses en una batalla sin cuartel para que las empresas y ciudadanos del continente detengan su endeudamiento, subiendo tipos y frenando las compras de bonos públicos y corporativos. Evitar que los diferentes agentes de la economía encuentren liquidez es fundamental para poder enfriar la economía y, de este modo, detener también escalada de la inflación. El mandato del banco central pasa por devolver el IPC al 2% (se encuentra el 5,3%) y, para lograrlo, el camino pasa necesariamente por debilitar la actitividad económica de la región. Un camino que incluso puede llevar al Viejo Continente a la recesión, una situación a la que ya se ha visto arrastrada la principal economía de la región, Alemania. La realidad es que, a pesar de haber subido los tipos, elevando de forma crítica los costes de endeudamiento, las empresas de Europa no bajan el ritmo con la deuda y esta resurge en 2023 con una fuerza inusitada.

La subida relámpago de las rentabilidades de los bonos de EEUU, de la mano del dólar, ha desatado el temor en el mundo de que se produzca una oleada de impagos en decenas de países emergentes. La alta tenencia de deuda de estos países denominada en la divisa norteamericana, que no para de avanzar en el parqué, está haciendo que muchos gobiernos que ya estaban aquejados por una crisis de deuda, estén viendo como las posibilidades de un impago se disparen, negando el reembolso a los inversores que se habían lanzado a los mercados de deuda emergente.

Rusia ha anunciado el fin de la prohibición de exportación de diésel, acabando así con la mayor parte de restricciones emprendidas por el Kremlin el 21 de septiembre. Esta medida provocó fuertes movimientos en los mercados mundiales, en particular, en el mercado energético europeo. A pesar de que la medida, en teoría no afecta a los países de la UE, donde los envíos ya estaban 'cortados antes', la realidad es que una vuelta al mercado internacional de un productor clave puede provocar un alivio en los precios internacionales. Rusia es el cuarto productor mundial solo por detrás de Estados Unidos, China e India.

Exxon estaría en conversaciones para comprar Pioneer Natural Resources por 60.000 millones de dólares (57.000 millones de euros), según adelantó The Wall Street Journal tras el cierre ayer de Wall Street. Esta operación no solo sería el mayor acuerdo empresarial en lo que va de 2023, sino que sería la mayor apuesta del gigante petrolero en más de dos décadas, desde su fusión con Mobil Corp en 1999. Tras conocerse la noticia, las acciones de Pioneer se disparan en el premarket un 10%, mientras las de ExxonMobil caen cerca de un 2%.

El auge del dólar está azuzando un temor que parecía cosa del pasado: un sorpasso sobre el euro que cambie el paradigma de Europa. El resurgir de los precios del petróleo, las preocupaciones que rodean a la economía europea y la diferencia de las perspectivas para los tipos de interés del BCE y la Fed, están desatando una caída constante en la moneda de la UE. Los analistas ya hablan abiertamente de una vuelta a la paridad (mismo valor de las divisas), tal y como ocurriese el año pasado. De esto modo, se reincidiría en el que fue un hito histórico (hasta entonces no había pasado en 20 años) y que ya parecía formar parte del pasado.

Ningún país que quiera comprar petróleo ruso podrá hacerlo por encima de 60 dólares si hay una empresa occidental implicada. Este fue el tope al crudo que el G-7, encabezado por EEUU, y la Unión Europea (UE) impusieron en diciembre del año pasado a Moscú y que iba a ser la estocada más mortífera tras una sucesión de sanciones con el objetivo de tumbar la economía del país euroasiático una vez decidió invadir Ucrania. Diez meses después de que esa orden se pusiera en práctica, el barril de petróleo con referencia en los Urales ha cotizado estos días por encima de los 80 dólares, más cerca del barril de Brent que del propio tope, y los aliados occidentales ha renunciado a actualizarlo.

Una tormenta se cierne sobre la deuda europea desde el otro lado del Atlántico. Tanto la Reserva Federal de EEUU como el Banco Central Europeo (BCE) se han encomendado a las subidas de tipos y han desatado una auténtica escalada en la rentabilidad de los bonos soberanos de ambas regiones. La rentabilidad del T-Note (deuda de EEUU a 10 años) ha escalado hasta el 4,8%, nivel inédito desde 2007, mientras que la del bund alemán, nota de referencia en el Viejo Continente, ha avanzado hasta el 3%, máximos de 2011. Sin embargo, el gran cambio de paradigma que está viviendo la economía norteamericana y la reacción de la Fed a este contexto pueden hacer más daño a la renta fija europea.

El sector cripto ha llegado a un valle. A pesar del potente repunte del 57% en lo que va de año en su buque insignia, Bitcoin, lejos queda la edad dorada de 2021 cuando uno de estos tokens se cambiaba por 64.400 dólares (ahora está a 26.223 dólares). El sector se ha encontrado con un entorno de tipos altos y un fuerte escrutinio de las autoridades. Problemas para algunos de sus pilares y proyectos de regulación en EEUU y Europa. Todos estos factores han abierto la puerta a una nueva era en el sector. En particular, una nueva era para el fraude y los problemas legales que siempre han sonado como la gran contraparte del fenómeno cripto.