
Exxon estaría en conversaciones para comprar Pioneer Natural Resources por 60.000 millones de dólares (57.000 millones de euros), según adelantó The Wall Street Journal tras el cierre ayer de Wall Street. Esta operación no solo sería el mayor acuerdo empresarial en lo que va de 2023, sino que sería la mayor apuesta del gigante petrolero en más de dos décadas, desde su fusión con Mobil Corp en 1999. Tras conocerse la noticia, las acciones de Pioneer se disparan en el premarket un 10%, mientras las de ExxonMobil caen cerca de un 2%.
Esta compra estaría impulsada por el deseo de Exxon de consolidarse como el dominar mundial del fracking, pues Pioneer y Exxon unidos son el mayor propietario de proyectos en Texas y Nueva México. La producción de ambas firmas juntas superaría con claridad los 1,2 millones de barriles diarios, más que muchos países de la OPEP como Argelia, Angola, Venezuela o Libia. Se quedaría a las puertas de otros grandes productores como Catar.
Aunque está avanzada, las fuentes a las que se refiere Wall Street Journal, dejan claro el acuerdo aún podría caerse. "La lógica de la consolidación en el altamente fragmentado esquisto Pérmico sigue siendo convincente, con ganancias significativas que se pueden lograr a partir de economías de escala", dijeron en una nota analistas de Citigroup, incluido Alastair Syme. "Esta combinación particular crearía el mayor actor del mercado e, incluso con una prima de acuerdo modesta, estimamos que puede generar un retorno de la inversión positivo".
Actualmente, la capitalización de mercado se encuentra cerca de los 50.120 millones de dólares, por lo que la ofensiva de su rival supondría un sobrepago importante con el que esperan convencer a sus inversores de aceptar la operación. En el año 2022 Pioneer logró unos ingresos gracias a su actividad petrolera superiores a los 24.594 millones de dólares y un beneficio neto de 7.830 millones de dólares.
Por su parte, Exxon Mobil registró en 2022 cerca de 55.000 millones de dólares en beneficios. Tras esos resultados históricos, apuntalados por el precio de la energía disparado por la guerra de Ucrania, el director general, Darren Woods, habló a los inversores en julio abiertamente de que la compañía exploraba posibles adquisiciones gracias al músculo financiero que había obtenido.
En el otro lado, Pioneer se encontraba al borde de un cambio de era. Su fundador, Scott Sheffield, anunció en abril que planeaba jubilarse a finales del año, siendo una de las figuras clave no solo en su compañía, sino en el auge de la industria del Fracking en Estados Unidos. El último capítulo de Sheffield en la firma podría coincidir con la integración en la que sería la mayor empresa privada del sector en todo el mundo.
Tras 20 años al frente de Pioneer, destaca el ascenso de esta compañía a la élite de las petroleras nacionales por la fiebre del esquisto. Mientras el resto buscaron proyectos en el extranjero, Pioneer mantuvo su presencia en la Cuenca del Permico, Texas, en los peores momentos para invertir en la misma. Cuando la tecnología del Fracking estuvo lista en 2010, su fuerte presencia hizo que fuera una de las grandes beneficiadas de este fenómeno.